March for our Lives: los jóvenes siguen marchando

El sábado, 24 de marzo, se dio otra serie de marchas en protesta por las muertes de estudiantes y a favor de controles de la venta y tenencia de armas en este país. Estas marchas se da en seguimiento a las protestas del 16 de marzo. Un gran número de personas siguen protestando por la falta de movimiento legislativo a favor del control de armas. 

La semana pasada pregunté: ¿Dónde están las iglesias y los líderes cristianos? Como mencioné en esa nota, ya se dieron las condolencias y muchos siguen orando por las familias de las víctimas. Pero, tal como dijeron muchos jóvenes, ya están cansados de que se les den condolencias y se les digan que estamos orando. Si los pastores y líderes eclesiales no trabajan para una solución, pierden el derecho de que sus condolencias se tomen en serio.

¿Tendremos el valor de confrontar el hecho de que la industria armamentista de nuestro país vende armas militares “legales” que se usan para matar a niños en nuestras escuelas, que muchas de las armas que se tienen en los hogares para “protección” terminan siendo los medios de accidentes mortales, que esas armas legales las usan las pandillas que hacen tanto daño en nuestras ciudades y que son armas vendidas en EEUU las que usan las mafias del narcotráfico en México y en América Latina. ¿Seguirá siendo más fácil comprar un arma de guerra que un vehículo en EEUU? ¿Tendrá sentido imponer más controles sobre los vehículos privados que sobre las armas?

Clamo por una acción de los líderes cristianos que nos decimos ser pro-vida. Es tiempo que luchemos con el mismo fervor a favor de los ya nacidos como por los que están por nacer. Mientras algunos “marchan por la vida”, otros “marchan por nuestras vidas”. Es tiempo que los cristianos marchemos por los dos.

Algunos se van a quejar de que estas marchas tienen intereses políticos partidistas. No dudo que algunos de los que están dando asesoramiento comparten una ideología. Pero, quisiera sugerir que la respuesta de los líderes cristianos debiera ser ofrecer respuestas pro-vida que le dejen saber a nuestros jóvenes que hemos oído su clamor. 

Tenemos que seguir ofreciendo “consuelo y oraciones”, pero también acciones a favor de la vida. Que nuestra confesión pro-vida se manifieste a favor de los niños que no han nacido y también de los que ya nacieron. Será entonces que podremos convencer a los jóvenes que están marchando que en verdad somos pro-vida.