Antes que sea demasiado tarde
Necesitamos una comprensión celestial que nos muestre la llave maestra, que abra las puertas de los corazones más indiferentes, porque Dios ama a todo el mundo.
30 DE AGOSTO DE 2025 · 10:00

Cada día me apercibo más que la vida es un soplo, pronto pasa y, apenas nos damos cuenta, ya estamos volando hacia nuestra patria celestial.
Tengo miles de ideas e inquietudes que bullen en mi mente y en mi corazón y todas ellas, prácticamente, tienen que ver con la propagación del Evangelio por todos los medios posibles, a todos los ámbitos de nuestra sociedad. Soy muy consciente que existen grandes obstáculos espirituales para el avance del Reino de Dios en nuestro país; sin embargo, me sigo reafirmando en que no es posible que un mensaje tan poderoso, como lo es el Evangelio de salvación y transformación de nuestro Señor Jesucristo, obtenga tan pocos resultados como los que estamos viendo.
Mi humilde análisis, después de haber recorrido mi país de norte a sur y de este a oeste predicando el Evangelio de todas las maneras posibles e imaginables, me ha llevado a la conclusión definitiva de que necesitamos una clara revelación divina para saber cómo llegar al corazón de la gente de las diferentes culturas existentes en nuestro país. Esta verdad nos queda expuesta en Hechos capítulo 10, en la visión del gran lienzo que se le aparece a Pedro para mostrarle la universalización de la salvación, con una impresionante revelación que es extrapolable a todos nosotros hoy, y este primer axioma, es que Dios no hace acepción de personas en modo alguno. Por tanto, envía a Pedro a predicar el Evangelio a la casa de Cornelio, un comandante romano del ejército invasor que paradójicamente también era un hombre temeroso de Dios. Desde la cosmovisión judía, este acercamiento a un gentil cualquiera era algo totalmente impensable; pero nuevamente vemos como el Evangelio rompe las barreras de prejuicios religiosos, políticos y étnicos.
Necesitamos una verdadera revelación de cómo podemos llegar al corazón de nuestras gentes, porque no existe ninguna cultura o grupo de personas inaccesible al Evangelio de Jesús; solo se trata de encontrar el camino al corazón de cualquier persona. Hemos de pedirle a Dios la sabiduría y la audacia necesarias para saber persuadir a los diferentes tipos de personas de nuestra generación con el poderoso mensaje del Evangelio de Jesucristo. Por tanto, necesitamos una comprensión celestial que nos muestre la llave maestra, que abra las puertas de los corazones más indiferentes, porque Dios ama a todo el mundo, quiero decir a todas las personas de todas las culturas, a cualquiera de ellas sin excepción.
Para Dios no hay ninguna persona, grupo o cultura impenetrable o inalcanzable. Este viene a ser el clamoroso mensaje de Hechos 10: el acercamiento a esos mundos paralelos, vidas y ambientes muy diferentes para muchos de nosotros y que, curiosamente, quizás no están tan prejuiciados como lo estamos nosotros, aunque nos lo parezca inconscientemente. Así que necesitamos movilizarnos cuanto antes, en busca de infinidad de hombres y mujeres completamente perdidos cual “Cornelios”; que están en todo lugar, en cualquier lugar, muy cerca de ti y de mí.
El tiempo apremia amigos, por tanto debemos actuar con un necesario sentido de urgencia. Tenemos que hacerlo hoy y no mañana, porque quizás mañana sea demasiado tarde.
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Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Antes que sea demasiado tarde