Tenemos que estar en el Congreso de los Diputados…
Más que un Pepito grillo en el Parlamento, necesitamos una voz que exprese un discurso diferente y ofrezca alternativas reales para el aquí y ahora y también para el más allá.
22 DE JUNIO DE 2025 · 13:35

Como una voz profética y con cierto criterio político de la actualidad de nuestro país, como una voz independiente, representando a cientos de miles que no tienen voz ni eco social en la cámara baja.
Si yo estuviera en el Congreso de los Diputados hablaría de las necesidades reales de la gente y no de los trapicheos y corruptelas políticas que están apareciendo una y otra vez, para mantenerse en el poder a toda costa como estamos viendo actualmente.
¿Es posible no ser de derechas ni de izquierdas, ni tampoco un maleducado? Es posible ser un ciudadano libre de pensar lo que uno realmente quiera y lo que me parezca más sensato sin ser descalificado o demonizado a la primera de cambio por exceso o por defecto a criterio de los nuevos ingenieros sociales.
Es posible hablar con firmeza y con verdad sin insultar a nadie y denunciar lo denunciable a ambos lados de la cámara con autoridad moral
Más que un Pepito grillo en el Parlamento, necesitamos una voz que exprese un discurso diferente y ofrezca alternativas reales para el aquí y ahora y también para el más allá, adonde desgraciadamente se dirigen millones de personas hacia una trágica perdición eterna en el peor de los casos.
La clase política de nuestro país necesita ser confrontada con el mensaje de Jesús aunque lo desprecien en primera instancia.
Alguien tiene que hablar a la conciencia social de nuestro país, aunque a algunos les parezca esperpéntico a primera vista en una primera impresión.
Si hemos tenido personajes tan pintorescos como Gil y Gil y Ruiz Mateos y otros similares actualmente, por qué no atrevernos cualquiera de nosotros a decir lo que creemos y pensamos desde lo más profundo, y a cara descubierta y sin ningún tipo de ambages ni de complejos en el mismo Congreso de los Diputados.
Esto puede suponer una cierta dosis de locura pública. Porque es necesario generar ruido mediático sin ningún recato o de lo contrario se nos comerán los chinches de la bazofia política y sus malas hierbas para seguir envenenando la conciencia social de la ciudadanía en muchísimos aspectos.
Necesitamos una especie de Juan el Bautista contemporáneo en el Congreso de los Diputados que sea pertinaz a la vez que persuasivo. Capaz de denunciar nuestros pecados capitales persistentes y ofrecer alternativas divinas al respecto sin miedo a nada ni a nadie, escuchen o dejen de escuchar.
Por supuesto sin alinearse con ningún partido político en forma de barricada, porque entonces la pifiamos totalmente. Se trata de ser una valiente voz profética independiente que tenga resonancia social en nuestro país.
Necesitamos una autocrítica al estilo de “Rebelión en la granja” de G. Orwell que denuncia en forma alegórica las nuevas formas de dictadura del poder político de turno. Vivimos en una democracia secuestrada y cada vez más adulterada.
La democracia participativa ha muerto y nuestros representantes políticos en su inmensa mayoría viven de componendas y de un sinfín de prebendas a cambio de nada. Su rendimiento laboral es mínimo y la accesibilidad de la ciudadanía a nuestros representantes públicos es mínima o inexistente.
Falsas libertades que nos esclavizan más que nos liberan en su pura esencia. Usos y costumbres declaradamente indecentes. Y una acelerada desnaturalización de la identidad humana a marchas forzadas.
Esta es una degradación generalizada, no es solo una cuestión de ciertos grupos que ejercen una fuerte presión social, que también es cierto. Se trata de que estamos perdiendo el rumbo en muchos aspectos vitales de nuestra humanidad en nombre de una progresía falaz.
Estamos perdiendo nuestra esencialidad, nos están engañando a lo bestia amigos. Estamos asistiendo a un nuevo flautismo de Hamelin que está arrastrando a las masas hacía donde “ellos” quieren. Esto es cada vez más la cultura del caos político que una democracia responsable.
Alguien creíble y de amplio consenso entre nosotros debe de atreverse a postularse para acceder al hemiciclo y representar el pensamiento cristiano, que sin duda siempre será aceptado por muchos y criticado por otros tantos, y siempre estamos en el mismo bucle, pero hemos de salir de nuestro ostracismo.
Tiene que ser un único candidato, que intuyo que tendrá una corta duración en la cámara, entre dos o tres años máximos, pero que puede dejar huella en muchos aspectos, tanto legislativos como morales.
No quiero proponer a nadie que se envuelvas en ninguna bandera política porque no son la verdadera solución a nuestro problema, que por cierto es más sistémico que otra cosa.
Aunque pueda parecer una utopía delirante para algunos, quiero decir a viva voz que solo Jesús el Hijo de Dios nos puede sacar de este atolladero: “Si el Hijo de Dios nos liberta de nuestras servidumbres morales seremos auténticamente libres”.
Todavía no es demasiado tarde, si nos arrepentimos sinceramente de nuestras maldades y nos volvemos a este buen Dios que tanto nos ama, a pesar de muchos pesares, entonces veremos una verdadera transformación tanto personal como colectiva en nuestro amado país. La esperanza todavía no está del todo perdida…
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