Kate Forbes: perder para ganar

En la carrera para convertirse en Primera Ministra de Escocia, los ciudadanos captaron el mensaje subyacente de la candidata de fe evangélica: No ocultaré quién soy.

28 DE MARZO DE 2023 · 15:40

Kate Forbes, ministra de Finanzas, durante una rueda de prensa del gobierno de Escocia. / Foto: <a target="_blank" href="https://www.flickr.com/photos/scottishgovernment/50166239981/">Flickr Scottish Government</a>, CC.,
Kate Forbes, ministra de Finanzas, durante una rueda de prensa del gobierno de Escocia. / Foto: Flickr Scottish Government, CC.

Kate Forbes no será la próxima First Minister de Escocia. La joven ministra de finanzas de fe evangélica (y reciente madre primeriza) que luchaba por convertirse en la nueva líder del dominante SNP (Partido Nacionalista Escocés) perdió las primarias de su partido por un margen de menos de 3.000 votos frente a Humza Yousaf.

Aunque era la candidata más valorada en las encuestas, el establishment independendista (aún bajo la influencia de la carismática y recién dimitida Nicola Sturgeon) apoyó casi en bloque a Yousaf, pese a que su gestión al frente de hasta tres ministerios diferentes había dejado mucho que desear. ¿Por qué la parlamentaria de los highlands considerada hace poco como la sucesora natural de Sturgeon perdía de la noche a la mañana tantos apoyos? La respuesta estaba en sus convicciones religiosas.

Forbes cree en la Biblia como autoridad para la fe y la vida diaria (como el 90% de los evangélicos en España). “Creo en la persona de Jesucristo”, ha dicho en el pasado, “creo que murió por mí, que me salvó y que mi llamado es servirle, y amarle y servir y amar a mis prójimos”. Forma parte junto a su marido de una iglesia local de la Free Church of Scotland, una denominación de 8.000 miembros escindida de la histórica y teológicamente liberal Iglesia de Escocia (que pese a su hundimiento reciente retiene aún a un cuarto de millón de miembros).

Forbes podría haber optado por “fudge the issue” (evitar el tema) cuando los periodistas preguntaran por sus convicciones. De hecho, es exactamente lo que pidieron algunos de sus compañeros de partido que la tenían en alta estima. Su fe “fundamentalista” sería vista como “antiprogresista”: la estrategia durante la campaña para liderar Esoccia debía consistir en desviar la atención de su fe lo máximo posible. Pasar palabra cuando le preguntaran si habría votado a favor del matrimonio homosexual o qué pensaba sobre la Ley Trans que su antecesora impulsó. ¿No sabía de antemano que los medios y sus rivales políticos la atacarían por ello?

Y sin embargo, Forbes, durante las innumerables entrevistas y debates del pasado mes, contestó una a una a las preguntas. Respondió sobre su fe y sus valores con nitidez, sin un ápice de autocensura. Mientras la prensa hablaba de que estaba hundiendo su propia campaña, muchos ciudadanos captaron el mensaje de fondo que Forbes estaba lanzando: Escocia necesita políticos que tengan ideas claras, digan la verdad, sean íntegros y no tengan miedo a defender lo que creen que es bueno para el país.

Pese a la cancelación pública de sus propios compañeros del SNP, los vetos anunciados de otros partidos progresistas si ella era elegida, y la presión de grupos LGBT en redes sociales, Forbes no se retiró de la carrera. Siguió hasta el final del proceso electoral interno y quedó finalmente a sólo un 4% de la victoria. Habría sido First Minister si la última palabra la hubieran tenido el conjunto de la población en lugar de sólo los afiliados del partido, según encuestas publicadas estos días.  

Quien será investido el miércoles será Yousaf, un musulmán liberal que apoya el aborto, la agenda LGTBQI y la Ley Trans (una calco de la ley española). Será el candidato “políticamente correcto”, para alivio de la élite secularista.

Como sucede con todos los perdedores en política, el rol de Kate Forbes en el partido es ahora incierto. Sin embargo, su persona ha generado un debate en el “país del Libro” (véase John Knox, David Livingstone y tantos otros héroes de la fe escoceses) que casi ha cortocicuitado al nuevo secularismo acomodado en el Reino Unido.

“La política pasará, soy persona antes que política”, decía Forbes cuando ganó por primera vez su escaño en 2016, “y como persona seguiré creyendo que estoy hecha a la imagen de Dios”. Quién sabe si esa capacidad de renuncia al éxito por un bien mayor puede hacer de Kate un personaje necesario en la vida pública escocesa en el futuro.

Al fin y al cabo, sólo tiene 32 años.

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