La maldad de la mayoría
En nuestro mundo la razón se establece por el número de personas que se adhieren a una idea, sea justa o no.
22 DE JUNIO DE 2020 · 09:45

Una de las mejores películas de la historia del cine, Blade Runner (1992) fue basada parcialmente en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. La trama tiene que ver con el deseo de crear superhombres que puedan alcanzar la perfección; la sorpresa es que Roy, uno de los replicantes que ha sido fabricado de esa manera, muestra en los momentos finales del film su deseo de morir: para él, la vida acaba siendo un sinsentido.
Esa búsqueda de la perfección termina por ahogarnos a todos. Parece como si la creación del superhombre fuera lo único que le da sentido a la vida. Es curioso que filósofos como Nietzsche propusieron que ese es el destino de la humanidad. Esa es la razón por la que en la película, Roy, el cabecilla de los replicantes (hombres construidos y robotizados con el fin de que lleguen a ser perfectos) recita un poema de Nietzsche ¡Es su héroe! Al final, la lucha entre los hombres y los replicantes llega a tal extremo que nadie es capaz de descubrir quién actúa de una manera más justa, si el ser humano o los seres mecánicos que él mismo ha fabricado.
Piénsalo: cuando decidimos abandonar a Dios, nos quedamos sin ninguna referencia externa a nosotros, con lo que no sólo perdemos nuestro significado como personas, sino que nadie tiene un patrón de medida que aplicar en cada decisión: Todos creemos que lo que decimos es lo más correcto, así que todos queremos hacer las cosas a nuestra manera. El problema es que es imposible vivir así, todos defienden sus propias razones, así que sólo podemos sobrevivir tomando las decisiones por mayoría. La razón se establece por el número de personas que se adhieren a una idea, sea justa o no.
Esa es la raíz de muchos de nuestros problemas actuales: el hecho de que la mayoría decida algo no quiere decir que sea correcto. Es más, suele ser justo lo contrario. Ya desde los primeros momentos de la historia, la Biblia nos advertía: “No sigas a la mayoría en su maldad” (Éxodo 23:2). Si nuestro mundo está como está, es porque muchas personas aceptan la corrupción: quieren tener más dinero por encima de cualquier consideración. Muchos defienden también el poder de los que más tienen e incluso la esclavitud situaciones diferentes… De hecho basta que muchas personas digan algo, por muy equivocado que sea, para que todos lo den por válido ¡sin dedicarse a investigar lo más mínimo!
Sé que es difícil vivir contra corriente, pero esa es la única forma de saber quienes somos realmente. Los que viven de una manera diferente son los que pueden construir un mundo diferente. Si nos conformamos con seguir lo que otros dicen tarde o temprano todos se darán cuenta de que estamos de más ¡Incluso nosotros mismos llegaremos a pensarlo también!
Dios no sólo nos hico únicos, sino que también nos dio significado como personas. Nadie tiene derecho a obligarnos a vivir de otra manera.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - La maldad de la mayoría