Si Dios es omnipotente, ¿por qué creó un mundo donde hay tanta maldad y sufrimiento?

Dios no quiso crear máquinas parlantes sin sentimientos ni libre albedrío, sino que asumió el riesgo de formar personas libres para amar, odiar o pecar.

10 DE ENERO DE 2021 · 10:00

Potentes armas defensivas y ofensivas de los rinocerontes africanos. / Ana Romero,
Potentes armas defensivas y ofensivas de los rinocerontes africanos. / Ana Romero

La maldad y el sufrimiento consiguiente que ésta provoca al ser humano se deben, según la Biblia, a la ruptura de relaciones con Dios. La raíz de lo malo se hunde en el orgullo y en el deseo de autonomía que caracteriza al hombre. Podría decirse que la maldad es la ausencia de la bondad. Es como errar el blanco o apartarse del destino positivo para el que fue creado el ser humano. 

No obstante, algunos filósofos y pensadores a lo largo de la historia han venido deduciendo, de la realidad del mal en el mundo, que el Dios justo y misericordioso que presenta la Biblia no puede existir. Un creador bueno y omnisciente parece incompatible con una creación sometida al mal. Sin embargo, el patrón de referencia necesario para distinguir convenientemente el bien del mal apunta a la idea de un absoluto infinito y misericordioso que ha implantado la conciencia moral en el ser humano. Dicho patrón solamente puede ser Dios y si éste no existiera no habría posibilidad de juzgar o discernir entre la bondad y la maldad. Luego, la cruel realidad del mal, en vez de refutar la existencia de Dios, la hace necesaria.

La cuestión acerca de por qué Dios, siendo como es omnisciente, no pudo haber hecho un mundo sin maldad, en el que las personas no pecaran ni actuaran injustamente con sus semejantes, conduce inevitablemente a una de las características esenciales del ser humano, la libertad. Sin ella, el hombre se convierte en una especie de robot de carne y hueso, dejando inmediatamente de ser humano. Dios no quiso crear máquinas parlantes sin sentimientos ni libre albedrío, sino que asumió el riesgo de formar personas libres para amar, odiar o pecar. El creador hubiera podido forzarnos a amar siempre pero eso habría sido una violación de nuestra libertad humana. Ser libres para amar implica necesariamente serlo también para odiar. Es cierto que el plan divino al crearnos abrigaba la posibilidad del mal uso de la libertad, pero el origen de la maldad se inició en el corazón humano, no en Dios. Todos los males del presente mundo (tanto morales como naturales) se deben, según la Escritura, a la rebelión original del hombre contra su creador.

Desde luego, el mundo actual no es el mejor de los mundos posibles pero puede ser el mejor camino hacia el mejor mundo posible. El buen o mal uso que cada persona haga de su libertad, determinará el destino final de cada cual. Tal como escribe Norman Geisler: “Quienes eligen a Dios serán confirmados y el pecado dejará de ser. Quienes rechazan a Dios están en cuarentena eterna y no podrán trastocar el mundo perfecto que se ha instaurado. Se habrá logrado el propósito final de un mundo perfecto con criaturas libres, si bien la manera de llegar a ese estado requerirá que aquellos que abusan de su libertad sean expulsados”.[1] Afortunadamente Dios no ha terminado todavía su plan salvífico y la humanidad tiene tiempo para arrepentirse, haciendo buen uso de su libertad.

Así pues, desde el punto de vista de la Biblia, la maldad y el sufrimiento característicos del mundo presente son compatibles con la existencia del Dios omnisciente y bondadoso. Él acabará definitivamente en el momento oportuno con todo mal que atenaza al ser humano y al resto de la creación. Cuando Cristo regrese juzgará a los hombres con justicia y erradicará el mal para siempre (Mt. 25:31-46; Ap. 20:11-15).

 

Notas

[1] Zacharias, R. & Geisler, N. 2007, ¿Quién creó a Dios? Vida, Miami, p. 43.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ConCiencia - Si Dios es omnipotente, ¿por qué creó un mundo donde hay tanta maldad y sufrimiento?