El impacto del calentamiento del Mediterráneo en la vida cotidiana

Gianluca Piccirillo en Italia y Michael Wickham en España abordan el problema de las altas temperaturas desde una perspectiva cristiana.

Joel Forster

18 DE JULIO DE 2025 · 18:45

Una playa en Italia. / Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@onthesearchforpineapples">Colin Lloyd</a>, Unsplash, CC0.,
Una playa en Italia. / Foto: Colin Lloyd, Unsplash, CC0.

El Mediterráneo está pasando de ser un mar templado ideal para el baño y podría ser en unos años un mar caliente y poco apetecible. Hay días de primavera que el agua en superficie iguala o supera la temperatura del aire.

“Esto es nuevo”, contaba Michael Wickham, que ha escrito y enseñado durante muchos años sobre temas climáticos.

Como explicó en un primer artículo, los cambios radicales en el Mare Nostrum han provocado cada vez más “noches tórridas o ecuatoriales” (aquellas en las que la temperatura mínima no baja de 25ºC), una creciente pérdida de biodiversidad y devastadoras inundaciones como las de Valencia el pasado otoño.

Y sin embargo, los datos científicos y los patrones que se repiten verano a verano en Europa no parecen hacer reaccionar a muchos de los que vivimos en la costa Mediterránea más allá de alguna queja resignada sobre cómo “parece que va a ser peor aún que los anteriores”.

La realidad no desmiente la sensación general. “Veranos más largos y calurosos, con un aire húmedo y desagradable en las zonas costeras” serán la norma, explica Wickham. El “creciente número y duración de las olas de calor” afectará a “los trabajadores al aire libre, los trabajadores de las administraciones locales en carreteras y servicios públicos, y los del sector de la construcción”.

Pero la vida diaria de la gente se verá afectada de muchas otras formas. “Una mayor deshidratación y más picaduras de mosquitos, el efecto sobre los virus, la escasez de agua”, son sólo algunos ejemplos.

La aparición de nuevas enfermedades o la agravación de patologías ya existentes en muchas personas es otra consecuencia, dicen los médicos.

Pero las consecuencias tienen también que ver con el bolsillo de las familias. Un “aumento del uso de electricidad para el aire acondicionado” no solo significa un aumento de costes para las familias, sino también más “apagones” en países mediterráneos.

 

Una amenaza real al turismo y al hogar

Peor aún, el gran atractivo del Mediterráneo para turistas de todo el mundo, podría ir deshaciéndose.

Wickham apunta al “descenso de la demanda de turismo en temporada alta en la costa”, teniendo en cuenta que “ya se buscan áreas de refugio climático como zonas de montaña en el interior y regiones costeras más frescas”.

En España, los datos indican un fuerte aumento de las reservas de vacaciones en las zonas del norte del Atlántico, como Galicia, Asturias y Cantabria.

Gianluca Piccirillo, desde Italia, también ve como más personas “planifican sus vacaciones en lugares más lejanos (y más caros) considerados más frescos.”

La compra de aparatos de aire acondicionado para cada casa se considerará “indispensable”, pero “la consecuencia será que las temperaturas exteriores subirán aún más”.

Todo este “círculo vicioso” de calentamiento puede impactar de lleno en “el hogar, de gran importancia cultural en Italia”, explica Picirillo. cuando el propio hogar “ya no se considera nuestro lugar seguro y de descanso, pues está más expuesta a inundaciones, corrimientos de tierra, incendios, etc.”

El impacto del calentamiento del Mediterráneo en la vida cotidiana

Una ciudad mediterránea del sur de Francia. / Foto: F. Michel, Unsplash, CC0.
 

 

Fe cristiana frente a la crisis de sostenibilidad

Preguntados por su fe evangélica y si esta tiene algo que decir sobre la crisis del clima que se observa en el Mediterráneo, Gianluca Picirillo, que como Wickham en España forma parte de redes de conversación sobre fe y medio ambiente, explica la relación que observa.

La ciencia, por muy útil y provechosa que sea, sólo “describe” la realidad (o al menos lo intenta), e incluso al identificar el papel de la humanidad (afirmando que se trata de un cambio climático inducido por el hombre) pasa completamente por alto la causa fundamental”, subraya.

“También comparte muchas soluciones esperanzadoras, pero pierde por completo la verdadera esperanza de una solución duradera”.

Además, “si el cambio climático está realmente inducido por el ser humano, entonces se trata de un problema del corazón humano y una tecnología más eficiente no nos hará menos hambrientos, menos energívoros, menos consumistas ni menos egoístas; solo el evangelio de Jesús puede generar la sobriedad necesaria para contrarrestar el impulso consumista y egoísta que ha provocado el abuso de la creación y que ha contribuido a la actual crisis climática”.

 

Ni ansiedad, ni apatía: el acercamiento del evangelio

Michael Wickham está convencido de que una cosmovisión cristiana sólida ayuda a no perder contacto con la realidad.

“Tenemos que evitar, por un lado, los extremos del pánico y la ansiedad extrema, cada vez más evidentes en nuestra sociedad, y, por otro, el otro extremo de la inacción por apatía, interés propio, incredulidad o ignorancia”.

Una de las enseñanzas clave en la Biblia es que “Dios tiene el control de su mundo. La Biblia indica una relación más responsable con el mundo y sus recursos: administrar la tierra de Dios y sus bienes de manera responsable, mostrando compasión por los que sufren los efectos del consumo voraz de los recursos por parte del hombre para su enriquecimiento y comodidad personales”.

Puedes leer el primer artículo de esta serie de artículos sobre las altas temperaturas en el Mediterráneo y sus consecuencias aquí.

 

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