Vuelta a la normalidad. ¿Qué normalidad?
Mi descripción de nuestra nueva normalidad, que aún seguirá siendo anormal durante semanas, se podría leer entre líneas un tono quejica. Pero en mi mente es exactamente lo contrario, me siento agradecido.
18 DE NOVIEMBRE DE 2024 · 21:00
De vez en cuando nos preguntan amigos y familiares: “¿Se está volviendo poco a poco a la normalidad en Paiporta después de las trágicas inundaciones?”
Mi respuesta sería sí y no. Depende de lo que se entienda por ello. ¿Volver a la normalidad antes de la fecha de las devastadoras tormentas y sus consecuencias? Entonces sería un claro “no”. ¿Volver a la “nueva” normalidad de ayer y anteayer desde el 29 de octubre? Sí.
¿En qué consiste la nueva normalidad? Aquí algunos ejemplos:
1. Mi mujer ha decidido limpiar la escalera de nuestro edificio todas las mañanas porque se ensucia todos los días con el barro pegado de todas nuestras botas. Es mucho trabajo. Los más jóvenes, que aún no pueden o no tienen que trabajar, se dedican a otras tareas.
2. De 10h a 13h estoy casi todos los días haciendo cola, ya sea en la farmacia para recoger los medicamentos pedidos, buscando un cubo de agua o algún sitio donde conseguir comida para calentárnosla. Esta mañana me he encontrado con la mujer del carnicero, donde de vez en cuando comprábamos hamburguesas muy buenas. Tras una breve conversación, me ha dicho que pasarán meses antes de que su tienda pueda volver a abrir.
3. Mientras hacía cola, le hice el comentario a la mujer que tenía delante de mí de que nos estábamos quedando sin fruta y verdura. Y ella ya sabía dónde conseguirlas mientras “guardaba” mi sitio más 6 litros de leche en la cola. Todo se distribuye gratuitamente, aunque puede suponer un cambio de alimentación que no lleva a una dieta muy “controlada”.
4. La inundación tampoco respetó las diversas peluquerías. Hoy pasé un momento por el local de mi peluquero, Raúl. La puerta estaba abierta, el interior oscuro y no había muebles ni los típicos asientos especiales. En la entrada, una línea marrón mostraba a qué altura había penetrado el agua en su tienda: más o menos a la altura de mi pecho, es decir, 140 cm. Si no surge otra solución, ¡pronto tendré el aspecto que tenía en mi juventud con las típicas “cabezas de seta” de los Beatles!
5. En el sótano, donde se encuentran las 40 plazas de aparcamiento para residentes de nuestro edificio, están también los trasteros de cada piso. Pimero hubo que bombear el agua y el barro del sótano, no hemos podido acceder a nuestros sótanos hasta pasados 15 días. Entre las cosas ahí abajo en la oscuridad y el logo hubo dos instrumentos y algunas figuras de Navidad de belén hechas a mano. El trombón lo pudimos “salvar” a medias y el violín directamente a la basura.
6. Mi descripción de nuestra nueva normalidad, que aún seguirá siendo anormal durante semanas, se podría leer entre líneas un tono quejica. Pero en mi mente es exactamente lo contrario, me siento agradecido. Y cuando surgen pensamientos melancólicos, visualizo inmediatamente la difícil situación de muchas personas en otras partes del mundo.
Los habitantes de la Franja de Gaza, que están obligados de huir de un lugar a otro con lo estrictamente necesario sólo porque sus políticos han decidido hacer la guerra entre ellos. Y sin el lujo diario de hacer cola para conseguir comida. A otro lado están los israelíes que viven en la frontera con Líbano y cuya “normalidad” ha sido el lanzamiento casi diario de cohetes durante años.
La “normalidad» de generaciones enteras en países africanos que sólo han conocido la guerra o la pobreza. Viudas y huérfanos -en Ucrania, en Rusia- cuya “normalidad” es la inconsolable pérdida de sus seres queridos a causa de una guerra sin sentido para el resto de sus vidas.
Padres que creen en Dios, cuya “normalidad” es ver a sus hijos morir de hambre ante sus ojos y que hace tiempo viven como desesperados ante la promesa de Jesús a sus discípulos: “Por eso os digo que no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis, ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo”. (Mt 6,25)
Quiero terminar con una normalidad esperanzadora para todos aquellos que ponen su confianza en el Dios eterno y en su Hijo, Jesucristo, que se dio en la cruz por nuestros pecados.
Las normalidades en este mundo - ya sea en Paiporta, hambruna, países devastados por la guerra, etc. - son todas pasajeras. Nuestro Creador no conoce un mundo limitado en el tiempo. Promete a sus seguidores un futuro mucho más allá de lo que podemos percibir con nuestros sentidos. En el último libro de la Biblia dice: “Él (Dios mismo) enjugará todas sus lágrimas. Ya no habrá muerte, ni sufrimiento, ni dolor, ni gritos de angustia. Porque lo que era antes ha pasado” (Apocalipsis 21:4).
Personalmente, sobre todo en la normalidad a veces aborrecible de este mundo, me da la alegre expectativa de que al final de mi vida terrenal -quién sabe- seré recibido por un equipo de bienvenida de amigos y parientes ya fallecidos y fieles, y que juntos adoraremos a nuestro Dios común… ¡para siempre!
Arnold Forster es vecino de Paiporta, una de las áreas más afectadas por la dana.
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