John Henry Newman, “doctor” de la Iglesia. El acto teológico más significativo de León XIV (hasta ahora)

El catolicismo romano es un formidable agregador religioso y sus “doctores” son piezas de su rompecabezas teológico. ¿Por qué Newman? Aquí hay dos posibles razones.

  · Traducido por Rosa Gubianas

13 DE SEPTIEMBRE DE 2025 · 18:00

John henry Newmann. / Image: H. R. Barraud, dominio público.,
John henry Newmann. / Image: H. R. Barraud, dominio público.

La concesión del título de «Doctor de la Iglesia» a John Henry Newman (1801-1890) es uno de los primeros actos teológicamente significativos del papado de León XIV y tiene un valor simbólico de cierta importancia.

Por esta razón debe tenerse en cuenta. El título es un reconocimiento de autoridad y una indicación de que la obra del «doctor» (que, antes de ser declarado como tal fue reconocido como «santo») es una importante fuente de inspiración para el catolicismo romano.

La Iglesia Católica Romana reconoce a 38 Doctores de la Iglesia (incluidas cuatro mujeres): desde padres antiguos y medievales como Agustín hasta Tomás de Aquino, desde el apologista antiprotestante Roberto Belarmino hasta el defensor de la mariología barroca, Alfonso de Ligorio.

La lista de doctores refleja la catolicidad de Roma: su deseo de abarcar Occidente y Oriente, teólogos y místicos, la antigüedad y la modernidad. El catolicismo romano es un formidable agregador religioso y sus «doctores» son todas piezas de su rompecabezas teológico.

El último doctor en ser reconocido fue John Henry Newman. ¿Por qué Newman?

Aquí hay dos posibles razones.

1. Newman era un «converso» del anglicanismo

En su juventud, había sido anglicano con algunas inclinaciones evangélicas. Luego, al estudiar el desarrollo de los dogmas a su manera (en su ensayo The Development of Christian Doctrine  [El desarrollo de la doctrina cristiana] [1845]), Newman llegó a la conclusión de que el catolicismo romano (incluidos el Concilio de Trento y los dogmas marianos) era el cristianismo apostólico y que la Iglesia de Roma era la verdadera iglesia.

Más tarde se convirtió en sacerdote, un venerado teólogo católico y cardenal de la Santa Iglesia Romana. Su famosa frase se ha convertido en uno de los mantras de los conversos del protestantismo al catolicismo: «Profundizar en la historia es dejar de ser protestante».

Hay que decir que la experiencia religiosa previa de Newman nunca se basó en los dos pilares evangélicos de la autoridad suprema de las Escrituras y la justificación por la fe sola.

Además, a pesar de su aparente sofisticación y posterior éxito, su teoría sobre el desarrollo del dogma asume la infalibilidad de Roma en lugar de demostrarla.

Dicho esto, la biografía de Newman encarna la de un converso al catolicismo romano para quien el protestantismo es teológicamente infantil y carece de memoria histórica; el catolicismo romano, por otro lado, abarca la plenitud y la riqueza de la fe. Muchas historias de conversión a Roma han encontrado un modelo en Newman.

Ya se le considera el santo patrón de los anglicanos que se convirtieron al catolicismo romano. Ahora que ha sido proclamado «doctor», ¿podría ser que León XIV quisiera presentarlo como un modelo para los protestantes de todo tipo que están fascinados por la «gran tradición» (por ejemplo, la reciente adhesión al anglicanismo del teólogo Matthew Barrett)?

Antes de Newman, el papa Francisco había conferido el título honorífico de «doctor» a Ireneo de Lyon (nacido en el año 130 dC). Al hacerlo, el catolicismo romano se apropió de un gran padre de la Iglesia, también estimado por los evangélicos por su doctrina trinitaria de la creación.

Ahora, con Newman como «doctor», Roma quiere señalar la forma católica romana de leer a los Padres y profundizar en la Tradición a aquellos que coquetean con ella.

2. Newman es una de las principales fuentes de inspiración de la teología del Concilio Vaticano II

Newman sentó las bases para una comprensión dinámica de la Tradición al promover la perspectiva del catolicismo romano como un todo orgánico y vivo.

Si en el siglo XIX el catolicismo neotomista corría el riesgo de quedarse estancado en un sistema cerrado y doctrinario, centrado exclusivamente en la defensa de las instituciones y prácticas «romanas», Newman introdujo la categoría de «desarrollo» en la teología católica romana.

Esto forma parte de la gramática de la «actualización» (aggiornamento) adoptada por Juan XXIII al convocar el Concilio Vaticano II (1962-1965) y luego en la «renovación» que siguió.

De hecho, es imposible comprender la teología católica romana actual, pluralista y cambiante, sin referirse (también) a Newman. Hoy en día, el catolicismo romano no se limita a repetir el pasado sino que ha redescubierto la dinámica de la inclusión, hasta la de la «reforma», sin dejar de comprometerse con su naturaleza inmutable.

Debido a su teología del «desarrollo», Newman es impopular entre los católicos tradicionalistas (por ejemplo, la Fraternidad San Pío X).

Sin embargo, no es un exponente de la teología «liberal» o «progresista». No es casualidad que fuera Benedicto XVI quien lo beatificara en 2010, apreciando «su celo por la renovación de la vida eclesial en fidelidad a la tradición apostólica».

Para Newman, el catolicismo romano es el «desarrollo auténtico» del cristianismo, y es este «desarrollo» constante el que nutre su vida y sus actividades.

Al elevar a Newman al rango de «doctor» (entre otras cosas, fue León XIII quien lo nombró cardenal), León XIV se ajusta plenamente al Concilio Vaticano II, que actualizó la catolicidad de la Iglesia sin perder de vista su carácter romano.

Por (al menos) estas dos razones, León XIV llevó a cabo quizás el acto teológico más significativo de su pontificado inicial: siguiendo la estela del Concilio Vaticano II, con la intención de atraer a Roma a los no católicos, principalmente a los protestantes inquietos.

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