El tweet de Dios sobre la mujer que es corona y la mujer que es carcoma

La corona se usa a menudo en sentido figurado en la Biblia, para denotar excelencia y elevación.

13 DE OCTUBRE DE 2022 · 10:00

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Imagen de Brannon Naito, Unsplash.

La corona ha sido desde siempre señal de honor y gloria, habiendo varias designaciones en el Antiguo Testamento para designarla, como el tocado de los novios (Isaías 61:10) y de las mujeres (Isaías 3:20), tocados de gran esplendor (Isaías 28:5) o la guirnalda de flores (Proverbios 1:9; 4:9), que se usaba en ocasiones festivas (Isaías 28:1), siendo también común la tiara o el turbante (Job 29:14; Isaías 3:23). De ahí que la corona se use a menudo en sentido figurado en la Biblia (Proverbios 12:4; 17:6; Filipenses 4:1), para denotar excelencia  y elevación.

La corona era entre los romanos y griegos un símbolo de victoria y galardón. La que usaban los vencedores en los Juegos Olímpicos estaba hecha de hojas de olivo silvestre; en los Juegos Pitios, de laurel; en los Juegos de Nemea, de perejil; y en los Juegos Ístmicos, de pino. A las tales alude Pablo en diversas ocasiones en sus cartas (1 Corintios 9:25; 2 Timoteo 2:5, etc.). Los romanos otorgaban la corona cívica a quien salvaba la vida de un ciudadano, la cual estaba hecha de las hojas de roble. Pero en oposición a todas estas coronas caducas, en el Nuevo Testamento se mencionan otra clase de coronas, como la corona de vida (Santiago 1:12; Apocalipsis 2:10), la corona de gloria (1 Pedro 5:4) y la corona de justicia (2 Timoteo 4:8).

Es notable que ya en la antigüedad hubiera monedas que llevaban el nombre de ‘corona’, tal como se menciona en  1 Macabeos 13:39; 10:29, designación que ha perdurado en el nombre de las monedas de Suecia, Noruega y Dinamarca. Mediante tal designación se quería reconocer el elevado valor que la moneda tenía.

Los huesos, el esqueleto, es la estructura interna que sostiene al cuerpo humano, siendo vital su existencia para la nuestra. Pero aunque su resistencia es muy grande, siendo uno de los materiales más duros que existen, puede resultar atacado fatalmente por ciertas enfermedades, como la osteoporosis y el cáncer de huesos. Por la primera, el hueso queda desprovisto de la suficiente densidad necesaria para sus funciones, lo cual desemboca en el riesgo de fácil fractura, y por la segunda sufre una degeneración de las células que lo conforman, destruyéndose el tejido óseo. Si el esqueleto es el armazón interior de lo que lo rodea, se sigue que su deterioro significa una amenaza para todo lo demás.

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘La mujer virtuosa es corona de su marido; mas la mala como carcoma en sus huesos.’ (Proverbios 12:4). En la primera parte del pasaje se alude a un determinado tipo de mujer, a la que se denomina ‘virtuosa’. Es una traducción que no termina de reflejar del todo el significado de la palabra original, que significa ‘fuerte’. Durante mucho tiempo la expresión que se empleó para definir al género femenino fue sexo débil, porque se suponía que sólo los varones eran el sexo fuerte. Pero es llamativo que el apóstol Pedro se refiere a la mujer como ‘vaso más frágil’ (1 Pedro 3:7), no más débil, habiendo una diferencia notable entre ambos calificativos.

En este tweet de Dios, escrito hace tres mil años, ya se menciona un tipo de mujer, a la que se llama ‘mujer fuerte’. Mas para no cometer equívocos al respecto e imaginar desatinadamente lo que no quiere decir ese calificativo, es preciso fijarse en que hay una mujer a la que se le da precisamente ese apelativo, la cual es Rut, a quien Booz, el que será su futuro esposo, llama ‘mujer virtuosa’ (Rut 3:11), que de nuevo literalmente significa ‘mujer fuerte’. Y es que la resolución de lealtad a su suegra y su firme compromiso con Dios, frente a todas las contingencias y riesgos que pudieran acontecer, la hacen merecedora de llevar ese elevado calificativo. Rut es una mujer fuerte, pero no porque va avasallando y hostigando, sino porque su fuerza interior se basa en la determinación espiritual para con Dios que tomó en determinado momento crítico de su vida, la cual mantuvo hasta el fin. Pues bien, este tipo de mujer, dice el tweet de Dios, es corona de su marido. Es decir, motivo de honor y legítimo orgullo, como lo fue Rut para Booz.

La contraparte es la mujer mala, literalmente la mujer que avergüenza, cuya acción resulta ser devastadora para su marido, como la osteoporosis o el cáncer para los huesos. Sería fácil atribuir a este tipo de mujer el calificativo de fuerte, porque tiene suficiente fuerza. Pero evidentemente esa clase de fuerza, para el mal, no es la que cuadra con el tipo de fuerza representado por Rut. Hay una fuerza para el mal y una fuerza para el bien, habiendo un mundo de diferencia entre ambas.

Una mujer que fue carcoma para su marido es Atalía, la esposa de Joram, rey de Judá. Joram había tenido como padre a Josafat, uno de los mejores reyes de la dinastía de David, quien había dado un beneficioso ejemplo a su hijo. Sin embargo, al casarlo con Atalía, hija de Acab y Jezabel, lo expuso a la influencia más perniciosa que se pueda pensar. De hecho, cuando la Biblia da la razón de por qué Joram anduvo como anduvo, atribuye tal camino a su mujer (2 Reyes 8:18). Sí, ella, con su fuerza para el mal, destruyó totalmente lo que en su marido podía haber de bueno, para arrojarlo en una senda que acabó de la peor manera posible. Llama la atención el hecho de que cuando Joram ascendió al trono, mató a todos sus hermanos. Y cuando Atalía misma accedió después a ese trono, mató a casi toda la descendencia real. Tal vez en la primera matanza ya estuvo detrás la maligna autoría intelectual de Atalía, como estuvo su autoría material en la segunda.

Corona y carcoma. Rut y Atalía, dos tipos de mujer que siguen existiendo hasta el día de hoy.

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