La identidad cristiana en la tierra se trabaja poco

Seamos personas orientadas hacia el cielo, pero con un fuerte compromiso aquí en nuestro suelo tal y como la Biblia nos demanda.

28 DE OCTUBRE DE 2025 · 18:05

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@philreid">Phil Reid</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Phil Reid, Unsplash CC0.

Las iglesias intentar trabajar más la identidad de sus miembros pensando en el cielo que pensando en la tierra. Lo que debe ser la identidad del cristiano en la tierra se trabaja poco.

Muchas veces en nuestros rituales cúlticos nos preparan más mirando al cielo que ayudándonos a descender a la esfera de la realidad en donde hemos de mostrar una identidad diferente de aquellos que no tienen esperanza.

Debemos trabajar más el tema de cuál debe ser nuestra identidad cristiana en la tierra para que pueda ayudar a cambiar el mundo.

Se necesitan, sin duda, pastores y líderes que enseñen y recuerden a aquellos que asisten a los templos que su identidad en la tierra consiste en que somos un pueblo con una llamada al servicio y a impregnar la sociedad en la que Dios nos ha puesto con los valores que irrumpen en nuestra historia con la venida de Jesús al mundo.

Nuestra identidad cristiana en la tierra debe ser una identidad profética que nos conciencie de que podemos ser elementos de cambios sociales en bien del prójimo, que debemos de luchar contra la injusticia, contra las opresiones, contra los abusos de los fuertes contra los más débiles.

Una identidad denunciadora de los despojos egoístas que se hacen de muchas personas reduciéndolas a la pobreza y el sufrimiento, para así mostrar que los cristianos podemos ser elementos de cambio social que acerque los valores del Reino a tantos y tantos que sufren hoy en nuestras sociedades desiguales e inmisericordes.

Todo esto debe formar parte de nuestra identidad cristiana en este mundo no solo siguiendo las líneas proféticas, sino las líneas de nuestro Maestro que entroncó de una manera total con estas líneas, con el trabajo a favor de los débiles e injustamente tratados del que nos dejaron ejemplo los profetas y Jesús mismo.

El trabajar nuestra identidad cristiana en relación con el más allá y preparándonos en líneas de salvación eterna, debe conllevar también, si queremos que sea un Evangelio integral, el trabajo y la búsqueda de las características que debe tener la identidad cristiana en nuestro aquí y nuestro ahora en relación con la projimidad.

El cristiano debe encontrar su identidad también trabajando contra tantas y tantas estructuras creadas por el egoísmo humano, estructuras de pecado y de maldad que se han arraigado en nuestra historia presente y que oprimen y dejan tirados al lado del camino a aquellos coetáneos nuestros que están en debilidad y que caen bajo la astucia de los opresores, de los que, en su necedad, según afirma Jesús mismo, caen en acumulaciones desmedidas e injustas que dejan a tantos en el sufrimiento del no ser de la marginación social.

Este trabajo de mostrar la identidad cristiana en nuestro aquí y nuestro ahora es nada menos que la evangelización de una cultura consumista, opresora y despojadora que valora la riqueza como prestigio, el poder del dinero y el encumbrarse los fuertes sobre los demás de forma inmisericorde.

La identidad terrenal de los cristianos se reduce al servicio que debe hacer un pueblo con una misión imprescindible para poder vivir la auténtica espiritualidad cristiana.

De ahí que se pueda hacer un llamamiento a los responsables en las iglesias para que vean claramente esta visión que debe conformar su misión de enseñanza y concienciación para que se amplie la visión de la responsabilidad cristiana que no acaba con una mirada hacia el cielo, sino que debe también dirigirse hacia la tierra allí donde nuestro prójimo sufre y es abusado en tantos y tantos aspectos.

Nuestra identidad cristiana se debe mostrar claramente en un mundo de dolor.

Se necesitan dirigentes con visión, pastores y responsables de iglesias que capten la importancia de que en la identidad cristiana esté también esta parcela importante que atañe a nuestras responsabilidades en nuestro aquí y nuestro ahora a favor de los pobres, de los que sufren racismo o xenofobia, en contra de la feminización de la pobreza, en defensa de los débiles, de los diferentes, de los migrantes, de los injustamente tratados, de las víctimas de la violencia en el mundo, de los despojados y empobrecidos.

La identidad de los cristianos en la tierra debería estar abriendo líneas de esperanza ante los que ven el compromiso con el prójimo de aquellos que han creído en el Evangelio de la gracia y de la misericordia.

Personas orientadas hacia el cielo, pero con un fuerte compromiso aquí en nuestro suelo tal y como la Biblia nos demanda.

No llegar a ser religiosos con cierto misticismo, sino llegar a ser las manos y los pies del Señor en medio de un mundo de dolor, manos tendidas de ayuda comprometidas con el dolor del otro.

Evangelio integral, identidad cristiana completa y comprometida con el mundo. Quizás falte enseñanza y concienciación sobre todo esto en nuestras iglesias.

 

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