El tweet de Dios sobre la intriga y el intrigante
Una manera de intrigar consiste en darle la vuelta a las cosas y procurar que lo negro aparezca como blanco y viceversa, según convenga.
26 DE JUNIO DE 2025 · 10:30

La palabra intriga tiene tres acepciones, siendo la primera la que se refiere a una inquietud suscitada, como cuando decimos: “Me tiene intrigado con su silencio”, la segunda la que se refiere a un enredo o embrollo, como cuando decimos: “Es una novela que está repleta de intriga” y la tercera es la referida a la maquinación o maniobra con intenciones malignas, como cuando decimos: “Es un intrigante que siempre actúa en la sombra.” Esta tercera acepción es muy actual, aunque viene produciéndose desde tiempo inmemorial, dándose con mucha frecuencia en las altas esferas del poder.
Resulta instructivo encontrar la intriga, en esa tercera acepción, en el libro de Nehemías, yendo dirigida contra este personaje, quien se había propuesto edificar el muro de Jerusalén, que había estado destruido durante unos ciento cincuenta años. En aquel entonces que una ciudad no tuviera muralla era sinónimo de vulnerabilidad e indefensión, siendo presa fácil de cualquier enemigo. Y como Jerusalén tenía muchos enemigos, al enterarse de las intenciones de Nehemías, hicieron todo lo posible para arruinar sus planes.
Lo primero fue acusar a los judíos de subversión, por hacer algo que iba en contra de la autoridad competente, aunque en realidad esa aludida autoridad era la que les había dado el permiso para reconstruir el muro. Y es que una manera de intrigar consiste en darle la vuelta a las cosas y procurar que lo negro aparezca como blanco y viceversa, según convenga. Es querer confundir, a sabiendas de que se trata de una tergiversación de la realidad.
Pero como esta maniobra no surtió efecto, la siguiente fue el uso de la fuerza, al intentar pillar desprevenidos a los judíos y atacarlos. Eran una minoría y sería fácil realizar el propósito. Sin embargo, cuando supieron las intenciones de sus enemigos, se armaron y precavieron, lo que hizo desistir del plan, que resultó fallido, pudiendo terminarse el muro.
Pero ¿cedieron en sus intrigas, al constatar la nulidad de sus propósitos? El intrigante no puede dejar de serlo, porque la intriga es su forma de vida y está impresa en su carácter, del mismo modo que el hierro marca al toro para siempre. Y así fue como Sanbalat, el principal de los intrigantes en todo el relato, resolvió emplear otra táctica, también preñada de intriga, a fin de destruir a Nehemías. Para ello lo convocó en un lugar fuera de Jerusalén, con la supuesta intención de parlamentar con él, si bien su propósito auténtico era matarlo. Nehemías se negó a entrar al trapo, pero si al intrigante lo define algo es la persistencia, por lo que insistió tres veces más. En ocasiones lo que no consigue la astucia lo consigue la presión. Otro en su lugar hubiera cedido, aunque solamente fuera para quitarse de en medio la importunidad del apremio, pero Nehemías no cayó en la trampa, por lo cual Sanbalat ahora recurrió a la calumnia, mediante una carta en la que le daba cuenta de la existencia de un rumor que aludía a la intentona, por parte de Nehemías, de proclamarse rey. Naturalmente, tal cosa era un acto de rebelión abierta, ofreciéndose Sanbalat para ayudarle. ¡Qué artera es la intriga y cuán taimado es el intrigante!
Pero si Sanbalat era el cabeza de la intriga, otros personajes se prestaron también para ponerse a sus órdenes, con el mismo objetivo: Acabar con Nehemías. Y así fue cómo contrató a un tal Semaías, para que convenciera a Nehemías a esconderse con él en el templo, dado que, supuestamente, esa noche había una trama para matarlo. El templo, como recinto sagrado, sería el lugar de inmunidad segura. Pero todo era una artimaña, para luego presentar a Nehemías ante el pueblo como un cobarde, destruyendo así su renombre e influencia.
Los intrigantes proliferan como las setas en otoño, lo que ocurrió entonces con la abundancia de falsos profetas, que procuraban infundir miedo en Nehemías. Porque una cosa es que un extranjero, enemigo declarado, intrigue contra ti, y otra que los de tu propio pueblo lo hagan, invocando, nada menos, que el nombre de Dios. Y esto fue lo que pasó, cuando una tal Noadías, secundada por otros mensajeros farsantes, hicieron de la intriga su juego.
Pero la intriga tiene una tupida red de recursos, casi inagotable, por lo que a continuación hubo una maligna confabulación de destacados judíos, emparentados con los enemigos de Israel, en contra de Nehemías. Que este hombre saliera airoso de todos estos trances es algo increíble, si no fuera por la acción preservadora de Dios.
Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Al que piensa hacer el mal, le llamarán hombre de malos pensamientos.’ (Proverbios 24:8). La palabra que se ha traducido “piensa” tiene el significado de maquinar, intrigar, lo que desemboca en que al intrigante se le denomine, literalmente, “maestro de intrigas”.
Parece que el tiempo no ha pasado, porque los intrigantes, con sus intrigas, están a la orden del día.
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