La plena actualidad de los ayes de Habacuc

El mensaje bíblico sigue siendo actual, aunque algunos piensen que ya no tiene vigencia, pero las palabras de Dios y de sus voceros los profetas no pierden nunca actualidad.

10 DE JUNIO DE 2025 · 17:25

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@sincerelymedia">Sincerely Media</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Sincerely Media, Unsplash CC0.

A veces se puede preguntar uno si el clamor de Habacuc y sus ayes pueden tener hoy relevancia para un mundo cuando han pasado ya casi treinta siglos.

Habacuc escribe sus ayes a finales del siglo VII a. C. Además de la palabra salvación que suele estar presente en todos los escritos bíblicos, su palabra central, esencial y clave es justicia.

El profeta contempla el mundo en donde observa el dolor de tantas víctimas inocentes y se inquieta como si por su mente pasara la idea de que por qué Dios no actúan ya.

Y es que hoy a nosotros también nos puede parecer que en muchas de las situaciones anómalas, violentas y pecaminosas que se dan en el mundo, Dios se tarda, vemos una simple y aparente tardanza de Dios, percibimos como una especia de silencio divino que parece atronar nuestros oídos.

Podemos pensar que Dios es pasivo ante el sufrimiento del mundo, ante la injusticia, la opresión y explotación de unos hombres por otros que son sus congéneres coetáneos.

Tanto Habacuc como nosotros los creyentes de hoy sabemos que el Dios justo algún día vendrá con su pago, que el mal no va a prevalecer, que los malos fracasarán y que serán condenados, pero, a veces, nos parece que Dios se tarda.

Sin embargo, Habacuc vuelve su mirada a Dios y confía. Es entonces cuando saca fuerzas para la denuncia y para lanzar sus ayes contra los injustos, contra aquellos que son los que despojan a los débiles del mundo y meten la escasez de éstos en sus propias casas.

Habacuc mira al mundo y ve a los despojadores, a los ladrones y opresores de los débiles y de su garganta surge su primer “ay”: “¡Ay del que multiplicó lo que no era suyo!”.

Pregunta: ¿Podría ser válido este “ay” en nuestro mundo de hoy casi treinta siglos después? ¡Cuantas personas hoy multiplican sus graneros, sus cuentas corrientes y agrandan sus fortunas acumulando y codiciando lo que no es suyo dejando en la pobreza e indigencia a tantos y tantos congéneres que son despojados!

¡Cuántos hay que se apropian de riquezas sin fin, pero que pertenecen a todos! ¡Qué curioso que la Biblia siga siendo actual hoy después de tantos y tantos años! Hoy siguen los que acumulan desmedidamente pensando que la tierra es suya.

Este “ay” de Habacuc se da porque existe la codicia y el egoísmo que no desaparecen de la faz de la tierra. Muchos admiran a estos despojadores que se encumbran sobre los demás usando su propia soberbia y prepotencia.

No los admiremos y pronunciemos contra ellos este “ay” de Habacuc que debería estar atronando la tierra. “Triunfadores” que acabarán sucumbiendo ante la justicia de Dios, si no en este mundo y no lo podremos contemplar, será en el otro en donde nadie escapará a la justicia misericordiosa del Dios justo.

El otro “ay” de Habacuc es algo similar al anterior, pero que potencia mucho más la injusticia del codicioso de bienes ajenos: “Ay de los que codician la injusta ganancia para su casa, para poner en alto su nido…”.

Son los que edifican sus lujosas mansiones con el despojo de los débiles. Estos “ayes” se podrían proclamar hoy en el mundo como si se hubieran escrito hoy mismo. ¡Qué consistencia y actualidad del texto bíblico! ¡Cuántos habrá en el mundo hoy que quieren poner en alto su nido a costa del despojo y sufrimiento de los débiles de la tierra! Construcciones lujosas, pero injustas y fundamentadas en la codicia.

Por muy alto que pongan sus nidos y aunque vallen sus propiedades no podrán escapar de la justicia divina. Enriquecidos que no saben ni les interés que los bienes del mundo pertenecen a todos. ¡Qué poco se predica en las iglesias sobre los “ayes” de Habacuc!

Es posible que algunas creyentes que lean esto piensen que eso ya no está de moda hablar así de los enriquecidos injustamente. Piensan que estos mensajes bíblicos ya no son válidos, que pertenecen a otras épocas en las que Dios y sus profetas hablaban de una forma diferente. Pues bien, esos nidos de gran lujo y puestos en alto, acabarán vacío y destruidos. No prevalecerán.

El tercero de sus ayes es más duro, porque se refiere a aquellos que son capaces de derramar sangre para agrandar sus propiedades, sean individuos, familias, pueblos o países.

Pueden edificar ciudades enteras pero manchadas de sangre y de forma injusta despojando siempre a los más débiles. Así reza este “ay”: “¡Ay Del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad!”.

¡Cuidado con los que montan ciudades, pueblos o naciones enteras basadas en el despojo y la iniquidad! Naciones o imperios asentados sobre la sangra y la violencia no podrán ser bendecidas por el Altísimo. Nunca podrán burlas la justicia de Dios.

Os dejo con otros “ayes” de Habacuc que no tenemos espacio para comentar: ¡Ay de ti, que les acercas tu hiel, y les embriagas para mirar su desnudez!” y “Ay del que dice al palo: Despiértate; y a la piedra muda: Levántate”. Ídolos muertos y sin espíritu que, sin duda, gozan de plena actualidad hoy.

El fin de este pequeño artículo es mostrar como el mensaje bíblico sigue siendo actual, aunque algunos piensen que estos mensajes bíblicos ya no tienen vigencia, pero las palabras de Dios y de sus voceros los profetas no pierden nunca actualidad así pasaran cientos de siglos. Aunque a veces no lo entendamos, Dios no se tarda.

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