El Mediterráneo a 30ºC… ¿qué podría ir mal?
Desde noches sin dormir a desastres naturales como el de Valencia en 2024. Cristianos expertos en clima cuentan su experiencia desde Italia y España.
15 DE JULIO DE 2025 · 19:50

Las altas temperaturas del Mediterráneo, un mar muy popular tanto para la población local como para los turistas, llevan tiempo preocupando enormemente a quienes siguen de cerca su evolución.
Las temperaturas registradas en superficie a finales de junio y principios de julio en el extremo oeste del mar han superado en hasta 5º Celsius la media habitual. Bañarse en junio en costas como las del Levante español era como hacerlo a finales de agosto el año pasado.
Un reportaje de la televisión pública española reciente lo resumía así: “Las temperaturas de récord en el Mediterráneo dejan noches tórridas y más ‘combustible’ para futuras tormentas”.
Agua a 31.8 grados en Mallorca
Miguel Wickham, que ha escrito extensamente sobre temas de ecología y forma parte de la red de cuidado de creación del Movimiento Lausana en España, confirma a Evagelical Focus que “las temperaturas del mar en algunos lugares del Mediterráneo ya han igualado o superado las temperaturas del aire en tierra, y esto es nuevo”.
Explica que, por “hay estaciones e instrumentos de medición en los puertos y boyas en el mar, como ‘La Dragonera’, cerca de Mallorca”.
Precisamente en ese punto de medición en las Islas Baleares se batió un récord absoluto de 31.7ºC en el agua en junio de 2025. Muchas otras boyas y satélites con sensores remotos muestran que el agua está más caliente que nunca en muchas otras costas españolas.
Año tras año, los datos permiten crear “modelos informáticos sobre tendencias climáticas a largo plazo” que muestran como 2022, 2023 y 2024 fueron excepcionales.
“18 de las 20 temperaturas anuales más altas se han registrado en 2023 y 2024”, dice Wickham, a la espera de los datos finales del verano de 2025, que todo apunta a que serán peores aún.
El desastre de la DANA de Valencia
España vivió en octubre del año pasado el mayor desastre natural en cien años, cuando un cúmulo de tormentas causadas por una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) provocaron inundaciones que arrasaron 75 poblaciones en la llanura costera al sur de Valencia.
Protestante Digital informó ampliamente de la respuesta de las iglesias al impacto enorme sobre 130.000 personas afectadas.
Esto es “la mayor preocupación”, afirma Wickham. “La DANA de octubre de 2024 en la Comunidad Valenciana causó la pérdida de 227 vidas y enormes destrozos en viviendas, empresas e infraestructuras. Un Mediterráneo más cálido (por cada grado centígrado de aumento, hay un 7 % más de humedad) genera un enorme almacén de agua caliente y energía extra al producirse una rápida evaporación. El mar, como una bolsa de agua caliente, retiene el calor durante más tiempo. En octubre, cuando el aire frío de baja presión a gran altitud comienza a desplazarse hacia el sur, se desprende del flujo atmosférico global de oeste a este en el hemisferio norte y se encuentra con este aire muy cálido y húmedo sobre la costa española, lo que produce rápidas corrientes ascendentes, condensación, enfriamiento rápido y tormentas muy fuertes”.
A medida que el mar Mediterráneo, que se calienta un 20 % más rápido que otros mares, se siga calentando, “estas DANAS se harán más grandes y frecuentes, por lo tanto, potencialmente más destructivas”, explica
¿Qué se puede hacer en áreas en riesgo de sufrir más desastres en el futuro? Wickham considera que “el coste de la reconstrucción continua será mucho mayor que el de introducir cambios para reducir la quema de combustibles fósiles y cambiar a un modelo de energía renovable más sostenible”.
Según él, “lo que falta es voluntad política y planes de colaboración a largo plazo entre las distintas administraciones y grupos políticos para evitar más pérdidas de vidas humanas en el futuro”.
Italia y la falta de prevención
Pero el desastre en España no fue un caso aislado. Gianluca Piccirillo, cuenta desde Italia que ahí también se han sucedido eventos meteorológicos extremos.
Cita algunos: “desprendimientos de tierras en las Cinque Terre, avalanchas cada vez más frecuentes o glaciares que se derriten lentamente en los Alpes, desbordamientos de ríos en Emilia Romaña, escasez crónica de agua en el sur de Italia, incendios recurrentes en verano”.
Piccirillo ha escrito su trabajo de fin de máster en Teología sobre unos veinte documentos evangélicos publicados en las últimas cinco décadas acerca de temas relacionados con el cuidado de la creación.
Los medios de comunicación en Italia suelen decir que “el tiempo se ha vuelto loco”, pero el problema de fondo, dice, es que “a menudo, en Italia los problemas no se abordan de forma preventiva, sino cuando se produce o ya se ha producido la emergencia”.
Para Piccirillo, “lo que preocupa a los expertos y a las asociaciones medioambientales es que existe un problema infraestructural de abastecimiento de agua”.
“Se sabe desde hace años, pero no hay políticas de futuro para limitar las desviaciones, ni acciones para modernizar las infraestructuras existentes o hacer que estas sean plenamente funcionales y capaces de soportar cargas cada vez mayores durante las emergencias”, añade.
Por otro lado, preocupan las repercusiones económicas. Algunas de las preguntas planteadas en los medios de comunicación son: “¿Cómo ayudará el Estado a los afectados a reconstruir sus hogares? ¿Cuánto tardará una empresa agrícola, por ejemplo, en que sus tierras vuelvan a ser productivas? ¿Cuánto tardarán en restablecerse las infraestructuras (carreteras, telecomunicaciones, etc.)?”
Consecuencias inesperadas de un Mediterráneo más cálido
¿Qué más puede suceder si el mar sigue calentándose a este ritmo?
“El aumento de las temperaturas afectará a la pesca, el turismo, la agricultura, pero también a la biodiversidad: con la llegada de especies no autóctonas e invasoras (como el cangrejo azul, la avispa orientalis, el alianto) la biodiverisdad puede sufrir impactos significativos de un ecosistema que no está preparado para un cambio de tan corta duración”, dice Picirillo.
Wickham también apunta a “un aumento de las poblaciones de mosquitos”.
En general, “la vida animal también se ve afectada y las especies autóctonas son sustituidas por especies invasoras más adaptadas a temperaturas más elevadas”.
Otras consecuencias son el aumento de las picaduras de medusas en las playas y la proliferación de algas, así como su efecto sobre los peces y otros animales.
Una atmósfera más cálida provoca un océano más caliente, lo que a su vez provoca que “se derrita más hielo en la región polar y suba el nivel del mar”, prosigue Wickham.
Una atmósfera más cálida significa un océano más caliente, lo que provoca “que se derrita más hielo en la región polar y suba el nivel del mar”.
“El agua más caliente también se expande, lo que contribuye a esta subida del nivel del mar. Un aumento de un grado significa un aumento de 10 cm del nivel del mar, con lo que aumentan los problemas de erosión costera, salinización del suelo para los agricultores y destrucción de infraestructuras”, añade.
Ciudades: Apagones, insomnio, regiones abandonadas
En Italia, dice Gianluca, se prevee “un aumento de las muertes por altas temperaturas, así como apagones más frecuentes por el uso y abuso cada vez mayor del aire acondicionado”.
Si no se toman acciones claras desde las autoridades para “repensar el sistema”, todo apunta a que “los flujos migratorios se dirigen hacia zonas consideradas más seguras (por el riesgo de corrimientos de tierras o inundaciones) o más templadas (áreas más frías o templadas), por lo que las zonas con temperaturas consideradas insoportables se van agotando”.
Además, habrá “olas de calor más recurrentes y más largas cada año”, por lo que “dormir será más difícil con temperaturas más altas”.
La salud de la población en general se resentirá, incluidas “las muertes por insolación de trabajadores en periodos de calor extremo al mediodía, como vemos a diario en las noticias”.
En países del sur de Europa, comienza también a cundir el temor a perder turistas en las codiciadas playas mediterráneas.
“El sector turístico también se ve cada vez más afectado porque el agua del mar es menos refrescante, lo que repercutirá en una industria que aporta casi el 13% de los ingresos de España y contribuye al 12% del empleo, aunque es muy estacional”.
Esta es la primera parte sobre una serie de reportajes sobre el calentamiento del Mar Mediterráneo.
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