Aborto: reflexión final
Análisis global de la práctica del aborto (X)
Los cristianos primitivos se caracterizaron por su respeto a la vida aun no nacida, precisamente en medio de un mundo que solía practicar habitualmente el aborto e incluso el infanticidio.
18 DE DICIEMBRE DE 2010 · 23:00
El mensaje de Jesús acerca del amor a los enemigos, el no dar respuesta a la violencia con la misma violencia, la convicción de que no se vence el mal con el propio mal, sino con el bien, creó entre la Iglesia del primer siglo un ambiente de consideración y dignificación de todo ser humano.
Jesucristo, además de salvar la infranqueable barrera moral entre Dios y el ser humano, contribuyó decisivamente a revalorizar la vida. Pero no sólo se condenaba el aborto sino también toda actitud que promoviera y legitimara la muerte. Los primeros cristianos supieron ser coherentes con su fe y su defensa de la vida, oponiéndose abiertamente a la pena de muerte, la guerra, la participación de los creyentes en el ejército, siendo críticos por tanto con la defensa de la propia vida, el homicidio, la tortura, el suicidio y la eutanasia.
En la actualidad, todo esto debiera hacer reflexionar al pueblo de Dios, para que su defensa de la vida no se limite a una cómoda condena del aborto hecha desde la distancia y la falta de compromiso.
Estar contra la muerte de criaturas inocentes es también abrir vías de ayuda a las mujeres que experimentan su embarazo como una experiencia de injusticia y soledad.
Las declaraciones de principio y las acciones legales pueden ayudar pero es menester articular sistemas reales y actitudes personales para hacer que el aborto resulte innecesario.
¿Cómo se mira en las congregaciones evangélicas a las adolescentes solteras que se quedan embarazadas? ¿y a las madres solteras? ¿qué consejos se les da? ¿cómo reaccionan los padres y los abuelos creyentes? ¿qué razones aporta la propia familia?
Aquí es donde se ve si se está a favor de la vida. En muchos casos la decisión de abortar la provocan los mismos parientes por motivos absolutamente egoístas.
Estar contra el aborto no es sólo fomentar un cambio de mentalidad frente a la madre soltera, sino también promover una mejor educación sexual de los niños; multiplicar los centros de ayuda psicológica, espiritual, jurídica y económica para las mujeres que atraviesan por esta dificultad; facilitar la adopción de bebés a tantas parejas que los desean y que tanto se les dificulta; subvencionar a las familias integradas por niños minusválidos, etc.
Lo importante no es condenar teóricamente la interrupción voluntaria del embarazo, sino entender y difundir el Evangelio de Cristo para que la triste realidad del aborto deje de tener cabida en nuestro mundo.
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