Jorge Manrique (Siglo XV)
Decía Menéndez y Pelayo de sus Coplas que, “arrancando del dolor individual, se levantan a la consideración del dolor humano en toda su amplitud y trascendencia”.
24 DE DICIEMBRE DE 2021 · 11:28

Nació Jorge Manrique en torno al año 1440 en el pequeño pueblo Paredes de Nava, provincia de Palencia. Por tradición familiar heredó su afición por las letras, pero también por las armas.
Con otros miembros de su familia participó de las intrigas y luchas que animaron la subida al trono de los reyes católicos. Su poesía de los primeros años estuvo caracterizada por incursiones en el amor y el erotismo. Estas inclinaciones aparecen en composiciones tales como Castillo de amor y Escala de amor, de extraordinaria delicadeza, como cuenta: “Porque estando él durmiendo le besó su amiga”.
En lucha contra el marqués de Villena, enemigo del rey, fue herido. Murió pocos días después, en 1478.
La obra poética más conocida de Manrique son las Coplas a la muerte de su padre. Decía Menéndez y Pelayo que “estas Coplas, arrancando del dolor individual se levantan a la consideración del dolor humano en toda su amplitud y trascendencia”.
Coplas a la muerte de su padre, Rodrigo Manrique.
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
mas que duró lo que vio,
pues que todo ha de pasar
por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir,
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquel
que atendemos.
Aun aquel Hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió
a nacer acá entre nos,
y a morir en este suelo
do murió.
Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor
aun primero que miramos
las perdemos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Dios en la poesía religiosa española - Jorge Manrique (Siglo XV)