Retos de la iglesia actual: el creciente traslado de jóvenes evangélicos a las grandes ciudades
La búsqueda de oportunidades laborales está provocando en España un importante traslado de jóvenes evangélicos desde sus provincias a las grandes ciudades. Por Ismael Rodelgo.
26 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 18:32
Las iglesias evangélicas comparten la práctica de dar la bienvenida a quienes las visitan por primera vez. Mediante ujieres, equipo de bienvenida o como un espacio en la reunión, el saludar y recibir al visitante con calidez es una de las muestras de identidad de la iglesia local. Tras la bienvenida se iniciará un tiempo de acompañamiento en el proceso de integración, siempre que el visitante esté considerando ser miembro y no solo visita.
Este proceso ha sido de especial importancia para quienes dejaron su país por necesidad, ya sea en busca de un futuro mejor para sus hijos o huyendo de guerra y persecución. Todos ellos han sido recibidos con la habitual bienvenida y deseo de integración por parte de las iglesias.
Un nuevo grupo ha llegado a tu iglesia
La realidad laboral, social y económica que ha experimentado España en los últimos años, ha provocado un nuevo “movimiento migratorio” que probablemente esté pasando desapercibido a las iglesias. No tiene origen en otro país y tampoco es la guerra o la persecución su causa. Probablemente por ello no llama la atención.
Actualmente se está multiplicado el número de españoles que, debido a la concentración de actividades en las grandes ciudades, han tenido que dejar su ciudad en busca de oportunidades. La oferta educativa y laboral son el motor que mueve a muchos a dar el paso del traslado.
Los jóvenes evangélicos españoles, como parte de la sociedad, no son ajenos a este fenómeno y son muchos los que están dando el paso de cambio de ciudad para iniciar una nueva etapa fuera de casa. Seguramente han llegado a tu iglesia de forma desapercibida.
La dificultad de empezar en una gran ciudad
Quienes han crecido en una ciudad de gran tamaño han normalizado su estilo de vida habitual. Sin ser conscientes, diariamente conviven con las grandes distancias, desplazamientos superiores a una hora al lugar de trabajo y el estrés silencioso. Las semanas pasan a un ritmo frenético de lunes a viernes sin que se pueda tener vida social y los fines de semana se deben aprovechar para hacer todo aquello que no ha dado tiempo entre semana como realizar compras, labores domésticas, descansar y contar las horas que faltan para el temido lunes.
Para quienes han crecido así no resulta un desafío y, sin apenas esfuerzo, su estilo de vida, ocio, tiempo con amigos y familia sobrevive sabiendo encontrar los espacios sin que sea un gran esfuerzo cruzar la ciudad para apenas compartir dos horas con unos buenos amigos.
Será muy diferente para quienes, hasta ahora, podían recorrer su ciudad de norte a sur en 15 minutos, pasaban tiempo con amigos y familia de lunes a viernes, pudiendo realizar visitas con un simple paseo sin pagar el precio de atascos y distancias. En las grandes ciudades si algo falta es tiempo y si algo hay son distancias.
El recién llegado tendrá que adaptarse a este acelerado ritmo de vida, junto a la añoranza, soledad y cierta tristeza de encontrarse tan lejos de amigos, familiares y lo que hasta ahora ha sido toda su vida.
El reto de integrase en una iglesia
Tratándose de jóvenes evangélicos no hay duda de que encontrar una iglesia será su prioridad y prácticamente todos iniciarán el proceso de búsqueda.
En su mayoría será un desafío dadas las muchas diferencias entre la iglesia de la que provienen y las iglesias que encontrarán, no siendo la teología o liturgia lo que suponga el mayor reto. En muchos casos la iglesia “origen” será una que estaba cerca de su casa, la única de la que han sido miembros junto a sus familiares y a la que podían asistir entre semana sin mayor dificultad. La interacción con iglesia y amigos se producía de forma sencilla muchos días de la semana e incluso sin mucha planificación.
Ahora será diferente, las iglesias que encontrarán en las grandes ciudades les obligarán a desplazarse kilómetros para la reunión del domingo y será misión imposible hacerlo de lunes a viernes. Los miembros vivirán en zonas muy alejados unos de otros, siendo complicada la comunión más allá del domingo.
Todo esto puede desanimar, dado que será casi imposible encontrar en la gran ciudad lo que hasta ahora era tu vida de iglesia, y pudiera llevar a detener la búsqueda más tiempo del prudente iniciándose el riesgo de “desconexión”.
Iglesias recibiendo a jóvenes evangélicos españoles desde otras ciudades
En muchas ocasiones tras la primera bienvenida, pudiera considerarse a esta visita como una “que no necesita tanto apoyo como otras”. Será vista como una persona que ha llegado a la ciudad para estudiar o trabajar, siendo un estatus de privilegio sin aparentes necesidades. Erróneamente, se pensará que por su contexto evangélico español podrá integrarse por sí misma.
Será fácil concluir que no necesita ayuda y los esfuerzos se enfocarán en otro tipo de visitas que, por su condición de no cristianos o de extranjeros con diferencias culturales y necesidades de otro tipo, nos sentimos más llamados a ayudar.
Tras los primeros días los saludos se reducen y se pasa a ser un anónimo en una iglesia, donde no se conoce a casi nadie y se espera te integres por ti mismo. Comenzará otra semana en la que la gran ciudad te agota y limita las relaciones a los domingos. En algunos casos si además se desempeña, el cada vez más habitual teletrabajo, pudiera provocarse un aislamiento muy dañino.
Se generará un mayor sentimiento de añoranza y lucha para encontrar un lugar en una ciudad e iglesia tan diferente a lo que hasta ahora se había conocido. Aparecerá la duda de continuar asistiendo a una iglesia en la que no acabas de integrarte o iniciar el costoso ciclo de visitas a otro lugar. Tras varios intentos se correrá el riesgo de desánimo y frustración.
Integración a través del servicio y ministerio
Colaborar en los ministerios de la iglesia local es una de las formas de integrarse. Muchos ya han desarrollado actividades en sus iglesias y sentirán como algo innato el deseo de servir.
Dado lo habitual de visitas que tras algunos domingos no regresan, se ha creado la figura no oficial de personas que “están de paso”, considerándose que no merece la pena invertir en ellos o darles oportunidades. Si alguien con un honesto deseo de integrarse es catalogado de ese modo, encontrará obstáculos para recibir invitaciones a servir.
Se generará la frustración de sentirse tratado como alguien “de paso” pese a que la intención sea encontrar un lugar en el que permanecer.
Habrá otra dificultad ya que serán frecuentes las ausencias dado que los primeros años de residencia en otra ciudad, las escapadas para visitar familia, amigos o iglesia serán frecuentes. El echar de menos a todos a los que amas y experimentar por primera vez estar lejos de casa llevará a muchos a visitar sus ciudades de origen una vez al mes, cada festividad y en largas temporadas de verano o Navidad.
Incluso en algunos casos el apego y duelo por la separación lleva a muchos a mantener ministerios en sus iglesias de origen, atendiéndolos en la distancia y mediante viajes puntuales.
Estas ausencias incrementarán la idea de que es una persona “de paso”, cerrando las invitaciones a participar en áreas de la iglesia y ministerios, dificultando la integración.
Lo que hay en juego: pérdida de varias generaciones
La llegada de jóvenes evangélicos españoles a las grandes ciudades, lejos de ser algo excepcional, es un fenómeno en crecimiento. La movilidad laboral, temporadas de traslado por un proyecto y todas las novedades que el mercado laboral está desarrollando, harán que las iglesias locales jueguen un papel muy importante en el cuidado de personas que han dejado su ciudad.
Muchas de las decisiones más importantes y desarrollo espiritual suceden en etapas de juventud, por lo que el apoyo de una iglesia local será fundamental. Si el proceso de integración en la gran ciudad no se realiza de forma exitosa corremos el riesgo de perder varias generaciones de jóvenes que vivirán su espiritualidad alejados de la iglesia local. Serán afectados tanto quienes no se integran como las propias iglesias al dejar pasar dones, talentos y oportunidades que traen los recién llegados.
Cambiando el enfoque: un llamado a cuidar
Este artículo ha descrito la forma en la que podemos ver y “encasillar” a quienes visitan una iglesia en su condición de “evangélicos españoles recién llegados a la ciudad”. Será necesario un cambio de enfoque para:
- Considerarles personas que necesitan ayuda en su proceso de integración en una nueva ciudad y que pese a su condición de integrados en la cultura evangélica española no sucederá todo de forma automática o sencilla.
- Entender que viven un proceso de duelo, separación, cambios y retos a los que debemos responder con amor y paciencia.
- Respetar su proceso de búsqueda e integración como algo que toman en serio y a lo que dan prioridad.
- Evitar crear categorías de personas como “las de paso” o “no comprometidas” solo por el hecho de que viajen con frecuencia a sus ciudades de origen o mantengan vínculos con ellas.
- Adaptar y flexibilizar algunas de las reglas para permitir la participación en ministerios.
Este cambio de enfoque provocará que se ofrezca la ayuda que necesitan, reciban comprensión y oportunidades que ayuden a la integración.
Oportunidades: colaboración entre iglesias
Al contrario que representar un problema, la llegada de jóvenes a las grandes ciudades es una gran oportunidad para el desarrollo del Reino de Dios y vivir lo que representa. De forma práctica algunas oportunidades serán:
- La llegada a las iglesias de nuevas ideas y dones en forma de personas con deseo de servir y ayudar.
- Trabajar la unidad y convivencia de las muchas culturas que coexisten en España y que cada vez estamos más obligados a vivir dada la alta movilidad laboral.
- Coordinación entre iglesias que “envían a sus jóvenes” y las que “los reciben”. Un trabajo del que sin duda surgirán oportunidades de contacto entre pastores, amistad y relación de iglesias, además de posibles nuevos proyectos conjuntos para el Reino de Dios.
- Visitas de familiares y amigos a ambas ciudades en muestra de convivencia y unidad pese a la distancia.
Este fenómeno no se va a detener. Serán los gobernantes, el modelo económico y laboral quienes decidirán entre fomentar o detener este movimiento.
Mientras, las iglesias tenemos el reto, la obligación y oportunidad de responder a las circunstancias actuales y por ello: Mi reconocimiento a aquellos que han dejado su ciudad y tienen como prioridad integrarse en una iglesia. Mi agradecimiento a sus familias e iglesias de origen por haberles capacitado para que ahora otros reciban sus dones. Mi ánimo a todos los que se encuentran en el proceso de cuidar e integrar a aquellos que llegan.
Ismael Rodelgo es miembro de la Iglesia Evangélica Agua de Vida en la Vaguada (Madrid) y en los últimos años ha servido activamente en la integración de jóvenes llegados a Madrid desde otras partes de España.
Por un año más
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