Visitando el cuerpo de Cristo en Egipto (1)
Un grupo de Puertas Abiertas España hemos viajado recientemente a Egipto para conocer la situación del país.
29 DE SEPTIEMBRE DE 2018 · 21:40
Dicen que si la Meca es el corazón del islam, el Cairo es la cabeza.
Por la universidad islámica de al-Azhar han pasado un sinfín de líderes suníes de todo el mundo desde que se fundase hace más de 1.000 años, en el 975 d.C., tres siglos después de que los musulmanes invadiesen Egipto y diesen a los cristianos tres alternativas: convertirse al islam, pagar un impuesto asfixiante o morir.
Esto fue el inicio de lo que podríamos llamar la “iglesia mártir” de Egipto, una iglesia acostumbrada a darse hasta la muerte por el nombre de Jesús.
Un grupo de colaboradores y del equipo de Puertas Abiertas España hemos tenido el privilegio de viajar recientemente a Egipto para conocer la situación del país, encontrarnos con nuestros compañeros de ministerio allí y conocer sus proyectos y los de otros ministerios activos en el país.
Esta es una breve crónica de lo que Dios ha puesto en mi corazón compartir sobre la experiencia. Como siempre, Él nunca deja de sorprendernos.
La “Ciudad de la Basura”
Son casi las 5 de la tarde y ya hemos llegado al aeropuerto del Cairo después de un trasbordo eterno en Roma. Todos hemos descansado muy poquito y lo primero que nos preguntan cuando llegamos es si queremos ir a la iglesia de la Cueva.
Para sorpresa de nuestro guía, que sabía que habíamos dormido una media de tres horas esa noche, la decisión es unánime.
Una vez ahí, no hay palabras para describir lo que vemos. La iglesia de la Cueva está situada en lo que se conoce la “Ciudad de la Basura”, un suburbio inmenso donde viven más de 200.000 cristianos coptos del Cairo.
A estos cristianos se les ha encargado recoger la basura de la ciudad y, según algunos, hay pocos sistemas más eficientes de gestión de residuos como el de ahí. Nuestro guía nos dice que no son pobres, más bien al contrario, pero que el dinero que tienen no lo gastan en casas y coches lujosos.
Pero cualquiera que estuviese ahí pensaría que ese lugar, más que un barrio, es un vertedero. Y así es para el Gobierno y la mayoría de los ciudadanos, para quienes los cristianos coptos no son más que los residuos de una sociedad muy antigua de la que todavía no han podido librarse.
Y difícil lo tienen porque, aunque oficialmente digan que son solo el 10% de los 100 millones de habitantes que tiene Egipto, los registros de los bautismos dicen que son en torno a 25 millones y no 10, según nos dice nuestra guía.
Pero al Gobierno no le interesa hablar de ello, aunque tampoco les desprecia del todo, al fin y al cabo son el 25% de los votos.
La iglesia de la Cueva es una muestra de que, desde luego, pocos no son. La iglesia más grande de Oriente Medio con capacidad para hasta 20.000 personas es el orgullo de los cristianos de la “Ciudad de la Basura”, una especie de hospital para quienes la estigmatización social ha dejado una profunda herida que nunca cicatriza.
Estar ahí es un continuo juego de contrastes. El olor de la basura por todas partes contrasta con la alegría en el rostro de la gente que acude a la iglesia, el descuido de las calles y edificios contrasta con las numerosas figuras bíblicas tan cuidadosamente talladas sobre la roca alrededor de la iglesia…
Incluso la liturgia copta y la recitación monótona de textos bíblicos contrasta con la oración y la alabanza fervorosa de los creyentes. Desde luego, pueden ser todo lo tradicionalistas que quieran ser, pero no se puede decir que muchos de ellos no sienten lo que leen, cantan, oran y, en definitiva, creen.
La Iglesia Celestial
Al día siguiente visitamos la iglesia evangélica de Kasr El-Dobara, a escasos 100 metros de la famosa Plaza Tahrir. La calle de la iglesia está permanentemente bloqueada al tráfico por las dos entradas.
Un guarda militar, armado de pies a cabeza, permanece de pie detrás de una pequeña barricada situada detrás de los bloques de hormigón.
Detrás suya hay lo que parece un vehículo blindado de combate y tres pickups de la policía. Para entrar a la iglesia es necesario pasar por un detector de metales y, aun así, la sensación de seguridad no es completa.
¿Te imaginas que así fuese tu entrada y tu salida de la iglesia cada domingo o simplemente para asistir a una reunión de oración?
Una vez dentro, todo nos sorprende y nos empuja a alabar a Dios de una forma que nunca hemos hecho. Lo poco que entendemos de la alabanza, gracias a la traducción simultánea, es una maravilla: “Puede que enfrentemos muerte por nuestra fe en Cristo y ver la maldad crecer y mostrar su peor cara.
El que mata piensa que te está sirviendo y olvida que no puede separarnos de Ti, porque estamos en Ti. La iglesia no teme a la muerte, es una iglesia celestial. La iglesia ora, perdona y siempre ama”. Así dice parte de una de las canciones llamada “La Iglesia Celestial”.
Ya en la predicación, el pastor empieza hablando sobre un amigo suyo, un obispo copto con quien tenía que reunirse dentro de una semana y que hacía tres días habían asesinado en su monasterio.
Y empieza a predicar sobre algo que quizá ninguno de nosotros hemos escuchado hablar en un sermón: el fanatismo. Pero no habla mal sobre el fanatismo ni sobre los fanáticos. No se centra en ellos, sino en nosotros.
Nos habla de vencer a los que quieren destruir el cuerpo, vencerlos con otro tipo de fanatismo: el del amor de Dios que se mostró en la Cruz. Nos habla de que, si la muerte nos encuentra, la fragancia que derramemos sea la de una vida de amor a Dios y al prójimo.
Como te puedes imaginar, salimos de la iglesia tocados, habiendo escuchado una enseñanza totalmente en relación con un contexto de persecución como el que viven los cristianos en Egipto, pero preguntándonos, ¿acaso no nos involucra también a nosotros este mensaje?
A la tarde visitamos iglesias y sinagogas anteriores a la invasión de los musulmanes. Y hablando de estos, también aprovechamos para visitar uno de los barrios turísticos musulmanes.
Entre otras cosas, nos metemos en una mezquita para orar por la conversión de los musulmanes y por los cristianos clandestinos. Esto último sin que nadie se entere, por supuesto.
Y al caer la noche nos preparamos para lo que vendrá en los próximos días: algo de turismo y, lo más importante, conocer el ministerio de Puertas Abiertas en Egipto y otros ministerios cristianos evangélicos que están impactando la vida de la iglesia en este hermoso país.
Pero esto lo contaré en el próximo artículo…
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