Los hijos del trueno
Los ojos del Señor están rastreando la tierra con el propósito de alistar a corazones valientes para misiones especiales, ¿serás tú uno de ellos?
10 DE OCTUBRE DE 2020 · 23:45
Quizás pueda estar influido por el viejo comic de mis años mozos, me refiero al Capitán Trueno, que tanto inspiraba mi aventurera imaginación juvenil. Sin embargo, este no es exactamente el caso, me estoy refiriendo a la descripción que el evangelista Marcos nos ofrece sobre los hermanos Juan y Jacobo, ambos apóstoles de Jesús quien les apellidó como hijos del trueno. Algunos comentaristas sugieren que era sencillamente un apelativo que caracterizaba su impulsividad (Lucas 9:51-56; Marcos 3:17), pero me resisto a compartir tal suposición porque los nombres que Jesús asignaba a los suyos siempre tenían un carácter profético positivo. Otra acepción podría ser hijos del estruendo, que también es un buen sinónimo. Los hijos del trueno nos sugieren potencia, energía y audacia, características que se corresponden perfectamente con Juan y Jacobo, dos fieles y apasionados servidores del Señor Jesús hasta el final, incluyendo el martirio de Jacobo tempranamente.
En todas las generaciones, Dios siempre tiene un remanente que podríamos describir como hijos del trueno por su fuerza de convicción y su gran intrepidez para realizar tareas sumamente arriesgadas en el avance del reino de Dios en el mundo. Es precisamente en esta inquietante generación donde los ojos del Señor están rastreando la tierra con el propósito de alistar a corazones valientes para misiones especiales, ¿serás tú uno de ellos? (Salmo 101:6).
Examinando las Escrituras acerca de las diferentes características de “hijos”, también identifico a los hijos de luz y esta descripción presupone que somos todos aquellos que hemos seguido a esa Luz verdadera que vino a este mundo y a nuestras vidas en la persona de Jesucristo. Los hijos de luz, de facto, ejercemos una sana y poderosa influencia dondequiera que vayamos, (en algunos casos con deshonrosas excepciones). La luz también nos visibiliza “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre celestial”, y definitivamente la luz rompe las tinieblas e influye poderosamente sobre la oscuridad (Mateo 5:16 Efesios 5:8)
Profundicemos en nuestra verdadera identidad como participantes de la naturaleza divina.
Otra descripción implícita que descubro en el evangelio de Juan es la de hijos del viento. Esta se encuentra en la respuesta de Jesús a Nicodemo: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8). Carl Lewis, el laureado velocista olímpico, era llamado “hijo del viento” por su asombrosa rapidez competitiva (por cierto, un ferviente creyente evangélico). Esta expresión nos habla de agilidad espiritual, tenacidad y determinación en la vida. Los nacidos del agua (la Palabra) y del Espíritu nos convertimos en los hijos del viento, ¡qué gran dotación divina para nosotros Sus hijos! Otra bendita descripción es la de hijos de paz (Lucas 10:6; Mateo 6:5) y esta nos habla de nuestra verdadera naturaleza como agentes de paz y de reconciliación para este mundo perdido en sus muchos extravíos y violencias humanas. Nuestro mensaje es el Evangelio de la paz vertical y horizontal con Dios y con los hombres.Y, por último, la descripción más bella de todas es que somos los hijos de Dios: “Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. Esto nos habla de estirpe divina y de un alto honor y privilegio (1ªJuan 3:1-2). Hijo/a de Dios, ve con la cabeza bien alta por la vida porque tu Padre es nada más y nada menos que el Dios de dioses. ¡Aleluya!
Estas cinco características tienen que definir a los verdaderos hijos del Dios Altísimo en esta perversa generación, por tanto, profundicemos en nuestra verdadera identidad como participantes de la naturaleza divina. Soli Deo Gloria. [email protected]
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Los hijos del trueno