Como perros
Somos seres de contrastes. Eso, a veces hace que perdamos de vista la condición que tiende a dominarnos.
06 DE ENERO DE 2022 · 13:14

Con aspecto de ‘western’ apocalíptico que toma escenario en la Italia local y costera, Dogman es toda una sorpresa. Esta película, de apariencia modesta, pero que acaba revelando unas aspiraciones profundas, sobre todo en la psicología de sus personajes, fue considerada como posible representación italiana para la categoría de mejor película de no habla inglesa en los Oscar. Su director, Matteo Garrone es conocido por Gomorra, basada en la novela del periodista que ha investigado la mafia Roverto Saviano, y por Tale of tales.
Dogman entremezcla los géneros de ficción criminal y drama con desenvoltura y una sencillez que hacen de la historia una realidad cercana, a pesar de sus elementos atípicos, como el hecho de que el protagonista sea el propietario de una peluquería canina que trapichea con mafiosos locales.
De hecho, la historia pretende inspirarse en el ‘delito del Canaro’, el asesinato del criminal y boxeador amateur Giancarlo Ricci que tuvo lugar en Roma, en el año 1998, por parte de Pietro De Negri, también conocido como ‘Er Canaro’. Aunque el desarrollo de la historia de Garrone difiere de los acontecimiento reales.
Ambiguos
Este ‘Canaro’, que en la película es Marcello, representa la gran atracción de la película de Garrone. Es un personaje que genera tan poco interés como que al mismo tiempo sorprende y conmociona. Sus ambigüedades oscilan alrededor de su aburrida vida de peluquero canino y padre divorciado que cada tarde se sienta en el bar con su grupo de amigos a tomar una cerveza y cuestionar cosas superficiales y problemas que en realidad no siempre lo son, y que de vez en cuando trapichea con algún mafioso local de tres al cuarto.
Él encarna a ese ciudadano tranquilo, amigo de algunos y enemigo de nadie, que hace su vida sin pensar realmente en nadie más que él mismo pero sin pretender molestar a nadie. Sin embargo, es consciente de que sus decisiones, incluso las más pasivas y dejadas, traen consecuencias, aunque a veces no parezca tener la capacidad valorar exactamente su magnitud.
Este Marcello es, en cierto sentido, una representación del homo contemporaneus, capaz de sentir apego por el peinado de un animal, pero indolente, frío y sin escrúpulos para colaborar con unos ladrones en el asalto a una casa y luego querer quedarse parte del botín, o para acabar perdiendo todas sus amistades por convenir en un robo a un amigo. Lo extraño es que, hasta cierto punto, resulte tan fácil identificarse con él o justificarle en ciertos momentos.
Villanos tapados
Y es que, durante buena parte de la película, es fácil que al espectador le cueste identificar a Marcello como el villano de la trama. Todo parece encaminado hacia Simone, el bruto boxeador retirado que sobrevive a base de chantajes y robos, y que hace de Marcello un extraño compañero a la fuerza y amigo por el beneficio.
Pero la psicología de la relación es realmente increíble. Marcello acaba destapándose como un auténtico villano, sin nada que lo diferencie de su hostigador. De hecho, es en su relación con el que parece un verdadero criminal, cuando más evidente se hace que esa es también su esencia, la de ladrón y maleante. Al final, uno se pregunta qué puede llevar a un peluquero de canes a comportarse así. Pero la respuesta tiene que ver con lo que es el personaje, el individuo en sí mismo.
Somos seres de contrastes. Eso, a veces hace que perdamos de vista la condición que tiende a dominarnos, y nos lleva a esforzarnos por remarcar esos atisbos de justicia en nuestro día a día. Pero esto no es algo realista, y al final la oscuridad acaba siendo realmente cegadora. No es otra cosa que el pecado que mora en nosotros, como escribió Pablo (Romanos 7:17), y por el que ni siquiera bastarían todas las vidas que pudiésemos vivir para corregirlo por nosotros mismos. Dice la Biblia que solo quién está en Cristo es convertido en una nueva persona, una nueva criatura (2 Corintios 5:17), y esto tiene que ver con la obra poderosa de la cruz y la resurrección. No hay ambigüedades en el efecto que esto tiene para la vida de la persona que así lo cree, porque el propio Jesús prometió el sello del Espíritu Santo en ella.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cameo - Como perros