Imágenes de leones, toros y dragones: Robert Koldewey y el descubrimiento de la Babilonia de Nabucodonosor II
Gracias a las excavaciones de Koldewey se pudieron recuperar más de 5.000 tablillas babilónicas, así como una panorámica de lo que fue la gran Babilonia de la antigüedad.
06 DE MAYO DE 2025 · 16:00

¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? (Daniel 4:30)
Babilonia es un lugar que evoca diversos sentimientos y emociones: anhelos, frustraciones, abandono, tristeza. Es un lugar que aparece mencionado varias veces en la Biblia; aparece mencionada en el primer libro, Génesis, como en el último, Apocalipsis. Es la ciudad en donde murió Alejandro Magno (356-323 a.C.), de hecho, es la ciudad en donde Alejandro quiso establecer la capital de su imperio. Un legado de la erudición babilónica es nuestra división del día en veinticuatro horas, con las horas y los minutos divididos en sesenta; esto es, sesenta minutos y sesenta segundos. Los babilonios utilizaban el sistema sexagesimal (base 60 en lugar de base 10) para sus cálculos porque el número 60 puede dividirse fácilmente entre muchos números enteros diferentes. Este sistema fue adoptado por los eruditos griegos y finalmente se aplicó a la medición del tiempo. La pregunta que surge es: ¿cómo es posible que una ciudad tan importante en la antigüedad haya caído en el olvido?
La búsqueda de esta ciudad comienza por la mención que hace el rabino Benjamín de Tudela (1130-1173) en su obra, Libro de Viajes. En dicha obra, Benjamín de Tudela registró las ciudades que visitó en las zonas de Mesopotamia, Siria y Egipto. Describe la ciudad de Bagdad con las siguientes palabras: La ciudad de Bagdad es grande: diez millas de circunferencia alrededor de la ciudad. Es tierra de palmeras, huertas y vergeles como nos los hay en todo el país de Sinar. A ella vienen de todos los países con mercadería y en ella hay hombres sabios, filósofos conocedores de toda ciencia y magos conocedores de todo tipo de encantamiento. También describe en este libro que la ciudad de Nínive estaba cerca de Mosul, lo cual se comprobaría en las excavaciones llevadas a cabo por Austen Henry Layard (1817-1894)
La ciudad de Babilonia se encuentra al sur del actual Irak al lado del río Éufrates, a 89 kilómetros de Bagdad. El estatus político de la ciudad fue establecido por primera vez por el rey Hammurabi (reinado de 1792 a 1750 a.C.), rey conocido hoy por su código de leyes. Babilonia alcanzaría su mayor gloria durante el reinado del Nabucodonosor II (605-562 a.C.). Durante esta época, Babilonia fue la ciudad más grande e importante del mundo.
Nabucodonosor fue un rey rico que nunca se inhibió a la hora de exigir lo mejor a sus arquitectos. Los palacios de Babilonia eran majestuosos, además de dos enormes residencias en el centro de la ciudad, Nabucodonosor y su corte podían refugiarse en un amplio y bien ventilado «palacio de verano» al norte, escapando de lo peor del calor y los olores de la metrópoli.
Los restos visibles hoy en día en el lugar dan poca idea de la magnificencia arquitectónica que tenía la ciudad. Babilonia, una metrópolis cosmopolita en el centro de un gran imperio, albergaba los palacios y templos más suntuosos, construidos para mostrar la magnificencia del imperio. El zigurat, o torre escalonada del templo, dominaba el perfil de la ciudad, mientras que las grandes murallas que la rodeaban protegían la bulliciosa capital. Construidas con ladrillos de arcilla, estas estructuras acabaron sucumbiendo a la decadencia y el desmantelamiento, hasta que finalmente se perdieron de vista por completo.
Claudius James Rich (1787-1821) fue un agente británico en el consulado de Bagdad. Rich decidió visitar lo que se creía era la antigua Babilonia en los años 1811 y 1817 debido al interés histórico que tenía este sitio. A pesar de que pudo reunir algunas tablillas cuneiformes, su trabajó real fue el de hacer un estudio topográfico del sitio con el fin de poder hacer una prospección arqueológica en el futuro. Rich moriría de cólera en 1821, motivo por el cual no pudo llevar a cabo su sueño de excavar en Babilonia.
Paul Emile Botta (1802-1870) fue comisionado por el gobierno francés para explorar el norte del actual Irak. Es allí en donde encontraría en 1843 el palacio del rey asirio Sargón II, monarca que reinó del 722 al 705 a.C. Tanto Paul Emile Botta como Austen Henry Layard tuvieron delante los apuntes de Claudius James Rich, los cuales no solo mencionaban la topografía de Babilonia, sino también otros sitios que estaban al norte de Irak. Los escritos de Rich fueron de gran valor en las excavaciones británicas y francesas que trajeron como resultado el descubrimiento de palacios, relieves y tablillas que databan de la época del dominio asirio en la zona.
Después de haber tenido éxito descubriendo la ciudad de Nínive y el palacio del rey asirio Senaquerib, quien reinó del 705 al 681 a.C., Layard decidió excavar en la zona de Babilonia en los años 1850-1851. A pesar de haber encontrado tablillas, así como fragmentos de ladrillo con el nombre y títulos del rey babilonio Nabucodonosor II (cuyo reinado fue del 605-562 a.C.), Layard se frustró debido a que los hallazgos en Babilonia no eran de la misma magnitud de los relieves asirios que se habían encontrado en Asiria.
La misma frustración de Layard se vería con los excavadores franceses. En 1851, el gobierno de Francia comisionó a Fulgence Fresnel (1795-1855) y a Julius Oppert (1825-1905) con la misión de hacer una exploración arqueológica en Babilonia. A pesar de haber encontrado tablillas cuneiformes y otros objetos, la expedición terminaría en tragedia debido a que en 1855 un grupo de beduinos atacarían el barco en donde estaban las cajas que contenías no solo los objetos encontrados, sino también los planos y dibujos. La embarcación se hundiría, lo cual hizo que Francia decidiera centrar sus esfuerzos en otras partes de Mesopotamia y del Próximo Oriente Antiguo.
El Reino Unido y Francia eran potencias que competían no solo en el plano económico, sino también arqueológico. Tanto el British Museum como el Louvre buscaban llenar sus salas de objetos de las antiguas civilizaciones de Mesopotamia. Es a finales del siglo XIX cuando Alemania decide entrar en la competencia para poder tener un lugar dentro de las potencias que podían llenar las salas de sus museos de objetos antiguos.
Robert Koldewey (1855-1925) era el candidato ideal para llevar a cabo las excavaciones en Babilonia. Un tío de él, Carl Koldewey (1837-1908) había liderado dos expediciones alemanas al Polo Norte, lo cual nos hace ver que el espíritu de aventura estaba presente en esta familia. Robert Koldewey estudió arquitectura, arqueología e historia del arte en Berlín, Múnich y Viena. Estos estudios serían de capital importancia debido a que la arqueología tiene mucha relación con la arquitectura; esto es, se busca preservar la construcción que se encuentra para que esta pueda aportar datos de valor. Koldewey podía aportar planos arquitectónicos de los descubrimientos que iba haciendo.
Koldewey ya había tenido experiencia en diversas excavaciones. En 1887 había estado en Lagash, un yacimiento arqueológico al sur del actual Irak. Esta experiencia le ayudaría a trabajar en excavaciones donde había una abundancia de construcciones hechas con adobe, lo cual sería de mucha ayuda para las excavaciones en Babilonia, lugar en que abundaban edificaciones hechas con ese material.
Robert Koldewey menciona cómo empezaron las excavaciones en Babilonia: “Las excavaciones comenzaron el 26 de marzo de 1899 desde la parte del Kars hasta el norte de la Puerta de Ishtar. En mi primera visita a Babilonia, el 3-4 de junio de 1897, y nuevamente en mi segunda visita, en el 29-31 de diciembre de 1897, vi numerosos fragmentos de ladrillos en relieve esmaltados, de los cuales llevé algunos conmigo a Berlín. La peculiar belleza de estos fragmentos y su importancia para la historia del arte fue debidamente reconocida por su Excelencia R. Schöne, que era entonces el director general de los Museos Reales, y fortaleció nuestra decisión de excavar la capital del imperio de Babilonia.” Walter Andrae (1875-1956) llegó a pensar que las decisiones de Koldewey estaban guidas por “una voluntad superior”, esto debido a que era un tanto extraño que los ingleses y franceses no hayan descubierto los monumentos que llegó a encontrar Koldewey. De hecho, el reconstructor de la Puerta de Ishtar en Berlín escribió en sus memorias que el descubrimiento de la vía procesional, la puerta de Ishtar y del templo de Esagila no había sido fruto del azar, sino del destino.
En 1898 se crea la Deutsche Orient-Gesellschaft (Sociedad Oriental Alemana), cuyo objetivo era financiar excavaciones a gran escala en el Próximo Oriente Antiguo con el propósito de encontrar esculturas monumentales para ser exhibidas en los museos berlineses. En la actualidad, la Sociedad Oriental Alemana se ha propuesto fomentar la investigación en el campo y hacerla accesible a un público más amplio.
La sociedad contaba con el apoyo del propio Kaiser y recibía donaciones de muchos industriales adinerados. Mesopotamia fue un lugar de gran interés para el Kaiser Guillermo II (1859-1941). Cuando la declaración de la República de Weimar en 1918 obligó a Wilhelm a exiliarse, se instaló en los Países Bajos y se dedicó al estudio de la historia antigua. En 1938 escribió un breve tratado, Das Königtum im alten Mesopotamien, sobre la realeza mesopotámica, en el que afirmaba que existía un linaje ininterrumpido en espíritu entre los imperios babilónico y prusiano, y que las historias sobre Gilgamesh reflejaban un ideal que él mismo había intentado y fracasado defender: “la idea de una monarquía universal que abarcase cielo y tierra”.
Políticos e ingenieros alemanes trabajaban para obtener permiso y financiación para construir un ferrocarril de Berlín a Bagdad y de allí a Basora. En 1899 se firmó el acuerdo definitivo entre el gobierno otomano y los alemanes del Kaiser Guillermo II: se concedieron derechos mineros en un radio de 20 km de la vía férrea propuesta, y la excavación incluía la extracción de antigüedades, lo que permitía exportar a Alemania todo el material extraído, incluidos los hallazgos arqueológicos. Dado que el trazado de la vía propuesta pasaba por muchos yacimientos antiguos visibles, los arqueólogos alemanes eligieron los mejores lugares para sus excavaciones. Entre ellos se encontraba Babilonia. Un astuto periodista escribió en el Daily Mail del 13 de junio de 1899 que Gran Bretaña estaba perdiendo terreno en la rivalidad internacional por los yacimientos arqueológicos productivos, superada por Alemania gracias a su alianza con la Turquía otomana.
Koldewey utilizaría las vías de ferrocarril para poder despejar miles de toneladas de tierra. El número de personas que Koldewey empleó fue de más de 200 trabajadores, los cuales se turnaban de forma rotativa en la extracción de tierra. Koldewey siguió trabajando en Babilonia durante gran parte de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), mientras los ingenieros alemanes luchaban en vano por completar el ferrocarril de Berlín a Bagdad. Las excavaciones terminaron durante la guerra, en 1917, cuando los turcos otomanos se retiraron de Bagdad y entró el ejército británico, con la consiguiente interrupción de la excavación. Koldewey excavó Babilonia ininterrumpidamente de 1899 a 1917.
Uno de los nuevos avances tecnológicos que más importancia y repercusión tuvo en los inicios de la arqueología científica fue la fotografía. En 1839, William Henry Fox Talbot (1800-1877) en Inglaterra y Louis-Jacques Mandé Daguerre (1787-1851) en Francia revelaron el proceso de la toma de imágenes. La fotografía creció rápidamente junto con la arqueología, la que se utilizó ampliamente en las excavaciones arqueológicas. Aunque la fotografía se utilizó como herramienta en todas las ciencias, la arqueología fue el ámbito en el que más se utilizó en sus inicios. De hecho, los dos desarrollos científicos estaban casi hechos el uno para el otro: un binomio de objetivos científicos e invención tecnológica. Es importante mencionar que Henry Fox Talbot fue uno de los descifradores de la escritura cuneiforme.
La fotografía cambió radicalmente la arqueología y los métodos arqueológicos, que hasta entonces se basaban en dibujos y grabados, pero nunca los sustituyó. Todavía hoy en día se buscan personas que puedan hacer ilustraciones en papel. Las fotografías de las excavaciones alemanas en Babilonia son de especial interés, ya que revelan métodos de trabajo y monumentos en pie descubiertos a finales del siglo XIX. Los fotógrafos arqueológicos tenían que llevar consigo todo su equipo y sus productos químicos para revelar las imágenes in situ.
Los más famosos descubrimientos de Koldewey son la Vía Procesional y la Puerta de Ishtar, las cuales serían reconstruidas de forma espectacular en el Museo Vorderasiatisches de Berlín. La Puerta de Ishtar era la entrada más grandiosa de Babilonia, la cual estaba revestida por completo de ladrillos esmaltados de color azul oscuro y adornada con relieves de cientos de toros y dragones desfilando, la imagen que recibía a los antiguos visitantes de la capital debía de ser inolvidable. A través de la Puerta de Ishtar discurría la amplia Vía Procesional, flanqueada a ambos lados por relieves de leones.
Los toros estaban especialmente vinculados a Adad, el dios de la tormenta. Con respecto a los dragones, llamados mušhuššu en babilonio, son un compuesto con cabeza de serpiente, las patas traseras de águila y las delanteras de león. Estos dragones eran sagrados para el dios Marduk, y los reyes los apreciaban sobre todo por su poder para ahuyentar a los enemigos y a los espíritus malignos. Una inscripción del rey babilonio Neriglisar, cuyo reinado fue del 560-556 a.C., menciona lo siguiente: “Lanzo siete mušhuššu que salpican al adversario y al enemigo con veneno mortal”.
Los maravillosos ladrillos azules y amarillos de Nabucodonosor eran una característica sobresaliente. Aunque ni la tecnología del esmaltado ni el relieve de los ladrillos eran nuevos, la combinación era asombrosa por su originalidad y su efecto artístico. La tecnología de decoración neobabilónica superó con creces la artesanía anterior, y los sucesivos periodos de Babilonia mostraron ladrillos en relieve sin esmaltar, ladrillos planos esmaltados y, finalmente, ladrillos en relieve de diferentes colores. Estos ladrillos se utilizaron para decorar los monumentos más públicos con relieves que representaban diseños de animales, rosetas y palmeras en colores brillantes. Esta sofisticada decoración se limitaba a unas pocas estructuras que representaban el poder de los dioses y del rey. Entre ellas, el complejo de la Vía Procesional y la Puerta de Ishtar era la más importante. Esta vía, procedente del norte, era utilizada durante la procesión del festival del año nuevo por los dioses junto con el rey y la corte. Al final de este pasaje se encontraba la puerta llamada «Ishtar», recubierta de ladrillos esmaltados en todos sus lados exteriores.
Las murallas a lo largo de la Vía Procesional estaban revestidas a lo largo de unos 180 metros con imágenes de leones y otros ornamentos en sus secciones inferiores, y éstas se veían realzadas por un suelo de piedra coloreada que se adentraba en la ciudad. La sorprendente Puerta de Ishtar, compuesta por una antepuerta en la muralla exterior y la puerta principal en la gran muralla interior de la ciudad, con un pasadizo de 48 metros de largo, estaba decorada con no menos de 575 representaciones de animales. Estas imágenes, de toros y dragones que representaban animales sagrados, estaban colocadas en filas alternas. Eran el entorno adecuado para la procesión de Año Nuevo que se dirigía hacia el Esagila, el santuario de Marduk llamado “Casa cuya cima es alta”, en el centro de la ciudad.
Mientras Koldewey estaba plenamente ocupado en las excavaciones, su trabajo recibió un impulso inesperado al descubrir Jacques de Morgan (1857-1924) un arqueólogo francés, la gran estela de Hammurabi en el emplazamiento persa de Susa, inscrita con el famoso código de leyes y llevada en triunfo al Louvre. Esta estela había sido saqueada por los elamitas, archienemigos de Babilonia, y llevada al actual Irán, en donde fue encontrada por Jacuqes de Morgan.
Walter Andrae fue el primero de los ayudantes de Koldewey, a quien ayudó en las campañas de 1899 a 1903 en Babilonia, pero después se le pediría que llevara la dirección de una gran excavación en Ashur, al norte del actual Irak. Su contribución a los descubrimientos de Babilonia puede apreciarse sobre todo en la documentación y la reconstrucción. Las publicaciones sobre Babilonia siguen siendo nuestras fuentes más importantes sobre los templos y palacios de la ciudad de Nabucodonosor. Walter Andrae organizó y supervisó la que quizá sea la reconstrucción arquitectónica más compleja e impresionante de la historia de la arqueología: la reconstrucción de la Puerta de Ishtar y la Vía Procesional de Babilonia en Berlín. Para llevar a cabo la reconstrucción, primero se desalinizaron los cientos de fragmentos de ladrillo esmaltado procedentes de Babilonia, los cuales se retiraron con cuidado de su sitio original en Babilonia. Después, los ladrillos se unieron en Berlín para formar los leones, dragones, toros y elementos florales de los que constaba originalmente la decoración del monumento. Estas figuras se completaron con ladrillos nuevos, cocidos en un horno especialmente diseñado para conseguir el color y el acabado correctos. Las reconstrucciones incluyen las fachadas de los salones del trono, la parte delantera de la Puerta de Ishtar y una parte importante de la Vía Procesional.
Los estándares característicos de las excavaciones alemanas, entre las cuales destaca la minuciosidad en la elaboración de planos, inventario de hallazgos, fotografías y dibujos tuvieron un profundo impacto en la inglesa Gerturde Bell (1868-1926), quien visitó los yacimientos y mantuvo correspondencia con Koldewey y Andrae. Tras la Primera Guerra Mundial, como primera Directora de Antigüedades de Irak, Bell estableció requisitos formales para los excavadores extranjeros. Estos requisitos reflejaban la impresión que había causado el trabajo de Koldewey: la normativa incluía requisitos personales, en particular, un fotógrafo para la excavación, así como un reparto de los hallazgos con el recién formado Estado iraquí. Es posible que debido a su admiración por Koldewey, Bell permitió que la mayor parte de la enorme cantidad de hallazgos de Babilonia que quedaron en Irak tras la Primera Guerra Mundial fueran enviados a Alemania a cambio de donaciones de maquetas y relieves reconstruidos para la nueva colección nacional iraquí. Más de 500 cajas fueron enviadas a Berlín, las cuales contenían los ladrillos esmaltados que se habían encontrado en Babilonia. Uno de los legados más importantes y duraderos de Gertrude Bell es el Iraq Museum, fundado en 1923 e inaugurado en 1926.
Walter Andrae narra como se llevaron a cabo los trabajos de reconstrucción en Berlín: Enseguida pusieron a mi disposición considerables medios y espaciosas habitaciones para trabajar, e hice contratar a Willy Struck, que recibió unos treinta ayudantes, y que en dos años puso a punto aquella gigantesca obra: setenta y dos animales en relieve y grandes bandas de rosetas y ornamentos. Además, encontré tres talleres de cerámica berlineses, cada uno de los cuales realizó a su manera distintos intentos de imitar lo más fielmente posible los seis colores que pueden distinguirse en los ladrillos babilónicos.
La reconstrucción de la puerta de Ishtar y la vía de procesión se inauguró en el Museo Vorderasiatisches en 1930. Robert Koldewey no pudo ver el logro de la reconstrucción de la puerta de Ishtar debido a que falleció en 1925. Los restos de Koldewey reposan en un cementerio de Berlín.
Gracias al trabajo de Koldewey y Andrae se pudo recuperar parte del legado del rey babilónico, Nabucodonosor II. En la antigüedad los reyes se representaban a sí mismos como constructores, lo cual se puede ver en las palabras de Nabucodonosor que aparecen en el libro de Daniel: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? (Daniel 4:30).
El legado de Koldewey sigue vivo. Gracias a sus excavaciones se pudieron recuperar más de 5.000 tablillas babilónicas, así como una panorámica de lo que fue la gran Babilonia de la antigüedad. También se pudo comprobar la veracidad del exilio judío en Babilonia, el cual fue llevado a cabo por el rey Nabucodonosor II.
Todavía queda mucho por descubrir en el antiguo Irak. Para citar un ejemplo, todavía no se han encontrado las tumbas de los reyes de Babilonia. Oremos para que en un futuro puedan llevarse a cabo excavaciones que nos ayuden a entender mejor la historia de Babilonia, y que esto también sirva para tener un mejor entendimiento del texto bíblico.
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Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Actualidad - Imágenes de leones, toros y dragones: Robert Koldewey y el descubrimiento de la Babilonia de Nabucodonosor II