Dios en la poesía española contemporánea (IV)

Contrariamente a la generación del 98, la del 27 abre las puertas a la poesía concibiendo a Dios, en palabras de Unamuno, “como espíritu y no idea, amor y no dogma, vida y no lógica”."/>

La generación del 27 y Dios

Dios en la poesía española contemporánea (IV)

Contrariamente a la generación del 98, la del 27 abre las puertas a la poesía concibiendo a Dios, en palabras de Unamuno, “como espíritu y no idea, amor y no dogma, vida y no lógica”.

14 DE NOVIEMBRE DE 2009 · 23:00

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García Lorca, uno de los más destacados representantes del 27, da muestras de inquietudes espirituales en el poema “abandono”.
¡Dios mío, Lázaro soy! Llena de aurora mi tumba, da a mi carro negros potros. ¡Dios mío, me sentaré sin preguntas y con respuesta a ver moverse las ramas!
Para Lorca, lo que está verdaderamente roto es el hombre, no Dios. Así, en su poema “Canción”:
No es lo que está roto, no, la caja del pensamiento; lo que está roto es la idea que la lleva a lo soberbio. No es lo que está roto Dios, ni el campo que Él ha creado; lo que está roto es el hombre que no ve a Dios en su campo
Gerardo Diego eleva una oración en POETAS SIN PALABRAS dirigida al primero de los poetas, Dios:
¡Dios mío, tú el Poeta! ¿Por qué no me concedes la gracia de acertar a decir cosas bellas? Dame que yo consiga –merced de las mercedes- interpretar las flores, traducir las estrellas. Tú, Señor, que a los mudos ordenabas hablar, y ellos te obedecían. Pues mi alma concibe bellas frases sin forma, házmelas tú expresar. Ordénale ya “Habla” al poeta que en mí vive.
Ignoro por qué Ángel González, cuando escribe EL GRUPO POÉTICO DE 1927, excluye a Juan Ramón Jiménez. Pedro Laín Entralgo tampoco le da cabida en su ensayo LA GENERACIÓN DEL 98. ¿A cuál de estas dos generaciones perteneció el premio Nobel, autor de Platero y yo? Eugenio D´Ors lo arrincona en lo que llama “Generación novecentista”, donde figurarían también Ortega y Gasset y Ramón Gómez de la Serna. Ganas de marear la perdiz. Si nos atenemos a la cronología cabal, matemática, habría que excluir a autores que figuran en generaciones a las que no pertenecen con la partida de nacimiento a la vista. Gregorio Prieto, en LORCA Y LA GENERACIÓN DEL 27, incluye en esta generación a los nacidos entre 1894 y 1908. Juan Ramón es de aquellos tiempos. Nació el 24 de diciembre de 1881. Para Lola Galán, Juan Ramón es un hombre del 27. O aceptamos esta tesis o lo abandonamos solitario en una barca, cruzando un estrecho marítimo entre dos generaciones. Yo dejo a Juan Ramón en el 27. Lo dejo como uno de sus más ilustres representantes, si no el que más. Para analizar y profundizar la idea de Dios en Juan Ramón Jiménez no hay cosa mejor que leer su libro DIOS DESEADO Y DESEANTE, sin marginar el prólogo de Sánchez Barbudo a la edición publicada por Aguilar en 1964. Aquí, la conciencia que de Dios tiene Juan Ramón es clara, como su poesía. Las imágenes que usa para definir y expresar a Dios están tomadas de la naturaleza, fuente de su inspiración poética, no de catecismos ni de comentarios bíblicos. Con todo, el Dios de Juan Ramón tiene más de Dios bíblico, aunque escriba la inicial siempre en minúscula, que el Dios que aparece en la SUMA TEOLÓGICA de Santo Tomás. He aquí tres breves muestras. Juan Ramón no quiere un Dios producto de la imaginería humana:
Yo no necesito en mí que tú, Dios, seas ese dechado nulo que millones de manos, sin saber lo que hacían, te bordaron
Evoca al Jesús de su niñez:
A ti, mi Dios deseado y deseante, sólo puedo llegar por fe, fe de niño o fe de viejo. En mi niñez, niño de España, yo supe de Jesús, el niño Jesús, el niñodiós, como dijeron y yo decía entonces; y en Jesús, que iba creciendo conmigo, yo fui viendo a mi Dios de entonces, su Padre, el Padrediós, el Padre eterno
En una sorprendente declaración de fe, Juan Ramón cree que él irá un día al paraíso con todos aquellos a quienes ama:
Yo sé que si Jesús está en el paraíso que prometió al ladrón, con su Padre, allí llegaré yo con los que amo, que yo creo en la palabra del Cristo como creyó el ladrón, por su belleza, pues sin duda el buen ladrón era un poeta; y allí estará el Padre que Jesús no me dijo cómo era, cómo es, y yo no me lo puedo figurar. Jesús vio la belleza en su verdad y yo veo mi verdad en la belleza, en la belleza natural y en la belleza moral, ideal, espiritual de ese espíritu ideal y moral que Jesús encomendó desde la cruz a su Padre; la belleza que Él dijo a todos que era el amor, su fe primera.
Artículos anteriores de esta serie:
 1José Mª Pemán me acercó a Dios 
 21898 y 1927: dos generaciones y Dios 
 3La generación del 98 y Dios 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - La generación del 27 y Dios