Prevención de la conducta suicida: hablar salva vidas

Nunca contemplamos la posibilidad de que el suicidio entrara en nuestra vida… hasta que sucedió. Necesitamos que toda la sociedad —incluyendo nuestras iglesias— se prepare para hablar del suicidio sin miedo. Por Rosa Burguera Blay.

09 DE SEPTIEMBRE DE 2025 · 19:00

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@noa69">Yuriy Vertikov</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Yuriy Vertikov, Unsplash CC0.

Cada día, en nuestro país, 11 personas se suicidan.

Detrás de cada una de esas muertes hay familias y amigos destrozados, atrapados en un duelo inmenso y doloroso. Se calcula que, al menos, seis personas cercanas quedan profundamente marcadas por cada suicidio.

No lo digo desde la teoría.

Nuestra hija Anna se suicidó en enero de 2022.

Jamás pensamos que algo así pudiera ocurrirnos. Éramos una familia “normal”, creyente, unida. Amábamos profundamente a nuestra hija, y sabíamos que ella también nos amaba.

Nunca contemplamos la posibilidad de que el suicidio entrara en nuestra vida… hasta que sucedió.

Y si nos pasó a nosotros, le puede pasar a cualquiera. Porque el suicidio no entiende de edades, creencias ni clases sociales. La fe puede ser un factor protector, sí, pero no es un escudo absoluto.

 

Los falsos mitos que ciegan la prevención

Como la mayoría de la sociedad, nosotros también creíamos en ciertos mitos que nos impidieron ver y prevenir lo que estaba ocurriendo:

  • “Quien amenaza con suicidarse, no lo hace.”
  • “Quien quiere suicidarse, no lo dice.”
  • “Hablar de suicidio incita a hacerlo.”
  • “Solo se suicidan las personas con trastornos mentales.”
  • “El suicidio no se puede prevenir.”
  • “Para suicidarse hay que ser muy valiente o muy cobarde.”

Hoy sabemos que el suicidio sí se puede prevenir. No se puede predecir, pero sí prevenir. Y, sobre todo, sabemos que hablar de suicidio no provoca suicidios: salva vidas.

Durante años, tras un primer intento de nuestra hija, dejamos de hablar del tema por miedo a “darle ideas”, porque pensábamos erróneamente que hablar de suicidio incitaba.

Ahora entendemos que preguntar directamente no solo no es peligroso, sino que abre una puerta a la expresión y a la ayuda.

 

Hablar es aliviar

Cuando alguien puede verbalizar lo que siente, sin miedo a ser juzgado o interrumpido, su angustia disminuye. Ser escuchado con respeto y calma alivia la soledad, reduce la impulsividad y puede ser el primer paso para buscar apoyo profesional.

Una de las frases que más repetimos ahora es: “Ante la duda, pregunta.”

Preguntar desde la empatía no hace daño. Todo lo contrario: muestra interés, cercanía y amor.

Puedes decir cosas como:

  • “Nunca he pasado por una situación tan difícil, así que no puedo ni imaginarme lo difícil que debe ser…”

  • “Lo siento, no sé muy bien cómo ayudarte, pero voy a estar contigo para ayudarte en lo que necesites. No soy psicólogo/a pero aquí estoy a tu lado.”

  • “¿Qué es eso tan importante que te gustaría que los demás entendieran?”

  • “¿Quiénes son esas personas que te gustaría que te entendieran?”

  • “No sé cómo es sentirse como ahora mismo te sientes tú, pero si me ayudas, quizá pueda entenderte mejor”

  • “¿Qué te ha puesto en una situación tan difícil?”

  • “¿Cuál ha sido la gota que ha colmado el vaso?”

  • “Yo no he pasado nunca por una situación como la tuya, pero si me ayudas, quizá pueda entenderte mejor…”

No se trata de tener soluciones mágicas, sino de acompañar y sostener.

 

Una llamada a la sociedad

El suicidio sigue siendo un tema tabú. Necesitamos que toda la sociedad —incluyendo nuestras iglesias— se prepare para hablar de él sin miedo.

Con oración sincera, escucha activa, como la que sabía usar nuestro Señor Jesús, haciendo preguntas clave y las herramientas adecuadas, podemos arrojar luz donde ahora hay silencio y oscuridad.

Porque sí, el suicidio se puede prevenir. Y hablar de ello, sin miedo, es uno de los primeros pasos.

(Si quieres conocer un poco más nuestra historia, escribimos un libro llamado “Una p*** merda” que puedes adquirir en Amazon)


 

Este artículo forma parte de una serie semanal en torno al Día Mundial de la Prevención del Suicidio (DMPS), que se celebra anualmente el 10 de septiembre, en coordinación con el Grupo de Trabajo de Duelo y Suicidio de la Alianza Evangélica Española. Si deseas recibir más información sobre las actividades de este grupo, puedes contactar al WhatsApp +34 687 41 88 75 o a [email protected].

 

Recibe el contenido de Protestante Digital directamente en tu WhatsApp. Haz clic aquí para unirte.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Actualidad - Prevención de la conducta suicida: hablar salva vidas