La mujer en los evangelios: María de Betania

Su carácter presenta un hermoso cuadro: contemplativa, confiada, cariñosa; para ella el cielo consistía en sentarse a los pies de su adorado Maestro y Señor.

27 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 10:14

Imagen de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/fotos/mujer-de-pie-en-campo-marron-9VAUNy23g4A#:~:text=Foto%20de-,Patrick%20Langwallner,-en%20Unsplash">Patrick Langwallner</a>, Unsplash.,
Imagen de Patrick Langwallner, Unsplash.

Un texto en Lucas 8:1-3 trata de mujeres que seguían a Jesús. Marcos cuenta que el Señor no permitió que le siguieran algunos hombres que habían sido curados por Él. El motivo de admitir a estas mujeres lo da a entender el evangelista diciendo que “le servían de sus bienes”. En su pobreza Cristo experimentaba la necesidad de aquella cooperación y ayuda.

Al tratar de la mujer en los Evangelios inicio la serie con María de Betania.

En tiempos de Jesús Betania era una pequeña ciudad situada a tres kilómetros de Jerusalén, en la vertiente oriental del monte de los Olivos. Allí vivián tres hermanos: Marta, María y Lázaro.

Jesús era Dios, pero era también hombre. Como hombre experimentaba el cansancio de su agotador trabajo. Juan lo confirma: “Jesús, cansado del camino”. (Juan 4:6). Cuando esto le ocurría buscaba refugio y descanso en el hogar de los tres hermanos. En una ocasión, después de discutir con escribas y fariseos, Mateo dice que los dejó “salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí”. (Mateo 21:17).

Llegado a la casa donde habitaban los tres hermanos, la primera en recibirlo fue María, “la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra”. (Lucas 10:39).

¡Gran mujer!

¡Gran creyente! ¡Gran alma deseosa de aumentar el conocimiento de la divina palabra!

Su carácter presenta un hermoso cuadro: contemplativa, confiada, cariñosa; para ella el cielo consistía en sentarse a los pies de su adorado Maestro y Señor.

Jesús había ido allí en busca de descanso, pero María no lo dejaba. (Lucas 10:29).

Háblame, decía a Jesús. Él le diría: María, vengo cansado. He hablado a cinco mil personas. Sí, respondería ella, pero ahora háblame a mí. Háblame de la Palabra.

A continuación “María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjuagó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume”. (Juan 12:3).

Lucas cuenta la historia de otra mujer que estando Jesús comiendo en casa de un tal Simón el fariseo, se acercó a Él, vertió un frasco de alabastro con perfume y llorando comenzó a regar con lágrimas sus pies y enjugarlos con sus cabellos. (Lucas 7:36-38).

Algunos comentaristas del Nuevo Testamento sostienen que esta mujer era la misma que María de Betania. No lo era en absoluto. Entre otras muchas razones, de la mujer en Lucas 7 se dice que era pecadora, y María de Betania era una joven pura.

¡A los pies de Jesús! Así hemos de vivir. Él no está físicamente con nosotros, pero tenemos cuatro Evangelios de historia y biografía.

Podemos y debemos dedicar un tiempo a solas y estar a sus pies leyendo Su palabra y orando.

 

Por un año más
¡Protestante Digital te necesita! Tenemos por delante un gran reto económico. Por eso, hoy te invitamos a ser parte comprometida de esta misión y desafío para asegurar y potenciar la continuidad de Protestante Digital y Evangelical Focus en 2024.

Puedes encontrar más información en apoya.protestantedigital.com.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El color de mi cristal - La mujer en los evangelios: María de Betania