Filipinas, un año después

La reconstrucción ha avanzado en las zonas más afectadas por el tifón Haiyan, pero su total recuperación “llevará 6 u 8 años”, explican desde las ONG.

Redacción PD

Protestante Digital, tendencias21 · MANILA · 12 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 17:28

El cementerio de Tacloban, un año después del tifón Haiyan.,Tacloban
El cementerio de Tacloban, un año después del tifón Haiyan.

El 8 de noviembre de 2013 una inmensa tormenta caía sobre Filipinas. El tifón Haiyan dejó más de 6.000 muertos, otros tantos miles de heridos, y arrasó con casas, comercios y vehículos, forzando a algunas ciudades a una reconstrucción total.

Esta semana, varias ONG que continúan trabajando en el terreno hacen balance, un año después de que empezara su actuación.

En Tacloban, el epicentro de la tragedia, se pueden apreciar algunas señales de recuperación. Sin embargo recuperar la normalidad puede llevar entre seis y ocho años, o quizá más, según los expertos.

En su evaluación sobre las iniciativas de reconstrucción, divulgada antes de cumplirse el primer año del desastre, el Banco de Desarrollo Asiático (BDA), con sede en Filipinas, dijo que si bien “los esfuerzos de reconstrucción siguen siendo difíciles”, se ha logrado mucho.

“El BDA está en Filipinas desde hace 50 años y podemos decir que otros países no hubieran respondido tan bien frente a una gran crisis como esta”, declaró el vicepresidente de la institución para Asia sudoriental y Asia Pacífico, Stephen Groff, en conferencia de prensa.

El embajador de Canadá en Filipinas, Neil Reeder, coincidió: “La capacidad de recuperación del país fue más rápida en relación a otros desastres humanitarios”.

Los especialistas han señalado que la “bayanihan”, una característica de los filipinos de identificarse con su comunidad y su barrio, ayudó a fortalecer el abrumador proceso de recuperación.

“Yolanda –como bautizaron allí la tormenta- fue el mayor tifón y el más poderoso que haya golpeado tierra firme y haya impactado una vasta superficie, entre las que estaban algunas de las zonas más pobres de Filipinas. Es importante que veamos la dimensión y el alcance del desastre un año después”, remarcó Groff.

 

La reconstrucción avanza en Tacloban.

LAS CIFRAS DE LA TRAGEDIA

El tifón afectó a 16 millones de personas, alrededor de 3,4 millones de familias, y destruyó más de un millón de viviendas, derribó 33 millones de cocoteros, 600.000 hectáreas de tierras cultivables, 248 torres de telecomunicaciones y más de 1.200 estructuras públicas, recordó.

Además dañó 305 kilómetros de carreteras, 20.000 salones de clase y unos 400 centros de salud.

El temporal afectó a la población de más de 171 ciudades y municipalidades en 44 provincias de nueve regiones.

El presidente Benigno Aquino III fue blanco de críticas por su ineptitud en el proceso de reconstrucción el sábado 8 durante el memorial organizado. Incluso algunos manifestantes quemaron una efigie del presidente de casi tres metros de altura.

 

AYUDA INTERNACIONAL

El presidente Aquino visitó la isla de Sámar, una de las que forman las Bisayas, en el centro del archipiélago, y declaró: “Desearía que avanzáramos más rápido y presionaré a todo el mundo para que avance más rápido, pero la triste realidad es que la magnitud del trabajo que queda no puede hacerse de la noche a la mañana. Quiero hacerlo bien para que los beneficios sean permanentes”.

El gobierno estima que se necesita un plan maestro de unos 3.800 millones de dólares para reconstruir las comunidades afectadas, lo que incluye la construcción de un dique de cuatro metros de alto a lo largo de 27 kilómetros de costa para evitar daños mayores en caso de que ocurra otro episodio similar.

El alcalde de Tacloban, Alfred Romualdez, dijo que todavía hay dos millones de personas en tiendas de campaña y solo 1.422 hogares fueron reubicados en viviendas permanentes. Quedan 205.500 supervivientes sin residencia fija.

El proceso de recuperación logró levantar nuevas torres de electricidad pocos meses después del tifón, mientras zonas llenas de barro fueron reemplazadas por pastos verdes, se volvió a cultivar y los arrozales prosperan una vez más.

 

La implicación del pueblo filipino es clave en la recuperación. / Care, Mario Ignacio

AYUDA DESDE ESPAÑA

Desde España hubo varias entidades evangélicas que reaccionaron para enviar ayuda a los damnificados, como Alianza Solidaria, la Plataforma Española para situaciones de Emergencia (PESE) o la obra social de la Unión Bautista (UEBE).

En el caso de Alianza Solidaria, se levantaron fondos (unos 55.000 euros) que se destinaron a la fase de emergencia. A través de su socio internacional Tear Fund, se ayudó a 2.380 familias, que recibieron también paquetes de comida y artículos de emergencia no alimenticios.

“Después de la emergencia hay que abordar la reconstrucción de la zona y la restauración. En esta área no se ha hecho demasiado. Filipinas es un país que no facilita precisamente este trabajo pero la resilencia del pueblo filipino es admirable”, explica Francisca Capa, presidenta de la entidad.

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