Las «otras» Olimpiadas de Barcelona son protestantes y se hacen todos los años

No hace falta esperar cuatro años para celebrar este encuentro porque no hay que construir ninguna ciudad para acogerlo; tampoco es necesario dar la vuelta al mundo con una antorcha porque la llama permanece en todos los que participan. Tan solo es necesario corredores con ganas de obtener el premio ¿O no es cierto que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero sólo uno obtiene el premio?

BARCELONA · 23 DE SEPTIEMBRE DE 2007 · 22:00

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Las “Olimpiadas Evangélicas” se acercan al cuarto de siglo pasando del bronce a la plata y con el objetivo de llegar, quizás algún día, a obtener el oro. Al menos esta es la intención del equipo que prepara este gran evento anual capaz de haber congregado sólo en Barcelona hasta 7.000 asistentes. El próximo 6 de octubre se celebra la vigésimo tercera Olimpiada en el habitual estadio de Joan Sarrahima de Montjuïc, en Barcelona. El año pasado, este estadio congregó a más de 1.400 atletas de 82 iglesias en toda Cataluña, pero no siempre fue así, como toda historia y como toda carrera, todo tuvo un comienzo. EL PISTOLETAZO DE SALIDA Para ir a la línea de salida hay que hacer un viaje hasta el 1984, año en que la actual directora de las Olimpiadas y la Liga Testamento de Bolsillo, Ester Rodríguez, se encontraba en un retiro de formación de maestros junto con otros compañeros y, mientras tomaba café, compartió algunos de sus recuerdos: “Cuando era niña, mi hermana y yo estudiábamos en una escuela dónde había un millar de niños y cada vez que se hacía una actividad especial deportiva, no podíamos participar en ella por ser evangélicas”. Esto le llevó a considerar que, tal vez, se le pudiera conceder a los niños de las iglesias protestantes y evangélicas aquello que ella misma no pudo tener, “decidimos entrar en la Federación Catalana de deporte para prepararnos y aprender el funcionamiento de los campeonatos oficiales”. Y, al fin, se convocó la primera Olimpiada Evangélica en la que participaron un total de 18 iglesias. Dar este paso no fue fácil, “en un principio nos encontramos con algunas dificultades desde fuera pero también desde dentro del mundo protestante, que no acababa de ver con buenos ojos el fomentar el deporte de forma competitiva” –afirma Rodríguez. “Gracias al buen entendimiento con la Federación Catalana pudimos obtener jueces federados para nuestras competiciones y también un estadio” –dice en referencia al complejo Joan de Serrahima en la montaña de Montjuïc. Pero lo que empezó siendo una actividad lúdica para los niños de las iglesias acabó transformándose en un acto de testimonio y evangelismo para todos los asistentes: “Con el tiempo, vimos que no solamente asistía personas de las iglesias, sino que los niños traían amigos y familiares que no conocían el mensaje del Evangelio, y eso nos llevó a proveer de un tiempo para dar testimonio de la fe”. Según Ester Rodríguez, en cada encuentro asisten unas 500 personas que no conocen el mensaje de Jesús pero que, como todos los demás, habrán tenido la oportunidad de ver en los últimos años cómo deportistas de la talla de Silvinho, Gilmar, Donato y otros, han pasado y siguen pasando por las pistas para recordarles que Jesús es el único camino hacia la vida eterna. MÁS CIUDADES El éxito de las Olimpiadas Evangélicas ha hecho que otras ciudades y comunidades se apunten a la aventura, como Madrid, que en 1998 convocó sus primeras olimpiadas de la ciudad. Un año más tarde, en 1999, lo hizo también la comunidad gallega en La Coruña. Y por lo que parece, la cosa no va a quedar así según a informado Ester Rodríguez a este medio, la intención es llevar las Olimpiadas a otras tres comunidades como son Aragón, Valencia y Andalucía; pero claro está, estas son simplemente algunas de las etapas en una carrera que, tanto para Ester como para su equipo, dura toda la vida.

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