Jeniffer Díaz, apologeta con un megáfono en la mano

“Apologética es dar respuestas coherentes sobre nuestra fe, pero la cultura popular es el megáfono para que sean efectivas”.

10 DE ABRIL DE 2024 · 12:00

Jeniffer Díaz,Jeniffer Díaz
Jeniffer Díaz

Jeniffer Díaz nació en Colombia. Conoció al Señor hace 16 años y es publicista de profesión. Actualmente finaliza su tercer año de Teología en IBSTE (Barcelona). Es soltera.

Ha dictado talleres sobre apologética en Chile, donde residió 12 años y trabajó como publicista unos meses en una agencia de publicidad antes de decidir no seguir ejerciendo esa carrera.

En España, he participado en Juventud para Cristo (JPC) y actualmente está haciendo sus prácticas en GBU, y tiene un blog con el nombre de “El capitolio” en Protestante Digital y Evangélico Digital. En sus artículos trata temas relacionados con la apologética y la cultura popular.

Además, participa en el ministerio de jóvenes de la Iglesia Unida de Barcelona, de la que es miembro.  

 

Asun Quintana.- Tienes un especial interés en el cine y la cultura ¿de dónde te viene?

Jeniffer Díaz.- Es una mezcla del bagaje que adquirí mientras estudiaba publicidad y mi descubrimiento personal de lo que fue la apologética hace años.

En publicidad aprendí el rol fundamental que juega la cultura popular en nuestra sociedad. Moldea la opinión pública, promueve ideas que luego se convierten en valores e influye en la ética y la moral personal.

Creo que ignoramos el poder de influencia que tiene la cultura popular y cómo a través de las artes, incluyendo el cine, sienta las ideas que luego mueve a las masas. Grandes ideas que han cambiado el mundo han usado la cultura popular como plataforma de cambio. El libro “El origen de las especies”, por ejemplo, escrito por Darwin en 1859, o las ideas nacionalistas de Adolf Hitler que se popularizaron a través de su libro “Mi lucha” a partir del 1925. Las ideas tienen un poder enorme y la cultura popular es el medio por el cual, grandes ideas se promueven.

Por otro lado, cuando me titulé como publicista alguien me regaló el libro “Evidencia que exige un veredicto” y me enamoré de la apologética. Fue cuando decidí estudiar teología.

Si la apologética es la capacidad espiritual y racional de dar respuestas coherentes sobre nuestra fe, la cultura popular es el megáfono que nos ayuda a conocer las ideas dominantes de nuestra sociedad e identificar los ídolos presentes para dar esas respuestas acertadas, centradas en el evangelio de Jesús.

 

AQ.- ¿Crees que falta una apologética más contextualizada y más profunda en nuestras iglesias más allá de los típicos tópicos?

JD.- Absolutamente sí. Necesitamos una apologética que descubra y desmonte los falsos dioses actuales.

La apologética tiene varias escuelas. La evidencialista es la más conocida y nos es bastante útil hoy, como lo fue especialmente en determinado periodo de tiempo cuando surgía, por ejemplo, el cristianismo liberal que cuestionó la historicidad de Jesús, y que puso en duda el texto revelado por medio de la critica textual. También ha sido muy útil para dar respuesta a los llamados 4 jinetes del ateísmo, entre los que se encuentra Richard Dawkins, con su hostilidad a la religión en general.

Sin embargo, hoy, las nuevas generaciones tienen nuevas preguntas. ¿Qué significa ser mujer? ¿Qué es un hombre? ¿Cuándo se puede ser persona? ¿Por qué el sexo no se puede cambiar? Se hace evidente la necesidad de una apologética más cultural, una que considere cómo la cosmovisión de las personas afecta significativamente en la interpretación de los datos.

Ted Turnau dice que los hechos, aunque sean verdaderos, no hablan por sí mismos y yo esto de acuerdo. Interpretamos los hechos a través de nuestra cosmovisión y la cultura popular no solo promueve, sino que genera cosmovisiones todo el tiempo. De manera que, no basta solo con decir “Dios existe, te lo puedo demostrar a través del ajuste fino”, sino “¿qué es lo que te han enseñado sobre Dios?, ¿cuál es el “dios” que te has construido a través de la cultura?”. Entonces, déjame mostrarte quién es el verdadero y único Dios.

 

AQ.- ¿Cómo valoras la labor que hacen los medios de comunicación cristianos en este sentido?

JD.- Hay ministerios hispanohablantes que realmente se están esforzando por capacitar a los cristianos apologéticamente. Puedo mencionar aquí en España al Instituto Pontea, en dónde hice el curso troncal; GBU aporta mucho por medio de la literatura con la editorial Andamio, tienen libros bastante acertados y que tocan las problemáticas apologéticas presentes; la Alianza Evangélica Española realiza cada cierto tiempo el Fórum de apologética que trata temas similares. Sin embargo, aún se pudiera hacer más. Pudiéramos animar a las nuevas generaciones a instruirse en estos temas, a crear más espacios de capacitación y de debate sano, pudiéramos desmontar la idea de que la apologética es compleja y que es solo el llamado de unos pocos, sino más bien, entenderla como una herramienta que exhibe la belleza del evangelio en la sociedad actual.

 

AQ.- ¿Has tenido obstáculos por ser mujer en el desarrollo de tu profesión o ministerio?

JD.- Si, pero solo los que yo misma me he puesto. La verdad es que mi mayor lucha ha sido contra mis propias barreras mentales. Apologética es un campo en donde destacan sobre todo figuras masculinas. Si bien Dios ha usado a muchas mujeres para ayudarme a avanzar ministerialmente, han sido precisamente hombres quienes han visto en mi cualidades y dones que ellos insistían en que Dios me ha dado y me han animado a hacer muchas de las cosas que hago ahora.

Algunos de ellos son: Jonatán Soriano, mi compañero de clases que me animó a publicar mis escritos; el rector de IBSTE Manuel Martínez y profesores como Albert Crespo y Josué García, que han visto la necesidad de que mujeres se involucren más en temas culturales. Amigos como Santiago que me han animado en mis escritos; Daniel Hofkamp que me ha dado la posibilidad de participar en Protestante Digital. En mi iglesia, Eliseo Casal, Gabriel Penalva y Josué Ibáñez, entre muchos otros hombres de Dios.  Y por supuesto, una infinidad de mujeres como Esther López y Eli Cots. Y muchas personas más que no menciono ahora solo por falta de espacio.

 

AQ.-  ¿Cómo ves la situación actual de la mujer en las iglesias, denominaciones y entidades evangélicas?

JD.- Veo que, en muchas denominaciones hispanohablantes, se continúa librando una batalla feroz en referencia a los roles femeninos: escasez de hombres capacitados para liderar correctamente y muchas mujeres influenciadas por el concepto social de “patriarcado”.

Pero con frecuencia, cuando abordamos esta discusión olvidamos que ese conflicto no inició en el siglo XIX, sino que tuvo su origen en Génesis 3, con la Caída del ser humano.

Sin embargo, es importante recordar que el establecimiento de roles, tanto para hombres como mujeres, fue previo a la caída y más bien la entrada del pecado en el mundo, distorsionó el ejercicio piadoso de esos roles.

El conflicto que vemos hoy en la iglesia es un reflejo de la consecuencia de la Caída del hombre y de la mujer. Cabe mencionar que yo abogo por la igualdad de dignidad de hombres y mujeres, ambos creados a imagen de Dios, mas no por la igualdad de roles dentro de la iglesia. La diferencia de roles, bien ejercida, hace que la sociedad, las familias y la iglesia de Cristo funcione adecuadamente. Si en una iglesia determinada, hay tiranía o falta de liderazgo, la solución no es agregar más ismos, sino que deben revisar su cristianismo, pues este es más que suficiente para reconciliar a hombres y mujeres en el ejercicio correcto de sus dones, para que se sirvan unos a otros en amor.

 

AQ.- Algo más que quieras añadir:

JD.- Mencionar algunos libros que me han cambiado: Verdad total, Nancy Pearcey; Evidencia que exige un veredicto, Josh McDowell; Pop-ologetica, Ted Turnau; La iglesia al final del siglo XX, Francis Schaeffer; y El progreso del peregrino, John Bunyan

Les animo a leerlos, y también a seguirme en mi perfil de twitter.

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