Visiones de palacios subterráneos, monstruos gigantescos y figuras esculpidas: Henry Layard y el descubrimiento de Asiria

En la actualidad se pueden encontrar más de 50 referencias a pasajes del Antiguo Testamento que se pueden relacionar con objetos encontrados en las excavaciones de Layard.

12 DE NOVIEMBRE DE 2024 · 18:10

Austen Henry Layard de joven.,
Austen Henry Layard de joven.

Los asirios, gobernadores y capitanes, vestidos de ropas y armas excelentes, jinetes que iban a caballo, todos ellos jóvenes codiciables.

Ezequiel 23:12


Austen Henry Layard (1817-1894) fue un hombre de diversas facetas: abogado, explorador, arqueólogo, ilustrador, escritor, crítico de arte, político y embajador. Habiendo vivido durante gran parte de la era victoriana (1837-1901), Henry Layard fue un hombre adelantado a su época.

A pesar de haber nacido en París, Henry Layard era de nacionalidad británica. Sus ancestros fueron hugonotes franceses que se establecieron en Inglaterra a causa de la revocación del edicto de Nantes (1685). Entre los ancestros de Layard podemos encontrar médicos, banqueros y clérigos de la iglesia anglicana.

El padre de Layard (Henry Peter John Layard) fue una persona que había emigrado a Ceylan (la actual Sri Lanka) con el objetivo de importar especias al Reino Unido. Después de un tiempo terminaría trabajando para el gobierno británico en ese lugar. Su salud era frágil y desarrolló problemas fuertes de asma. Debido a recomendaciones médicas y a su actividad comercial, que dio un giro a la compra y venta de arte, el padre de Layard trasladó a la familia a diferentes países: Francia; Italia y Suiza.

Henry Layard fue una persona muy inquieta, no le gustaba pasar el día sin tener nada que hacer. Él mismo cuenta que desde niño tuvo que aprender a defenderse del bullying que sufría, esto no solamente se debía a que era el único niño inglés en un colegio francés en donde todavía había resentimientos hacia los británicos por la batalla de Waterloo, sino también a que tuvo intereses por el arte y la literatura desde muy temprana edad. Su libro favorito fue Las mil y una nocheslibro que despertaría su pasión por el Próximo Oriente Antiguo.

Los padres de Layard querían que su hijo estudiara para ser abogado en Inglaterra, motivo por el cual enviaron a su hijo a que viviera con el hermano de su madre, su tío Benjamin Austen, el cual había establecido una firma importante en Londres. Benjamin Austen se codeaba con personas importantes del ámbito cultural de la época, entre sus amigos más cercanos estaba Benjamin Disraelí, escritor que llegaría a ser el primer ministro del Reino Unido.

Después de haber aprobado los exámenes para ejercer la abogacía y ver que esto no era lo que buscaba, su familia sugirió que Layard siguiera los pasos de su padre y empezará un negocio en Ceylán. Layard mencionaba que le aburría hasta el extremo el estar encerrado en una oficina por horas haciendo algo que no le satisfacía. Fue en ese viaje a Ceylán en donde se empieza a ver un cambio radical en él. En 1839, y con 22 años de edad, Layard decide ir a Ceylán de una forma inusual: viajando por tierra en vez de tomar un barco que rodearía Árfica y lo llevaría después a Sri Lanka, Layard decide viajar por el Mediterráneo a Turquía y después ir a caballo a visitar el Próximo Oriente Antiguo. Henry Layard describe este viaje de la siguiente manera:

En el otoño de 1839 y el invierno de 1840 viajé por Aisa Menor y Siria. Me acompañaba un hombre que tenía tantas ganas de aprender como yo. Ambos despreciábamos todo peligro, cabalgábamos solos, sin más protección que nuestras armas; la mochila atada a la silla de montar era todo nuestro equipaje.”

Entre los lugares que Layard llega a visitar en ese viaje se encuentran: Jerusalén, Petra, Damasco, Persépolis, Estambul. A pesar de haber estado en esos territorios, el sitio que más le interesa visitar es la zona descrita en el libro de Las mil y una noches; esto es, Mesopotamia. Layard describe ese deseo de conocer esos lugares de la siguiente forma:

Sentí un irresistible deseo de penetrar en los parajes de la otra orilla del Éufrates, que la historia y la tradición señalan como la cuna de la sabiduría de Occidente. La mayoría de los viajeros experimentan este deseo de cruzar el gran río y explorar la región que en el mapa aparece separada, en las fronteras de Siria, por el inmenso espacio blanco que se extiende desde Alepo hasta las orillas del Tigris. Sobre Asiria, Babilonia y Caldea reina aún la más profunda oscuridad. Con estos nombres se relacionan grandes naciones y las sombras de la historia de grandes ciudades; entre gigantescos restos de piedra, en medio de los desiertos, que por su soledad y por la ausencia de toda forma y de vestigios vivos se resisten a las descripciones del viajero, grandes tribus nómadas, según lo anunciado por los profetas, andarían errantes por el país, por esas inmensas llanuras, que tanto judíos como paganos consideran la cuna de su tribu.”

Después de haber visitado esos lugares, Layard decide no seguir con su viaje a Ceylán. En 1842 se dirige a la capital del Imperio Otomano, Estambul, a buscar trabajo en la embajada británica, motivo por el cual busca entrevistarse con el embajador del Reino Unido en Estambul, Stratford Canning (1786-1880), el cual resulta impresionado de cómo un joven sin experiencia militar haya podido sobrevivir de 1839 a 1842 en territorios gobernados por el imperio otomano. 

En 1842, Paul-Émile Botta es designado como cónsul francés en Mosul, al norte del actual Iraq. Botta fue enviado por el gobierno francés debido a que Francia buscaba una ruta comercial con el Próximo Oriente Antiguo, así como a buscar llenar el Louvre de colecciones asirias. Un investigador inglés, Claudius Rich (1787-1821) había establecido que en las colinas de Mosul se encontraban vestigios de la civilización asiria. Rich, que había sido un explorador, murió de cólera y lo poco que pudo encontrar fue depositado en el Museo Británico en Londres. Debido a la inestabilidad política de la zona, nadie se había aventurado a realizar excavaciones de gran escala en la zona.

En 1843, Botta encuentra lo que después se reconocería como el palacio del rey Sargón II de Asiria, el mismo monarca que aparece descrito en Isaías 20:1. El desciframiento del cuneiforme no se daría hasta 1857, motivo por el cual todo lo que se encontraba se copiaba por medio de ilustradores y se empaquetaba para llevarse a Francia. En esa época todavía no se utilizaba la fotografía en excavaciones arqueológicas.

En un movimiento poco inusual, Botta establece amistad con Layard proporcionando acceso a las excavaciones y a las copias de las inscripciones que iba encontrando. Esta amistad ayudó a Layard a darse una idea de lo que podía encontrar en otros lugares en donde podrían aparecer inscripciones y monumentos que podía llevar al Museo Británico en Londres.

Layard había puesto su mirada en otro lugar cercano al que había excavado Botta. A pesar de haber desarrollado una amistad con el arqueólogo francés, Layard no quería que Inglaterra se quedará atrás en el descubrimiento de la antigua Asiria. Layard intentó convencer al embajador británico, al Museo Británico y a varias personas para encontrar financiación para la excavación. A pesar de no ser arqueólogo, Layard había estudiado con detenimiento las excavaciones de Botta y había visto oportunidades de encontrar monumentos en otras partes.

No es hasta 1845 que Layard encuentra financiación para empezar a excavar. Layard describe este evento de la siguiente manera:

Las esperanzas, largamente acariciadas, ahora se harían realidad, o terminarían en desilusión. Visiones de palacios subterráneos, de monstruos gigantescos, de figuras esculpidas e inscripciones interminables, flotaban ante mí. Después de formular un plan tras otro para remover la tierra, y al extraer estos tesoros, me imaginé vagando en un laberinto de cámaras del cual no podía encontrar salida.”

Visiones de palacios subterráneos, monstruos gigantescos y figuras esculpidas: Henry Layard y el descubrimiento de Asiria

Imagen de la excavación de Layard con los objetos que serían llevados al Museo Británico, entr ellos un lamassu.

En el mismo día en que empezó la excavación empezaron a brotar relieves que contenían imágenes de soldados asirios en batalla, de leones, de figuras aladas con cara de hombre y pies de toro, que después se conocerían como lamassu. Es bastante impresionante cómo una persona sin experiencia previa, que solo había aprendido estudiando la excavación llevada a cabo por Paul-Émile Botta, pudo haber encontrado la ciudad que en la Biblia se denomina Cala (Génesis 10:11-12). También se encontró un obelisco negro, en donde aparece el rey Jehú de Israel (2 Reyes 9:13) postrado delante del rey asirio Salmanasar III.

Fue tan impactante el hallazgo que un líder de una tribu de la zona mencionó lo siguiente sobre Layard:

He vivido en estas tierras durante años. Mi padre y el padre de mi padre plantaron aquí sus tiendas antes que yo, pero ellos nunca oyeron hablar de estas figuras…Pero he aquí que llega un extranjero desde un lugar alejado muchas jornadas de camino y anda hasta el punto exacto…y hace una línea aquí y otra allá. Aquí, dice, está el palacio. Allí, dice, está la puerta. Y nos muestra lo que ha estado toda nuestra vida bajo nuestros pies sin que lo supiéramos. ¡Maravilloso! ¡Maravilloso!

Visiones de palacios subterráneos, monstruos gigantescos y figuras esculpidas: Henry Layard y el descubrimiento de Asiria

Fragmento del obelisco asirio en el que el rey israelita Jehú aparece postrado y besando los pies de Salmanasar III.

La primera campaña duró de 1845 a 1847. Después de la excavación, Layard regresa a Inglaterra a presentar el reporte de lo encontrado. Lleva consigo a Hormuzd Rassam (1826-1910), su ayudante y traductor, a quien inscribe en la Universidad de Oxford. Layard publica sus descubrimientos y recibe un doctorado de la Universidad de Oxford, así como la Founder´s Medal de la Royal Geographical Society.

La segunda campaña de excavación es de 1849 a 1851. Es en esta campaña en donde aparecen más descubrimientos sorprendentes: aparte de encontrar la ciudad de Nínive, Layard encuentra el palacio del rey asirio Senaquerib, en donde aparecen escenas de la batalla de Laquis que aparece en la Biblia (2 Reyes 18:14, 17; 2 Crónicas 32:9). También aparecieron inscripciones del rey asirio Esar-hadón (2 Reyes 19:37; Esdras 4:2; Isaías 37:38). Y por último, apareció la biblioteca del rey asirio Asurbanipal, el cual en la Biblia es mencionado como Asnapar (Esdras 4:10). En dicha biblioteca se encontró la Epopeya de Gilgamesh.

Después de la campaña de 1851, Layard decide dar un giro a su vida para dedicarse a la política. Llega a ser miembro del parlamento inglés, sobre lo que varios de sus contrincantes llegarían a decir que era miembro del parlamento de la circunscripción de Nínive.

A pesar de que ya no se dedicaba a la arqueología, Layard siguió apoyando las excavaciones de su amigo, Hormuzd Rassam. Layard también colabora en el desciframiento de la escritura cuneiforme. En 1852 decide pasar tres semanas con la familia del pastor anglicano Edward Hincks (1792-1866), quien ya antes había mencionado que el rey que aparecía en el obelisco negro era el rey Jehú que aparece mencionado en la Biblia. Edward Hincks tuvo acceso a copias de inscripciones que había encontrado Layard en sus excavaciones, las cuales fueron de ayuda en el desciframiento de ese tipo de escritura.

La región de la actual Turquía siguió cerca de su corazón, motivo por el cual decide, junto a otras personas comenzar el banco Otomano en 1856 con el propósito de fomentar el desarrollo económico de la zona. 

Layard es nombrado embajador en España de 1869 a 1877. En ese período le toca ver acontecimientos importantes en España, como la abdicación de la reina Isabel, el nombramiento de Amadeo de Saboya como rey, la primera República española y el restablecimiento de la monarquía borbónica. Layard sirve como embajador junto a su mujer Enid Guest. Hay una pintura de Vicente Palmaroli González (1834-1896), quien al final de su vida llegaría a ser nombrado director del Museo del Prado, en donde se puede ver a la mujer de Layard portando las joyas que su marido mandó hacer con sellos de cilindro del rey asirio Esar-hadón.

Visiones de palacios subterráneos, monstruos gigantescos y figuras esculpidas: Henry Layard y el descubrimiento de Asiria

Enid Guest, la esposa de Layard.

Con el regreso de Benjamín Disraelí como primer ministro, Layard es designado como embajador británico en el Imperio Otomano de 1877 a 1880. Es esta la última etapa diplomática de Layard. Después de que Benajmín Disraelí perdiera las elecciones, Layard decide retirarse en Venecia a comerciar con arte y a dedicarse a escribir.

Henry Layard dona un edificio en Venecia a la iglesia anglicana en 1892 con el propósito de que allí se establezca una iglesia para la comunidad inglesa. En la Iglesia de St. George existe una placa que menciona lo siguiente: “This Church of St. George was given by the right Honorable sir Austen Henry Layard to the English community of Venice.”MDCCCXCII.

Quiero terminar con el impacto de Layard y su importancia para el estudio del Antiguo Testamento. En la actualidad se pueden encontrar más de cincuenta referencias a pasajes del Antiguo Testamento que se pueden relacionar con objetos encontrados en las excavaciones llevadas a cabo por Henry Layard. En una época en donde se ponía en duda la veracidad de los eventos narrados en los libros de Reyes y Crónicas. Layard respondió a esas cuestiones de la siguiente manera:

Ha sido frecuentemente señalado que hay una completa ausencia de evidencias contemporáneas o de registros posteriores que corroboren los pasajes históricos de la Biblia, y que es poco probable que tales grandes guerras y campañas, tal y como están recogidas en el libro de los Reyes y Crónicas, pudieran haber ocurrido sin que los autores antiguos hubieran transmitido alguna noticia sobre ellos. Una objeción como ésta, sea cual sea el valor que pudiera tener, ha sido completamente eliminada por los descubrimientos que hemos descrito para confirmar la verdad y exactitud del relato bíblico.”

La Biblia describe lo que los recientes descubrimientos confirman plenamente, la extensión y el poder del Imperio asirio, el orgullo y la magnificencia de sus reyes, sus vastos ejércitos compuestos de infantes, jinetes y carros, así como la habilidad, iniciativa y riqueza de sus habitantes.”

El legado de Layard sigue vivo. Hoy en día puede verse el resultado de sus excavaciones en museos que se encuentran en ambos lados del Atlántico: el Museo Británico en Londres y el MET en Nueva York. Ambos museos cuentan con colecciones de objetos de la civilización asiria que fueron descubiertos por Henry Layard.

Es triste ver lo que ha pasado en la historia reciente de Iraq. Hoy en día es extremadamente difícil llevar a cabo excavaciones a gran escala. Todavía hay mucho por descubrir, por citar un ejemplo, todavía no se han encontrado las tumbas de los reyes asirios.

Esperamos que en un futuro próximo, cuando la situación de la zona cambie para bien, podamos encontrar a personas con un espíritu de aventura como Layard, que por medio de sus excavaciones puedan ayudarnos a comprender mejor el relato bíblico.

 

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