Llanto por Gaza, llanto por el mundo

Que los creyentes nos convirtamos en agentes de paz que caminan con los valores bíblicos en busca y construcción de una cultura de paz.

03 DE JUNIO DE 2025 · 17:15

Niños en Gaza. / <a target="_blank" href="https://www.flickr.com/people/worldbank/">World Bank Photo Collection flickr</a>,

Nuestro llanto hoy es por Gaza. Nos centraremos en ello, pero antes lo introduciremos con un llanto por el mundo. Nos unimos al profeta Jeremías: “llamad a las plañideras… deshagamos nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados se destilen en aguas”.

Lloramos por los niños muertos por las bombas en las guerras del mundo, por las mujeres asesinadas, por el hambre y la miseria que también los mata y, a su vez, lloramos por el hambre en el mundo, unos mil millones de hambrientos y muchísimos en la pobreza severa.

Nuestro llanto por todas estas situaciones, los problemas de los migrantes de la tierra y muchos otros. ¡Cuántos motivos de llanto!

Hoy en el mundo hay muchos que lloran por las matanzas de niños en Gaza u otras guerras que se dan en el mundo. No es para menos. Como informa Borrell, hoy en Gaza, además de los muchos niños muertos por las bombas o misiles hay 10.000 niños mutilados. Un horror humanitario que parece que nadie puede parar.

¿Qué pasa con la moral? La más mínima decencia moral se ha perdido. Tampoco hablemos de humanidad. Se ha roto. ¡Llamemos a las plañideras que nos ayuden a llorar! De ahí mi grito para que pare la guerra, para que cese toda violencia.

Quizás sea para todos nosotros un llanto liberador, pero mucho más importante sería que esos llantos nos lanzaran a algún tipo de acción comprometida o que nos lanzara a la acción a todos, pero especialmente a aquellos que realmente pueden hacerlo de forma efectiva. ¡Señor, elimina la pasividad en el mundo, el pecado de omisión de la ayuda que se da en nuestra tierra!

Oramos con llanto, Señor, para que tú actúes en el mundo y muevas las mentes, los corazones, las manos y los pies de todos aquellos que podrían ser algo de respuesta para eliminar tantas catástrofes. Los medios de comunicación nos hablan de genocidios, de holocaustos, de limpiezas étnicas, de inhumanidad… ¡Cuántas incertidumbres, cuántas dificultades para posicionarse! Danos visión, Señor.

Ante esto, los que no tenemos influencias ni fuerzas para hacer más, danos voz. Da voz a las iglesias, a los creyentes, a tantas personas solidarias que aún hay en el mundo. Que seamos capaces de hacer oraciones individuales y comunitarias en las que nuestras lágrimas quieran lavar el mundo de sus injusticias, matanzas y maldades vomitivas.

Nosotros no condenamos, pero queremos justicia y paz. Oramos, lloramos, denunciamos y nos concienciamos pensando en si podríamos hacer algo. Quizás no vale con rasgar nuestras vestiduras y empapar nuestros rostros con lágrimas.

Nos gustaría el poder hacer algo efectivo que eliminara estas catástrofes, pero nos sentimos impotentes. Así, nuestras lágrimas también son de impotencia que claman porque la guerra pare de una vez. ¡Qué tristeza, Señor!

Habilita profetas y voceros de entre tu pueblo en busca de justicia y misericordia. Haz que nuestra fe se active actuando a través del amor como dice tu palabra. Que la sangre derramada no sea inútil, sino preludio de un mundo mejor y más justo y misericordioso.

Que nuestras lágrimas se unan a esa sangre pidiendo el cese de toda violencia. Que los creyentes nos convirtamos en agentes de paz que caminan con los valores bíblicos en busca y construcción de una cultura de paz.

¿Es que ya no hay profetas que lloren por el mundo como hizo Jeremías? ¿Son necesarias hoy estas lágrimas? Estoy seguro que si Jesús lloró por la ciudad de Jerusalén, hoy lloraría por las muertes de tantos niños y personas inocentes… O, quizás, en su humanidad, está llorando por el mundo. Quizás sus ojos se pasean por Gaza y por otros lugares en donde impera la violencia, la sinrazón, la injusticia y la muerte.

Tiempos de tristeza. Muchos niños, nacidos en el mismo mundo y época que los nuestros, mueren nada más nacer, en la infancia o en la adolescencia. No queremos pedir consuelo, sino paz y justicia, siempre de la mano de un Dios justo que “quiebra el arco, corta la lanza y quema los tanques o carros en el fuego”. Tenemos un Dios de paz, un Dios cuya mayor “arma” es el amor. Dios es amor y amar y luchar contra toda violencia es, de alguna manera, participar de su propia naturaleza. Nosotros también podemos ser personas de amor.

Yo creo que Dios puede hacer suyas nuestras lágrimas y regar con ellas la tierra. Él es el único que puede dar una respuesta amorosa que lleve al mundo a dejar las armas e intentar disfrutar de una auténtica paz.

Por eso le imploramos y ponemos nuestros ruegos empapados en los ríos de aguas que salen de nuestros ojos para que Él actúe. No queremos un mundo cruel, sino lleno de paz, amor, justicia y misericordia. Señor, contesta nuestro ruego en el nombre de tu Hijo Jesús. Amén, Señor, Amén.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Llanto por Gaza, llanto por el mundo