Don Quijote con fondo bíblico: el caballero del bosque
De disfraces iba el tema.
13 DE DICIEMBRE DE 2024 · 10:42
Cuatro capítulos de esta segunda parte de Don Quijote ocupan las aventuras que tuvieron lugar entre dos caballeros y dos escuderos, los XII, XIII, XIV y XV.
La noche que siguió al día del encuentro con el carro de la Muerte la pasaron Don Quijote y Sancho sumidos en interesante conversación. Comieron de lo que Sancho llevaba en alforjas cargadas por el rucio y se tumbaron debajo de unos altos y sombrosos árboles.
Tratando de los ocupantes de la carreta Don Quijote dice a su escudero que en la comedia se pueden introducir numerosas figuras, pero en llegando al fin es cuando se acaba la vida, a todos les quita la Muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.
¡Filósofo estaba el caballero!
Son muchos los comentaristas del Quijote que han planteado la misma pregunta: ¿Cómo es que un aldeano sin cultura como era Sancho podía utilizar en ocasiones un vocabulario tan rico, expresarse con tanto entendimiento y juicio? En este capítulo 12 de la novela Sancho lo explica. Dirigiéndose a Don Quijote, aclara: «La conversación de vuestra merced ha sido el estiércol que sobre estéril tierra de mi seco ingenio ha; la cultivación, el tiempo que ha que le sirvo y comunico; y con esto espero de dar frutos de mi que sean de bendición, tales, que no desdigan ni deslicen de los senderos de la buena crianza que vuesa merced ha hecho en el agostado entendimiento mío».
Riose Don Quijote de las afectadas razones de Sancho.
En este entretenido parlamento estaban, que se prolonga en capítulos siguientes, cuando Don Quijote, que dormía, despierta sobresaltado al oír a sus espaldas ruido que procedía de dos hombres que llegaban a caballo. El uno, bajando del animal, dice al otro: apéate y quita los frenos a los caballos, que, a mi parecer, este sitio abunda de yerba para ellos, y del silencio y soledad que han de tener mis amorosos pensamientos.
Por el habla conoció Don Quijote que el tal personaje debía ser caballero andante. Despertó a Sancho, que dormía, y le dijo:
¡Hermano Sancho, aventura tenemos!
El caballero del Bosque, que por este nombre le identifica Cervantes, templa el laud que llevaba consigo y canta un soneto dedicado a su señora.
Luego evoca sus amores y su aventura en un largo párrafo:
«–¡Oh la más hermosa y la más ingrata mujer del orbe! ¿Cómo que será posible, serenísima Casildea de Vandalia, que has de consentir que se consuma y acabe en contínuas peregrinaciones y en ásperos y duros trabajos este tu cautivo caballero? ¿No basta ya que he hecho que te confiesen por la más hermosa del mundo todos los caballeros de Navarra, todos los leoneses, todos los andaluces, todos los castellanos y, finalmente, todos los caballeros de la Mancha?»
No es difícil ver a Don Quijote con el rostro encendido y la mano derecha empuñando la lanza. En esta ocasión se contuvo. Se limitó a decir al Caballero del Bosque: «Eso no, que yo soy de la Mancha, y nunca tal he confesado, ni podía ni debía confesar una cosa tan perjudicial a la belleza de mi señora».
Ambos caballeros se tranquilizan. Pero siguen defendiendo cada uno a su señora.
Don Quijote y el Caballero del Bosque acuerdan enfrentarse cuando duerma la noche y despierte el día. Preparados ambos a lomo sobre sus cabalgaduras, Don Quijote mira a su oponente, sin llegar a verle el rostro. La celada le cubría la cara, notó que «era hombre membrudo, y no muy alto de cuerpo».
El Caballero del Bosque, también llamado de los Espejos, montaba un caballo que no era ni mejor ni más veloz que el Rocinante de Don Quijote. Antes de empuñar las espadas y echar mano de las lanzas Don Quijote pidió a su contrincante que alzara un poco su visera para saber con quién peleaba. El otro respondió que tiempo tenía para verle el rostro, resultara vencedor o vencido.
Cuerpos rectos sobre las monturas. Lanzas preparadas.
Espadas en alto.
Estudio del terreno.
Una, dos, tres, comienza el espectáculo.
El del Bosque tomó del campo lo que creyó necesario y emprendió carrera, que sólo era un medio trote. Aún así, el caballo se plantó a mitad del camino. La espada se deslizó. «En esta buena sazón y coyuntura halló Don Quijote a su contrario embarazado con su caballo y ocupado con su lanza, que nunca, o no acertó, o no tuvo lugar de ponerla en ristre. Don Quijote, que no miraba en estos inconvenientes, a salvamano y sin peligro alguno encontró al de los Espejos, con tanta fuerza, que mal de su agrado le hizo venir al suelo por las ancas del caballo, dando tal caída, que, sin mover pie ni mano, dio señales de que estaba muerto».
Don Quijote se apea de Rocinante. Al alzar la visera del caballero tendido, casi se le para el corazón. El derrotado era el bachiller Sansón Carrasco, uno de los personajes esencial en la segunda parte de la novela, a quien algunos críticos consideran novio de la sobrina de Don Quijote. Sin pretender matarlo, quiere vencerlo para que Don Quijote, bajo promesa, vuelva a su pueblo, con los suyos. No acertó en las intenciones.
De disfraces iba el tema.
La Biblia, atenta a todos los temas que circulan por el cerebro humano, registra en su primera parte, Antiguo Testamento, los nombres de cinco personajes que se disfrazaron en diferentes ocasiones y por distintos motivos. El rey Saúl (1ªSamuel 28:8). Un profeta (1º de Reyes 20:38). El rey de Israel (1º de Reyes 22:30). El rey Josías (2º Crónicas 35:22). La mujer de Jeroboam (1º de Reyes 14:2).
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