El cielo es muy real
La vida aquí en la tierra apenas es un simple ensayo general para la gran cita eterna.
29 DE MARZO DE 2025 · 22:00

Algunas veces pienso en el Cielo, claro que me estoy refiriendo a esa dimensión desconocida del ultramundo. Porque el Cielo es sencillamente la eternidad. El Dios Todopoderoso vive en el tercer cielo, un lugar más allá del vasto Universo y de todas las galaxias existentes. Cuando oramos el Padrenuestro pidiéndole a Dios que venga su Reino a la tierra y que se haga su voluntad en la tierra como se hace en el Cielo, me hace pensar en una intensa y armoniosa actividad celestial (esto es lo que algunos llaman la utopía perfecta); esta es una deducción elemental sobre lo que el mismo Jesús nos enseñó a propósito del valor cotidiano de la oración. Se trata de pedirle a Dios una y otra vez que traiga su poderosa influencia celestial al planeta tierra, plagado de miserias y calamidades humanas.
Pero el pantallazo más aproximado de lo que será el Cielo nos lo ofrece el visionario Juan en los capítulos finales de su Apocalipsis, donde vemos un cielo nuevo y una tierra nueva y también la gran y espectacular ciudad de Dios que en definitiva nos muestra un mundo nuevo y perfecto en todos sus aspectos. No me interesa en absoluto defender ante nadie la existencia real del Cielo de Dios porque para los que hemos nacido de nuevo es una clamorosa obviedad además de una bendita esperanza.
En el Cielo actualmente está Dios Padre y Dios Hijo en una perfecta interacción con el Espíritu Santo entre el Cielo y la tierra y también están multitud de ángeles de diversos rangos conformando un gran ejército celestial. Al parecer la actividad en el cielo es realmente impresionante y supera todas las expectativas imaginables, según nos revela el mismo apóstol Pablo, quien incursionó de forma misteriosa en el mismo Paraíso y presenció cosas nunca vistas y oyó palabras indecibles que a los humanos no se nos permite expresar.
Cuando por fin entremos en los planes eternos de Dios y se escriba la historia de esa nueva humanidad, sin tiempo cronos, nos daremos cuenta de que estaremos no solo ante un mundo realmente fascinante, sino que ante todo, estaremos para siempre con el Señor disfrutando de su gloriosa presencia y de su imperturbable atmosfera de paz.
En el Cielo experimentaremos una felicidad interminable y perfecta. Esa alegría en estado continuo será indescriptible, porque en Su presencia siempre hay plenitud de gozo. Si bien no es comparable a ciertos momentos de gran intensidad emocional, sí que es un cierto reflejo de ese gozo desbordante que a veces sentimos en nuestros corazones en diversos momentos de nuestra vida y también por ser herederos de una salvación tan grande y generosa como la que hemos recibido por su pura Gracia.
La vida aquí en la tierra apenas es un simple ensayo general para la gran cita eterna, quienes desaprovechen esta maravillosa oportunidad para servir al Dios vivo malgastando su vida en vanidades ilusorias y simples ociosidades terrenales no podrán gozar de una amplia y generosa entrada en esa gran ciudad celestial, aunque algunos serán salvos así como por fuego, por la infinita gracia de Nuestro Señor Jesucristo, mientras que otros tantos ni siquiera podrán entrar.
Por lo cual, con estas palabras tan esperanzadoras quisiera despertar el limpio entendimiento de quienes nos confesamos hijos de Dios y amamos su venida. Somos muchos los que nos sentimos ansiosos por ver cara a cara a nuestro bendito Salvador en esa preciosa ciudad eterna que es alumbrada por la divina luz de su misma presencia.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - El cielo es muy real