Geología del diluvio
El diluvio universal del que Dios rescató a Noé y su familia no puede -y no necesita, para la defensa de la verdad bíblica- plantearse como un escenario global.
10 DE AGOSTO DE 2025 · 10:00

En un atractivo libro muy ilustrado, escrito en inglés y titulado “The Grand Canyon Monument to an Ancient Earth”, sus editores se plantean la cuestión acerca de si es posible que el diluvio de Noé pueda explicar la geología del Gran Cañón del Colorado y concluyen que no, que esta maravilla natural del norte de Arizona es una vistosa y escarpada garganta excavada por dicho río a lo largo de millones de años. En el segundo capítulo de esta obra, manifiestan que: “La `geología del diluvio´ (propuesta por el creacionismo de la Tierra joven)[1] se deriva de una interpretación de las Escrituras que lleva a la creencia de que el diluvio de Noé no solo abarcó a la población humana, sino que tuvo una extensión global y dejó un registro masivo que se conserva en las rocas, fósiles y accidentes geográficos del planeta Tierra. Dado que el Gran Cañón presenta una de las exposiciones más extensas y espectaculares de rocas sedimentarias de la Tierra, los geólogos especializados en diluvios han centrado su atención en las capas del cañón como evidencia del diluvio bíblico. Sin embargo, casi todos los geólogos modernos, incluyendo la mayoría de los geólogos cristianos, no encuentran respaldo físico para esta interpretación de la geología del Gran Cañón”.[2]
Por su parte, el astrónomo cristiano de Canadá, Hugh Ross, escribe en esa misma línea: “Desde un punto de vista científico, la afirmación de un cataclismo global relativamente breve y reciente, que explica todas las principales características geológicas de la Tierra, contradice rotundamente las pruebas físicas. El diluvio universal del que Dios rescató a Noé y su familia no puede -y no necesita, para la defensa de la verdad bíblica- plantearse como un escenario global. Eso no quiere decir, sin embargo, que no existan pruebas de un acontecimiento tan devastador como el que describe la Biblia”.[3]
Desde luego, se requiere muchísima agua para mover una nave con las dimensiones que ofrece el relato bíblico, 150 metros de largo, 26 de ancho y 15,5 de alto. Además, del texto se deduce que Noé y su familia no vieron tierra en el horizonte durante bastantes días ya que “las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos. Quince codos más alto subieron las aguas, después que fueron cubiertos los montes” (Gn. 7:19-20). Tal como se indicó anteriormente, estas condiciones pudieron darse también en un diluvio local de grandes proporciones, que inundara toda Mesopotamia, el Golfo Pérsico y parte de la Península Arábiga, ya que esta región era la que “había debajo de todos los cielos” que los antiguos podían ver. Según la geología, en esa época no existía el Golfo Pérsico ni el Mar Rojo ya que el nivel del océano era mucho más bajo que el actual, puesto que los hielos cubrían buena parte del hemisferio Norte. Por lo tanto, las aguas del diluvio pudieron anegar una superficie de casi 800.000 Km2. Es decir, como la extensión actual de toda la península ibérica, más el Reino Unido e Irlanda.
Fósiles por toda la Tierra
El hecho de que existan animales y plantas fósiles en rocas sedimentarias por toda la Tierra pudiera parecer, a primera vista, una evidencia de un diluvio universal que los anegó a todos a la vez y provocó su fosilización. Sin embargo, los estudios geológicos indican que el asunto es mucho más complejo. Es verdad que las rocas sedimentarias (las únicas que pueden contener fósiles) son las más abundantes de la corteza terrestre ya que constituyen el 75% de todas las rocas existentes. Sin embargo, el otro 25% está formado por rocas metamórficas y magmáticas que carecen de formaciones fosilíferas. ¿Si el diluvio hubiera sido global, por qué la cuarta parte de la corteza terrestre carece de fósiles? Lo lógico habría sido que los sedimentos y las fosilizaciones de organismos se hubieran repartido uniformemente por toda la tierra.
Una catástrofe hidráulica que hubiera cubierto toda la superficie del planeta habría formado depósitos de combustibles fósiles como el petróleo por todas partes. Es sabido que éstos se originan por transformación de la materia orgánica procedente del zooplancton y fitoplancton de mares y zonas lacustres que fueron enterrados bajo capas de sedimentos. No obstante, los yacimientos petrolíferos más importantes sólo ocupan determinadas regiones del planeta. Parece que los procesos geológicos no distribuyeron tales recursos de igual manera por toda la corteza terrestre. ¿Por qué los principales yacimientos petrolíferos del mundo están en Arabia Saudita, Kuwait, Irán y los Emiratos Árabes Unidos? Esto no parece encajar con un diluvio mundial que sepultara uniformemente todo el plancton de los mares bajo capas de sedimentos.
¿Cómo se formó la brea del arca?
La Escritura dice que Dios le ordenó a Noé que construyera un arca y la calafateara “con brea por dentro y por fuera” (Gn. 6:14). Calafatear es cerrar las junturas de las maderas de las naves con estopa y brea para que no entre el agua. La brea o el betún es una sustancia oscura que se origina muy lentamente por la oxidación del petróleo. Se trata de un líquido viscoso que abundaba en ciertos pozos distribuidos por todo el Oriente Medio antiguo y que se usaba para calafatear barcos, impermeabilizar paredes y pavimentar carreteras.[4] Los geólogos creen que se requiere un tiempo comprendido entre 10 y 100 millones de años para que la materia orgánica se transforme en petróleo. Si esto es así, ¿cómo es posible que los organismos del plancton, enterrados en el fondo de las cuencas oceánicas, se convirtieran en petróleo, después en brea y finalmente fueran filtrados hacia la superficie en los pocos miles de años que pasaron entre la caída de Adán y Eva y el diluvio de Noé?
¿Cómo explicar los fósiles del monte Ararat?
Quienes afirman que el arca se posó sobre la cima del monte Ararat, a más de cinco mil metros de altitud, deben enfrentar también otro problema geológico. El Ararat es un antiguo volcán cuyas laderas están formadas por dos clases de rocas: las sedimentarias que poseen fósiles y las volcánicas que carecen de ellos. Estos dos tipos de rocas aparecen intercaladas entre sí. ¿Cómo podría explicarse esto desde una geología diluviana que cree en una sola inundación global? La secuencia de acontecimientos debería haber ocurrido supuestamente en el siguiente orden: primero, los organismos muertos en la catástrofe se debieron depositar en el fondo de los mares junto con los sedimentos geológicos. Después, dicha amalgama de animales y sedimentos se iría compactando y convirtiendo en roca sedimentaria rica en fósiles. Posteriormente, el magma caliente procedente del manto terrestre ascendería a través de la corteza, atravesando las rocas sedimentarias sin destruir milagrosamente sus fósiles, hasta formar el volcán del Ararat. Hay que suponer que esta enorme masa rocosa volcánica de casi 5.200 metros de altura, que una vez estuvo derretida y muy caliente, se enfrió a un ritmo rapidísimo en sólo 150 días, que fue el tiempo que tardó el arca de Noé en posarse sobre ella. ¡Realmente se trata de un proceso increíble desde el punto de vista geológico! Se requiere mucho más tiempo para todo esto.
Desde la geología de un diluvio local, en cambio, tales acontecimientos debieron ocurrir más lentamente, a lo largo de millones de años. Mucho antes del diluvio, se debieron formar las rocas fosilíferas del Ararat que posteriormente serían atravesadas por el magma que originó el volcán. Si se supone que el arca se posó sobre la cima de dicho monte, -cosa bastante improbable, tal como hemos visto- habría que admitir también que las capas estratigráficas que lo constituyen (rocas volcánicas y sedimentarias con sus correspondientes fósiles) ya llevaban mucho tiempo formadas y, por tanto, no las produjo el diluvio. Esto implica que, antes de Noé y de Adán, los animales ya se morían, eran enterrados y algunos fosilizaban. Cuando la Biblia dice que no hubo muerte antes de la Caída, se refiere a la muerte humana, no a la del resto de los seres vivos.[5]
¿Por qué hay fósiles marinos en el Everest?
La presencia de fósiles marinos en las montañas más altas de la Tierra, como el monte Everest que está a 8.850 metros de altitud y posee fósiles de cefalópodos, braquiópodos, equinodermos, etc., no se interpreta desde la geología actualista como evidencia de que las aguas oceánicas alcanzaran alguna vez dicha altitud sino como producto del movimiento de las placas tectónicas que elevaron lentamente el fondo de los mares hasta que éstos alcanzaron su altitud actual. La cordillera del Himalaya se formó como consecuencia del choque lento, ocurrido durante los últimos 15 millones de años, entre la placa india y la euroasiática, que arrastró consigo rocas y fósiles del fondo marino a las elevaciones actuales. El Everest está todavía creciendo a una velocidad de unos 2 mm cada año.[6] Por tanto, todas estas transformaciones geológicas ocurrieron muchos años antes del diluvio del Génesis y, por tanto, no pueden ser consecuencia del mismo.
¿Cómo es que el Edén no quedó cubierto de sedimentos?
La Biblia no dice que todas las rocas sedimentarias de la Tierra se formaran en el transcurso de un año, como consecuencia del diluvio de Noé. De hecho, esta interpretación choca con la evidencia de la localización del jardín de Edén. En la actualidad, resulta todavía posible situar los datos geográficos que ofrece la Escritura sobre el mapa de las regiones mesopotámicas. Los cuatro brazos que salían del río de Edén, mencionados en el segundo capítulo de Génesis, han sido identificados por los geólogos modernos. El Éufrates todavía se llama así, mientras que el río Hidekel era el antiguo nombre del actual Tigris.[7] El Pisón se identifica con un canal abandonado llamado Wadi Batin, que fluía antiguamente y que hoy sólo fluye después de lluvias intensas. El río Gihón es probablemente el actual río Karun, que todavía lleva agua entre los valles de roca sedimentaria que serpentean por los montes Zagros de Irán.[8]
Estos y otros datos bíblicos no sólo permiten ubicar geográficamente el jardín de Edén, sino que también sugieren su localización estratigráfica. Es decir, el Edén no se encuentra bajo unos ocho kilómetros de rocas sedimentarias, -que sería el grosor ocupado por los estratos de la región correspondientes a los períodos Paleozoico, Triásico, Jurásico, Cretáceo y Paleógeno-Neógeno- sino encima de todos ellos. Esto, que se sabe por las prospecciones petrolíferas realizadas en estas regiones, contradice la idea de que las rocas sedimentarias fueron consecuencia del diluvio. ¿Cómo puede haber unos ocho kilómetros de rocas sedimentarias con fósiles de animales y plantas debajo del jardín de Edén? Tales estratos con sus correspondientes fósiles ya existían mucho antes de que se produjera el diluvio de Noé. En mi opinión, el diluvio fue una catástrofe local y esto no contradice en absoluto el relato bíblico.
Notas
[1] Itálicas añadidas.
[2] Hill, C., Davidson, G., Helble, T. & Ranney, W., 2016, The Grand Canyon Monument to an Ancient Earth, Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan, p. 21.
[3] Ross, H., 2023, Navegando Génesis, Kerigma, Salem, Oregón, USA, p. 207.
[4] Ropero, A. 2013, Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, Clie, Viladecavalls, Barcelona, p. 230.
[5] Ver el capítulo 27 (¿Hubo muerte antes de la Caída?).
[6] https://www.bbc.com/mundo/articles/ckgmz2r7xxxo
[7] Ropero, A. 2013, Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, Clie, Viladecavalls, Barcelona, p. 1159.
[8] Hill, C., Davidson, G., Helble, T. & Ranney, W., 2016, The Grand Canyon Monument to an Ancient Earth, Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan, p. 27.
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