Entropía física y entropía moral

Los seres humanos estamos sometidos a un desgaste y a un ir de más a menos, tanto individual como colectivamente.

18 DE FEBRERO DE 2016 · 10:40

,

Existe un fenómeno en todos los procesos naturales en el universo por el que se produce una degradación de la energía. A ese fenómeno general se le ha dado el nombre de entropía, siendo un científico alemán del siglo XIX, Rudolf Clausius, quien estableció la fórmula matemática que lo define. La entropía demuestra que las formas útiles de energía se convierten en formas inútiles o sin provecho, pero que éstas no pueden convertirse en aquéllas de forma espontánea. Es decir, que hay un proceso continuo e imparable de degradación energética en el universo, lo cual muestra que llegará un momento en el que la energía no aprovechable llegará al máximo y la aprovechable al mínimo, con lo cual tendrá lugar la muerte del universo. La entropía no significa que la cantidad de energía en el universo disminuye, porque dicha cantidad es constante siempre, significa que su calidad tiende a bajar de forma irreversible.

La entropía es una ley, no una hipótesis ni una teoría; esto es, se trata de algo comprobable que ocurre siempre y en todas partes, por lo cual los procesos naturales van de más a menos irremediablemente.

Pero además de la entropía física se podría hablar de la entropía moral y espiritual, por la cual los seres humanos estamos sometidos a un desgaste y a un ir de más a menos, tanto individual como colectivamente. Cuando el apóstol Pablo describe a la sociedad humana en el capítulo 1 de Romanos, constata que hay un proceso decadente en el que, habiendo comenzado por negar a Dios, se cae en una pendiente cuesta abajo que lleva a la degradación total, en la que está incluida la perversión de todas las grandes nociones que deben regir a la humanidad.

Esa entropía corruptora está bien presente en las páginas de la Biblia, por ejemplo en el libro de Jueces, donde la continuada tendencia es a tropezar siempre en la misma piedra y a no aprender ni escarmentar de las lecciones del pasado. Ese proceso imparable es detenido momentáneamente por la aparición de algún dirigente enviado por Dios para recobrar lo perdido, pero vez tras vez se vuelve de nuevo a ir en la dirección corruptora que tira hacia abajo. Y así se cierra el libro de Jueces, con el triste epílogo de que 'cada uno hacía lo que bien le parecía.' La entropía social había llegado a su desorden máximo, en una anarquía que aprobaba cualquier abominación.

Pero no solamente en el libro de Jueces se considera la existencia de tal entropía, sino que en realidad el Antiguo Testamento en conjunto la evidencia, porque el pueblo de Israel tiende, salvo contados periodos de recuperación, a ir de más a menos, hasta acabar en el colapso final y el exilio. Incluso después de esta amarga lección, Esdras y Nehemías se verán obligados a luchar denodadamente para intentar corregir la tendencia destructiva inherente en el pueblo.

En la historia de la Iglesia se puede apreciar también esa ley de la entropía, por la que se cae fácilmente en la apatía, el conformismo, la desviación y la corrupción, moral y doctrinal, salvo en periodos cuando Dios levanta a alguien para poner de nuevo las cosas en su sitio, tras lo cual se vuelve a entrar en la misma dinámica decadente. Y es que dentro de nosotros hay un problema, al igual que ocurre con el universo físico.

La entropía física y la entropía moral y espiritual tienen un mismo origen. La ciencia ha sabido exponer diáfanamente el estado de cosas de la primera clase de entropía, pero no ha dado explicación de cuál es su causa. Y aquí es donde llega en nuestra ayuda alguien que no era científico, pero que sabía bastante más que muchos científicos, enseñando que 'la creación fue sujetada a vanidad'i. Es decir, que por causa de la Caída moral del hombre, se ha producido una caída generalizada de todo el universo, incluido el aspecto material y energético. Esa caída resultado de la Caída es la que está expresada en el dicho 'maldita será la tierra por tu causa.ii' De modo que no hay duda, en la degradación moral está el origen de toda degradación. El problema de muchos científicos es que reconocen la ley de la entropía, pero no están dispuestos a reconocer la causa última que la ha provocado, porque eso supondría tener que reconocer a Dios.

¿Hay remedio para la entropía? Sí y la solución está en el evangelio, donde por un lado se quita la culpa del pecado, verdadera causa de toda entropía, al cancelarla por la muerte sustitutoria de Jesucristo, y se quiebra su fuerza dominante, por la introducción de un poder, el del Espíritu de vida, que la contrarresta y vence. A partir de ahí el cristiano debe emplearse a fondo, sin contemplaciones, para matar dentro de sí todo lo que intente arrastrarle en la dirección equivocada. El descuido en esto puede ser fatal.

Pero el propósito de Dios no se agota con la solución a la entropía individual, porque un día 'la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción'iii El evangelio, pues, va más allá que la ciencia, porque toca a la causa y proporciona el remedio para la entropía de cualquier orden. Ahí está su asombrosa grandeza.

 

iRomanos 8:20

iiGénesis 3:17

iiiRomanos 8:21

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Claves - Entropía física y entropía moral