Soy un esclavo que ama a su Señor...

Soy muy feliz sirviendo al mejor de los amos y que aunque pudiera vivir diez mil vidas aquí en la tierra, seguiría siendo impagable mi eterna deuda de gratitud hacia mi Salvador.

10 DE AGOSTO DE 2024 · 22:21

Imagen de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@guillaumedegermain?utm_content=creditCopyText&utm_medium=referral&utm_source=unsplash">Guillaume de Germain</a> en Unsplash.,
Imagen de Guillaume de Germain en Unsplash.

Estoy cumpliendo más de cuarenta años al servicio del Señor Jesucristo pastoralmente, y me puedo identificar totalmente con las palabras inspiradas del apóstol Pablo, cuando dice: "Pero cuantas cosas eran para mi ganancia las he estimado como perdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como perdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura para ganar a Cristo, y ser hallado en Él..." Filipenses 3: 7-9.

Quizás pueda parecer un tanto extremista esta declaración pública, de que soy y me declaro un esclavo de Jesucristo. Porque me siento en una deuda de infinita gratitud hacia mi amado Señor. El me libró de la servidumbre inmoral del pecado y del pernicioso poder de Satanás. Yo era un auténtico esclavo de mis bajas pasiones y de otras muchas miserias humanas; Jesús me rescató y me hizo un hombre auténticamente libre. Y desde mi libertad personal he decidido convertirme en un "doulos", un esclavo incondicional de Jesucristo. Algunas veces he llegado a pensar que hubiera sido muchísimo mejor, no haber sido creados como seres libres (soy consciente de que este punto de vista, algunos me lo podrían discutir teológicamente). Creo que siempre me podría fiar de las soberanas decisiones de un Dios tan sabio, justo y en gran manera bueno.

Pero me admira el alto riesgo que supuso para Dios otorgarnos el libre albedrío y convertirnos de esta manera en criaturas semejantes a Él en autonomia y capacidad volitiva para decidir nuestro propio destino y esto es algo realmente maravilloso.

Es cierto que en alguna que otra ocasión mi carne y mi engañoso corazón (a quien considero mi falso profeta) me dicen, "vive la vida a tu manera y olvídate del camino de la renuncia a tus legítimos derechos, porque tú eres un hombre libre”. Y yo respondo de nuevo, diciéndole a mi alma, a mi carne y a las huestes espirituales de maldad que intentan ejercer presión sobre mi vida y ministerio de esclavo, que soy muy feliz sirviendo al mejor de los amos y que aunque pudiera vivir diez mil vidas aquí en la tierra, seguiría siendo impagable mi eterna deuda de gratitud hacia mi Salvador.

Jesús es mi Luz y mi Salvación, Él es mi bien más preciado y mi verdadero benefactor en todos los aspectos de mi vida actual.

Yo creo en los milagros reales a día de hoy, no en los espejismos, pero mi mayor milagro es Él mismo. He muerto a mis ambiciones personales, no me interesa para nada el prestigio social ni cualquier otra distinción humana, lo mejor de la vida es conocerle a Él, amarle y servirle con buen ánimo y vivir con el gozo del Espíritu Santo en nuestros corazones. Lo importante de mi historia personal no soy yo, es mi Amado Jesús a quien se lo debo todo, absolutamente todo...

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