Sordera, ignorancia o pecado

¿Sabemos bien lo que implica el concepto de projimidad, el amor al prójimo que debe estar en relación de semejanza con el propio amor a Dios?

30 DE ABRIL DE 2024 · 12:15

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Imagen de Roth Melinda en Unsplash.

Sordos, ignorantes o pecadores. Creo que el clamor profético y el grito de Jesús a favor de los maltratados del mundo, de los empobrecidos y excluidos, ha dado lugar hoy en el mundo, en una gran medida, a un dar la espalda al gemido del tirado al lado del camino. Tristeza evangélica.

¿Por qué ocurre esto? ¿Acaso hemos caído en una sordera espiritual que tranquiliza nuestras conciencias mientras pensamos en las recompensas espirituales? Erramos ante la fuerza y riqueza de la espiritualidad cristiana. ¿Acaso es una ignorancia que proviene de que no somos capaces de hacer una relectura de la Biblia desde el sufrimiento, la pobreza o la opresión? ¿Acaso se trata del pecado de omisión contra el que truena el texto bíblico?

Hay que protegerse con la armadura de la fe. Yo creo que el pecado de omisión nos persigue a muchos de los que nos llamamos cristianos. Si miramos para otro lado ante el dolor, la injusticia, la opresión y la exclusión social de tantos y tantos contemporáneos nuestros mientras que decimos conocer el texto bíblico y las recomendaciones del Maestro con sus valores del Reino, sin duda estamos ante el pecado de omisión, pues hoy a través de las redes sociales, los medios de comunicación de masas y las imágenes de opresión y despojo que entran en nuestras casas, casi nadie se puede tachar de ser ignorante de ello. Dar la espalda a la realidad del prójimo sufriente es poner un velo al Evangelio de la misericordia.

Preguntas: ¿Hay muchos ignorantes o es que miran para otro lado buscando una espiritualidad desarraigada de los problemas del mundo y del prójimo? ¿Cuántos no saben que hay un total e injusto reparto de los bienes en nuestro ámbito terrestre, que los pobres lo son en una gran parte por el despojo y el robo en nuestras sociedades injustas, estructuras económicas de pecado, las multinacionales injustas u otros medios de opresión? ¿Acaso somos sordos o nos están tapando los oídos en las propias iglesias desoyendo el clamor profético? Vuelvo a decir: ¿Será que estamos cayendo en el pecado de omisión callando ante la injusticia?

Quizás para responder bien habría que hacer una relectura de la Biblia desde estos parámetros para evitar la sordera y ceguera espiritual que, a veces, voluntariamente aceptamos para no ser interpelados por nuestra propia conciencia.  

Hay que escuchar al Maestro. A Jesús y al contexto bíblico le importa la cantidad de personas que hay en el mundo como sobrante humano, sin empleo indigno ni siquiera para que los puedan explotar con tal de dar de comer a sus hijos, cantidad de indigentes también en medio de nosotros, en el primer mundo, en medio de las sociedades de consumo desmedido de bienes.

¿Oís los gritos? Parados, excluidos, abusados que incluso están asentados en nuestras congregaciones, muchos de ellos jóvenes. Todos tienen su grito al que podemos dar la espalda alegando sordera o ignorancia, pero a Dios no lo podemos engañar. ¿Sabemos bien lo que implica el concepto de projimidad, el amor al prójimo que debe estar en relación de semejanza con el propio amor a Dios? Hemos de luchar contra la sordera tanto espiritual como social.

Sordos, ciegos, ignorantes, insolidarios, faltos de amor y ajenos a los valores del Reino. Vuelvo a preguntar: ¿Podríamos hacer una relectura de la Biblia? A la luz de las Sagradas Escrituras creo que la situación es alarmante y reclama la justicia profética que se reclama en la Palabra, la búsqueda de esa justicia sin la cual no es posible el ritual, ni el culto.

Una pena. Hemos acallado las voces de nuestras conciencias, y las hemos silenciado para tranquilizarnos.

Para evitar el pecado de omisión hay que tener en cuenta que hay que trabajar por la justicia y buscar los grandes cambios estructurales, trabajar por un mundo más justo, por la eliminación de la opresión, del abuso de los débiles y de la pobreza. Por tanto: ¡Cuidado! No caigamos en el pecado de omisión.

Se requiere que los cristianos, junto a su lucha por las reformas estructurales, su trabajo a favor de la justicia social y su denuncia de las estructuras de maldad que reinan en el mundo y que marginan y empobrecen y oprimen a las tres cuartas partes de la humanidad en mayor o menor grado, se manchen las manos en la atención asistencial sin olvidar nunca la búsqueda de la justicia y la práctica de la misericordia… porque ejemplo nos ha dado el Maestro al que decimos seguir. Quizás sea una condición profética para poder pasar a elevar nuestras miradas en adoración al Maestro.

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