‘Desierto os digo’, del chileno Mauricio Invernizzi
Cuatro textos de un poemario dedicado “Al Único que es digno de recibir honra y gloria...”
01 DE SEPTIEMBRE DE 2016 · 21:50
Presentamos una selección de los veintidós poemas que componen el poemario del creyente Mauricio Invernizzi (Valparaíso, Chile, 1963), cantautor y poeta chileno, médico psiquiatra. Fundador e integrante del desaparecido Grupo Átrio de música de raíz latinoamericana. Invernizzi ha continuado como solista, desarrollando la poesía y la composición de canciones. La mayor parte de su obra musical y poética está disponible de modo gratuito en medios digitales. Vive y trabaja en Valparaíso.
Los textos seleccionados forman parte del poemario ‘Desierto os digo’ (Hebel, Santiago de Chile, 2016), publicado bajo la dirección del poeta y teólogo Luis Cruz-Villalobos.
XI
En el desierto la noche es más negra,
en la noche negra se pierde el camino,
el camino extravía sus pasos
si no hay aceite en la lámpara.
¿Pero dónde se ven más estrellas?
En la noche más negra del desierto.
¿Si no alzas la mirada del suelo,
al cielo, cómo ver, entonces,
las estrellas, infinitos ojos de Dios,
pupilas que indican camino?
¡Levanta tu cabeza
y, en el cielo, junta tu mirada
con los ojos de Dios!
XV
Celeste el cielo, ya amanece,
azules las sombras, desvanecen;
se cierra el libro escrito estrellas,
la luna el punto aparte.
De Dios aparecen otros ojos,
sus manos, como trigo, doradas de candelero,
los panes, de su boca, cada día:
palabras tutelares de los hombres.
Él es todo en todo:
en lo claro o en lo oscuro,
en la extensión desértica,
profundidades oceánicas
celeste inmensidad inabarcable.
Así da a luz el día:
ya se asoman brazos solares,
otras sombras, ahora pedestres
de claridad de espigas rodeadas.
Coronan las cabezas, que despiertan,
la hoja azul celeste,
sin las letras ni palabras
que descifras en las noches.
XVI
Dios es luz,
luz en el día y en la noche,
en los bosques y en los páramos,
en todos los cielos y en la tierra;
luz del afuera de mi ser
y en mi interior: luz.
¡Hágase la luz! Dijiste un día.
Pero Tú ya eras, por siempre.
¡Manifiéstese la luz! ¿habrás dicho?
Y la luz inundó todo lo creado
para ser visto por los ojos.
Tú encendiste el mundo,
inundaste el universo.
Si algo vemos, por ti lo vemos;
porque lo que vemos
reflejo de tu presencia es.
Eres todo y estás en todo.
Y en el ser, eres luz,
cuando se abren las ventanas
de los hombres de la tierra
y pasas nuestra puerta
que te abrimos o cerramos.
¡Ven, Señor de luz, inúndame
con claridad, Verbo,
para ver en mi interior
tu presencia reflejada!
XVII
Abre la puerta de tu ser,
conmigo, hermano;
saca de tus ventanas ancestrales
de tu corazón, endurecido, el pestillo,
pesado, como juicio,
construido del metal doloroso,
forjado de lágrimas sembradas;
Abre la puerta, hermano,
Que la luz inunde la era,
ávida de gavillas,
deja que en tu templo sangrado
la mies esparcida sea.
Abre la puerta, ahora,
corre a las ventanas
a despegar sus cantos
y desnudarlas de cortinas.
Deja que la luz te inunde
de reflejo, de Dios,
tu interior sombrío,
en tu alma Él es luz.
Abre la puerta al viento
que se eleven las gavillas,
con el remolino vital,
que caiga el grano,
desprendido, con el vendaval,
generoso, de su espiga.
Abre la puerta a tiempo,
abandónate del cuerpo
dentro de ti, el desierto,
o el valle dentro de ti;
deja que la luz te inunde,
tengas tus días claros
y tus noches azulen sean.
ENLACES PARA DESCARGA LIBRE DEL POEMARIO
https://www.academia.edu/28099107/Desierto_os_Digo_poes%C3%ADa_Mauricio_Invernizzi_2016_
https://issuu.com/hebel.ediciones/docs/2016_-_desierto_os_digo_-_mi
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