Fin de vacaciones. Vivir el tiempo como esclavitud

Gran parte de la felicidad de los humanos es saber poner en las manos del Señor nuestros tiempos.

02 DE SEPTIEMBRE DE 2025 · 16:50

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@miladnb">Milad</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Milad, Unsplash CC0.

Quizás este artículo es para reflexionar después del tiempo vacacional, porque si analizamos la situación del hombre en nuestro aquí y nuestro ahora y, más todavía, si analizamos la situación de los urbanitas, del hombre urbano, podremos comprobar que vivir el tiempo como esclavitud es por estar enredados en continuos quehaceres hasta comprobar, con angustia vital o existencial, que nos falta el tiempo, que no llegamos a todo, que no podemos vivir con el más simple sosiego.

Es entonces, cuando esta angustia nos invade y no sumerge en un estrés vital agobiante, cuando caemos en la trampa de la esclavitud del tiempo. Vidas esclavizadas.

Así, aplastados y sometidos a nuestros trabajos, podemos vivir una especie de tragedia personal que nos impide ser libres y dueños de nosotros mismos. Somos esclavos del tiempo.

El mensaje del Eclesiastés de que “todo tiene su tiempo” dando un relato de tantas y tantas actividades creativas, de ocio, de silencio enriquecedor y otros, no es un espacio temporal conocido para muchos hoy.

El trabajo, el movimiento, el estrés y las prisas secan nuestro cerebro y nos convertimos en seres a los que les falta el verdadero sentido de lo humano, el vivir la vida con un mínimo de reflexión, de sosiego y de descanso.

La esclavitud del tiempo. Una especie de tragedia personal para muchos en nuestro mundo hoy. Deberíamos buscar tiempo de calidad en nuestras vidas en todos los momentos del año, tiempo para meditar, para pensar.

Recordad aquel refrán español que nos dice que “no hemos de vivir para trabajar, sino trabajar para vivir”. Debemos evitar que nuestros rostros sean máscaras atrapadas por el estrés, por las prisas y el deseo de ganancias quizás no totalmente necesarias.

La esclavitud del tiempo nos hace en muchos casos caminar por el mundo con sonrisas apagadas, olvidadas muertas y con miradas cansadas y perdidas en el trajín de lo innecesario.

Deberíamos buscar vidas mucho más acordes con lo humano y, desde el punto de vista de nuestro Maestro Jesús, recordad que la vida no consiste en la abundancia de los bienes que se poseen.

No podremos decir al Señor este texto bíblico tan bonito “en tus manos están mis tiempos” si vivimos bajo tiempos esclavizadores que en muchos casos es simplemente por la codicia humana o por el deseo de tener más. En ocasiones las cosas se nos presentan como más importantes que la vida misma.

El tiempo se nos escapa, huye de nosotros, no encontramos tiempo de calidad para la familia, para los hijos… para Dios. El mal uso del tiempo parece que quiere llevarnos a huir de la vida que no entendemos, no sabemos en qué consiste.

¡Analicemos la gran cantidad de quehaceres inútiles a los que nos somete la esclavitud del tiempo! Hombres y mujeres aguijoneados por el tiempo que nos puede esclavizar y eliminar gran parte del sentido de la vida.

El proyecto de Dios no es que el hombre viva en estrés, en inquietud, en agobio. No es un ideal humano ni cristiano el pasar el tiempo, pendientes de nuestra muñeca mirando el reloj, ese artilugio medidor del tiempo que parece que siempre nos está diciendo que nos falta, que hemos de correr mucho más, andar más deprisa.

Es como si ese tiempo se fuera disolviendo en nuestras muñecas a las que miramos constantemente encontrándonos con una esfera que nos dice que el tiempo vuela, pasa, se deshace… como si fuera imposible encontrarlo.

El estrés de las grandes ciudades, el nerviosismo, la falta de tiempo, la esclavitud del horario que, en muchos casos, parece que el reloj es un artilugio diabólico para sumergirnos en la ansiedad. El tiempo mal usado, el reloj que nos enloquece, es como el amo que tiene el látigo para castigar a los esclavizados.

¿Hay tiempo para Dios? Os dejo la pregunta para que vosotros deis la respuesta. ¡Qué pena que, para muchos, el tiempo esté en su muñeca izquierda en donde mira con ansiedad el desplazamiento de unas manecillas de reloj que se mueven dentro de una esfera en movimiento circular!

Pues no, el tiempo, el tiempo de calidad, es otra cosa. Tenemos que aprender a vivir el tiempo que el Señor nos da.

Tenemos dos opciones para la vivencia del tiempo: O lo vives como espacio creativo, de reflexión, de reposo y satisfacción, como actividad lúdica, o lo vives —o en su caso lo matas— convirtiéndolo en algo utilitario, transformándolo en un desasosiego y una ansiedad que nos elimina, que nos impide vivir dentro de las pautas en las que se debe desarrollar lo humano.

Lo podemos convertir en prisas, estrés, locas carreras, acelerones a nuestro coche y dolores de cabeza mientras que lo matamos en nuestro frenesí o, en su caso, convertirlo en algo lúdico, de sosiego y de relación con nuestro creador que nos puede ayudar a encontrar tiempos de calidad.

Gran parte de la felicidad de los humanos es saber poner en las manos del Señor nuestros tiempos.

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