Cáceres: la experiencia de un culto evangélico gitano, en el diario Hoy

Rescatamos del Diario Hoy de Cáceres las impresiones sobre una reunión en la iglesia evangélica de Aldea Moret, donde más de 200 personas viven su creencia de una forma apasionada y familiar en el culto evangélico que celebran a diario.

CACERES · 19 DE ENERO DE 2009 · 23:00

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Hace calor, calor humano y calefacción buena y potente, y en mitad de una tarde polar se agradece entrar en la Iglesia Evangélica de Aldea Moret, en el culto. Sólo unos pequeños detalles nos hacen pensar que no estamos en misa. No es desde luego, una misa convencional. Primera apreciación distintiva: en esta iglesia no hay imágenes sagradas, sólo un escenario desnudo, espacio para el oficiante y una pequeña orquesta: batería, guitarra y teclado a un lado. Al otro, un coro de chicas muy jóvenes que empuñan unos micrófonos. LA BIBLIA, EL EJE CENTRAL Manuel Moreno Silva anuncia su despedida en esta sede de Cáceres. Es su último día como pastor de esta iglesia que aglutina a unas 200 personas de la barriada, todas, en su mayor parte, gitanas. Es de Almendralejo y asegura que es «imprudente» estar tanto tiempo en la carretera. Se le despide con pena, después de una celebración que dura aproximadamente una hora y que se lleva a cabo todos los días. Sorprende, desde la óptica del culto católico la alegría y la espontaneidad con la que se afronta el momento de acercarse a Dios. Hay guitarreo y hay música, muchos aplausos y la libertad para decir y expresar lo que a cada uno le pida el cuerpo. «La guía maestra de todo es la palabra de Dios», explica Manuel, cuyo cargo no se limita al culto, sino que está, como un auténtico pastor, al tanto de lo que le sucede al «rebaño» y media cuando hay problemas de enfermedad o entre matrimonios. Se mete en las casas cuando le necesitan, como una especie de guía espiritual y solucionador de problemas. El movimiento de Aldea Moret se enmarca en la iglesia pentecostal de Filadelfia, una organización gitana mundial con ramificaciones en muchos países. En Extremadura hay veinticinco iglesias evangélicas gitanas, con dos centros de rehabilitación de toxicómanos, presencia en la cárcel de Badajoz y campañas de evangelización. «Aquí no hay metodismo, Cristo nos ha hecho libres», señala Manuel. EL TESTIMONIO DE VIDAS RESTAURADAS El culto está lleno de jóvenes y niños, y todos, como Agustín, de dieciséis años, hablan maravillas de algo que les da «paz y alegría». «Yo necesitaba paz interior y aquí la he encontrado», asegura. Él es el único de su casa que ha abrazado esta fe, sus padres son católicos, aunque no practicantes. Lo hizo hace un año y medio. Ismael Molina, Isaac Vargas, Toñi Vargas o Yasmina Navarro respaldan unánimemente las impresiones sobre esta confesión en la que prima, sobre todo, la palabra de Dios y que se pivota en la Biblia. Ligada grupos de desintoxicación de las drogas, Manuel asegura que los poderes curativos de esta fe no se pueden trivializar. «El problema no es la droga, es el hombre, la terapia es tratar de romper las cadenas no desde fuera, sino desde dentro, no recluir al hombre». La ceremonia es sencilla e intuitiva. Hay aleluyas, momentos de exaltación y consignas comprensibles para todos. «Si una religión no transforma es que no sirve», dice el pastor. También se habla de la destrucción medioambiental, de los excesos del hombre contemporáneo, rico pero insatisfecho. Y de un futuro incierto.

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