Déjate tocar por lo social

Cuando contemplamos la injusticia en el mundo casi nunca pensamos en que nuestro propio pecado puede tener una proyección social en injusticias y violencias.

11 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 17:10

FMSC MobilePack event - Phoenix, AZ / Feed My Starving Children (Flickr - CC BY 2.0),Mujeres
FMSC MobilePack event - Phoenix, AZ / Feed My Starving Children (Flickr - CC BY 2.0)

Cuando uno no se deja tocar por lo social, la forma de considerar el pecado es la de verlo como algo personal que hacemos y que sólo queda entre Dios y nosotros. De ahí que también se tienda a ver la conversión como algo totalmente personal, un cambio interior nuestro que nos abre a la experiencia de un Dios perdonador. Y no es que no sea cierto, pero quizás sea una visión mutilada de la forma de vivir la fe y la manera en que consideramos la propia conversión.  

La forma de ver el pecado y, por ende, la conversión, debe tener también una perspectiva social, una vertiente que considera al prójimo tanto individual como colectivo, como conjunto de personas que en la sociedad pueden ser afectados por mi pecado. Por eso necesitamos dejarnos tocar por lo social. Lo que creemos una conversión que sólo tiene perspectivas individuales, puede ser una conversión mutilada. 

Por tanto, deja que lo social te impacte. Cuando contemplamos la injusticia en el mundo, la forma en que se empobrecen y saquean a grupos de personas de forma violenta e injusta, cuando vemos las violencias y las guerras, el sometimiento de unas personas a otras, la opresión, la marginación o la exclusión social, casi nunca pensamos en que nuestro propio pecado puede tener una proyección social en estas injusticias y violencias. Nos hacemos cristianos individualistas e insolidarios. No nos dejamos tocar por las problemáticas sociales. 

Cuando no hemos sido tocados por la dimensión social con todas sus problemáticas como propias de la consideración de los cristianos, solemos decir que para esas problemáticas habrá culpables, que nosotros no tenemos ninguna responsabilidad en ello. Damos la espalda al pecado social y nos hacemos insolidarios mutilando nuestra conversión. Así, al no tener conciencia de nuestro pecado social, difícilmente podemos llegar a la conversión que también debe afectar a la esfera social, conversión que completaría la individual, así como la apertura a Dios nos tiene que llevar a la apertura al prójimo sufriente. Te hacemos este llamado: Déjate interpelar por lo social sin darle la espalda y asumiendo tu compromiso con el prójimo sufriente.

Cuando no experimentamos esa conversión social, difícilmente nos podemos sentir movidos a misericordia ante las problemáticas en las que se encuentran tantos hermanos y congéneres nuestros por todo el mundo. No dejaremos que las problemáticas sociales ni siquiera tocarán nuestra epidermis y nos convertiremos en modelos de egoísmo. Seremos ciegos y sordos al clamor del prójimo, a su grito y a sus gemidos. La fuerte llamada a la projimidad que hace Jesús no ha llega a calar en nuestros corazones y pasamos de largo ante su desgracia cuando no nos dejamos tocar por lo social y comunitario.

Es verdad que existen ricos, poderosos, gobernantes con muchísimo poder, pero las disfunciones sociales, los condicionamientos y escándalos que afectan a toda la humanidad, también los creamos entre todos. No creáis que los acumuladores y ricos del mundo son los únicos culpables. 
Dejad que vuestra conversión afecte a la esfera social y os sensibilice ante ella en donde hay tantos prójimos sufrientes. Que la interpelación de las problemáticas sociales encuentren en vosotros respuestas y compromisos de ayuda. 

 

HELP / Ricardo Cuppinni (Flickr - CC BY-NC-ND 2.0)

El dar la espalda al grito de los pobres y sufrientes no es sólo defecto de un pequeño grupo, sino que estos valores antibíblicos entran dentro de nuestras congregaciones y nos sentimos atraídos también por la escalada social, por el dinero, por el consumo y por el despilfarro. Entre todos, de alguna manera y en mayor o menos medida, estamos colaborando a crear un tejido social injusto y envenenado por el pecado. Es por eso que los cristianos debemos de estar de cara a lo social.

Sólo los que experimentan la conversión social e impactan a la sociedad con ella por sus compromisos con el hombre, los que no pueden pasar de largo ante las problemáticas humanas, van a ser capaces de vivir con otros principios, con otras prioridades, con otros estilos de vida y con otros valores que deben ser, ni más ni menos, que los valores del Reino que Jesús expuso y que nos dejó con sus mensajes y con las parábolas del Reino.

No olvides lo social y comunitario. Déjate tocar por ello. Nos equivocamos cuando pensamos que nuestro pecado personal se arregla sólo entre Dios y nosotros. Hay un tercero que es el prójimo, aunque éste, a veces, se nos presente como grupo social, como colectivo, como pueblo, como grupo humano. Si no experimentamos la conversión social y nuestra conversión nos lleva exclusivamente a un goce insolidario, seremos los arquitectos de esas estructuras económicas injustas que marginan y empobrecen a más de media humanidad.

El que se deja tocar por lo social e injusto que afecta al prójimo no puede pasar de largo ante el prójimo apaleado, hambriento o tirado al lado del camino. No tendrá más remedio que sentirse llamado a misericordia y pararse compartiendo sus bienes, su palabra y su vida con los demás. Así, el convertido socialmente y que ante las problemáticas sociales se enternece su corazón se hará más humano, pero a su vez hará más humanos también a los otros, les llevará, junto a la verbalización de la palabra que ha de compartir, la dignificación y la ayuda liberadora. También le transmitirá un concepto de redención que ya le afecta en su aquí y su ahora en medio de las circunstancias anómalas o desfavorables en las que su vida se desenvuelve.

Lo importante en una conversión que se deja tocar por lo social, es evitar el contagio de los valores antibíblicos de la sociedad de consumo basados en el lujo, en las ganancias y en una competitividad maligna porque se hace siempre en contra de los más débiles e indefensos de nuestra historia. Así, pues, necesitamos la ayuda de Dios para que, siguiéndole como Maestro, hagamos que nuestra conversión tenga una repercusión grande y plena en la esfera social donde reinan tantas injusticias y violencias contra el hombre.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Déjate tocar por lo social