Viviendo una mentira

La fidelidad de Dios nos abraza de tal manera que aprendemos a vivir en la verdad. ¡Y a vivir de verdad! No necesitamos engañar a nadie ni mucho menos a nosotros mismos.

20 DE MARZO DE 2023 · 09:04

Imagen de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/fotos/PaoG427w_As#:~:text=Foto%20de-,Hulki%20Okan%20Tabak,-en%20Unsplash">Hulki Okan Tabak</a>, Unsplash.,
Imagen de Hulki Okan Tabak, Unsplash.

Three Days of the Condor es una película de acción dirigida por Sydney Pollack en el año 1975. El guion fue adaptado de una novela de James Grady y narra como un investigador de la CIA descubre que todos sus compañeros de trabajo están muertos, así que debe investigar a sus propios jefes para saber en quién puede confiar y en quién no. El protagonista (el actor Robert Redford) dice en un momento de la trama: “¿Creen que no ser cogidos en la mentira que han dicho, significa que ya es verdad?”

La película describe uno de los problemas que tenemos en la sociedad del llamado primer mundo: la verdad ha dejado de ser relevante. Lo importante no es lo que decimos, o incluso las creencias que tenemos, sino el provecho que sacamos tanto de nuestras palabras como de nuestras creencias. Lo trascendental no es la fidelidad, sino lo que podamos ganar con nuestras palabras y nuestros hechos. 

Los principios validos en el día de hoy no tienen que ver con la verdad, sino con los resultados de las acciones, porque todos viven de acuerdo a ellos. Dime si no es cierto que:

- Si repites una mentira el suficiente número de veces, la gran mayoría de las personas terminarán por creerla. 

- Si engañas y/o mientes para sacar provecho y nadie se da cuenta, todos te consideran poco menos que un genio.

- Si mientes en alguna situación y las consecuencias son buenas para ti, obteniendo alguna ganancia personal, ¡todos creerán que has hecho bien!

¿Verdad que muchas personas viven de acuerdo a esos principios? El problema para ellos es que la mentira tiene una vida muy corta: tarde o temprano, la verdad sale a la luz, porque la verdad permanece siempre; la mentira tienes que defenderla en cada momento. Por si fuera poco, cuando te acostumbras a engañar, terminas por creer todas las mentiras que dices, con lo que tu vida se convierte en una mentira en su totalidad. 

Existe una manera diferente de comportarnos: cuando Pablo explica las piezas de nuestra armadura, dice que debemos ceñirnos con el cinturón de la verdad (Efesios 6:10-18). ¡Esa es la manera de vencer! Dios nos lo recuerda a través de su palabra una y otra vez porque sus promesas siempre se cumplen; como otras veces hemos dicho, Él es la Verdad con mayúsculas:  “Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas y El te llevará por el camino recto”  (Proverbios 3:5,6).

Esa es la base de nuestra vida: la fidelidad de Dios nos abraza de tal manera que aprendemos a vivir en la verdad. ¡Y a vivir de verdad! No necesitamos engañar a nadie ni mucho menos a nosotros mismos; Dios nos ha hecho libres de todo tipo de esclavitud.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Viviendo una mentira