Nadie puede despreciarme

Tenemos que poner toda nuestra vergüenza en las manos del Señor, porque él puede darle la vuelta a todas las circunstancias.

05 DE FEBRERO DE 2024 · 09:00

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Imagen de Jason Strull, Unsplash.

«Esto —decía ella— es obra del Señor, que ahora ha mostrado su bondad al quitarme la vergüenza que yo tenía ante los demás». (Lucas 1:25)

 

Cuando a Elisabeth le anuncian que va a tener un hijo, algo que para ella era absolutamente imposible, dice a todos: «Dios ha hecho esto para que la gente no me desprecie».

Sabe que ese hijo es un regalo del Señor, pero sabe también que, de esa manera, Dios quita toda su vergüenza delante de quienes podían acusarla. 

Esa frase nos enseña que Dios se preocupa por nosotros cuando nos sentimos despreciados por lo que otras personas dicen o por las circunstancias o, incluso, cuando nosotros mismos nos sentimos avergonzados porque le damos demasiado valor a las acusaciones de otras personas. 

Tenemos que dejar de prestar atención a los demás. Tenemos que poner toda nuestra vergüenza en las manos del Señor, porque él puede darle la vuelta a todas las circunstancias. Dios puede hacer un milagro en nuestra vida cuando menos lo esperamos.
Deja que el Señor te abrace y olvídate de lo que otras personas dicen o puedan decir, porque el valor que tienes para él es extraordinario.

 

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