Algunas lecturas sobre la Reforma Protestante (XX)
En distintos lugares del territorio español hubo quienes se identificaron con las propuestas de Martín Lutero, por lo que fueron perseguidos.
06 DE AGOSTO DE 2017 · 07:55
España tuvo reformadores protestantes pero no Reforma en el siglo XVI. En distintos lugares del territorio español hubo quienes se identificaron con las propuestas de Martín Lutero, por lo que fueron perseguidos.
Unos debieron huir, mientras otros y otras fueron llevados a juicios inquisitoriales para presionarles a retractarse. Cuando esto no sucedió, debieron pagar con cárcel, despojo de bienes e incluso con la vida.
El volumen La Reforma ayer y hoy es de tres autores: José Moreno Berrocal, Bernardo Coster y José de Segovia. Fue editado por Publicaciones Andamio, en Barcelona, en el 2012.
Llegó a mis manos, junto con otros de la misma casa publicadora, gracias al envío que hizo Saraí Lagos, quien forma parte del equipo encabezado por Francisco Mira.
La obra consta de cinco capítulos. Los primeros dos están a cargo de José Moreno Berrocal (“La primera Reforma en España” y “La segunda Reforma en España”). La autoría de los siguientes dos corresponde a Bernard Coster (“La fe reformada hoy” y “Las tesis de Weber, ¿tesis o mito?”). El quinto capítulo es de José de Segovia (“Cuestión de identidad”).
José Moreno Berrocal, se informa en la cuarta de forros, es pastor en la Iglesia Cristiana Evangélica de Alcázar de San Juan (Castilla-La Mancha); graduado del Colegio Bíblico de la Gracia (España) y graduado de la School of Biblical and Theological Studies de la European Missionary Fellowship en Welwyn, Inglaterra.
En el capítulo inicial, “La primera Reforma en España”, desarrolla un apretado y documentado resumen de los precursores y más tarde de algunos seguidores que tuvo la Reforma Protestante en España pocos años después de la ruptura de Martín Lutero.
Moreno Berrocal abre con una cita: “Contrariamente a lo que comúnmente se cree, la Reforma Protestante tuvo un gran atractivo para un buen número de españoles en el siglo XVI […] Algunas de las mejores mentes de España en los campos de la religión y la cultura en el Siglo de Oro de la literatura española fueron, o bien protestantes, o bien simpatizantes de estas nuevas ideas […] Es, por tanto, manifiestamente falso que el protestantismo nunca haya cautivado al espíritu español”.
Lo reproducido es del intelectual y misionero escocés Juan A. Mackay, quien dejó profundas huellas con su ministerio presencial y escrito en Latinoamérica. Por cierto, es enriquecedor leer y/o releer en el prsente contexto memorístico de los quinientos años de la Reforma Protestante un libro de Mackay,
El otro Cristo Español. El original inglés fue publicado en 1933. La traducción castellana la hizo Gonzalo Báez Camargo, la coeditaron Casa Unida de Publicaciones (México) y Editorial La Aurora (Argentina). Ha sido reimpresa varias veces. Aquí comparto, en PDF, la primera edición en castellano.
La consideración de Mackay, “Es, por tanto, manifiestamente falso que el protestantismo nunca haya cautivado al espíritu español”, debe ser reafirmada sobre todo cuando sigue difundiéndose en algunos sectores la idea, tanto en España como en América Latina, de que el protestantismo no fructificó en la Península Ibérica por ser contrario al ethos hispano/lusitano.
No arraigó por la fiera persecución que se desató en su contra y por la política proteccionista y vigilante de las fuerzas inquisitoriales.
Por cierto que desde el siglo XVI fue exaltada la premisa que sustentaba la “incontaminación” española con las ideas de Lutero. Para el caso de lo que hoy es México la investigación de Alicia Mayer (Lutero en el paraíso. La Nueva España en el espejo del reformador alemán, Fondo de Cultura Económica-UNAM, México, 2008), documenta muy bien la invención que de Lutero se hizo por quienes en la Nueva España escriben, predican o lo representan en pinturas, esto influyó en la cultura popular para que en el seno de ella el reformador germano apareciera como la maldad encarnada y el lobo rapaz de las conciencias.
En la línea de los estereotipos estigmatizadores contra Lutero hicieron su contribución en el siglo XVI Bartolomé de Las Casas, y en el siglo XVII sor Juana Inés de la Cruz. Para el primero Alemania e Inglaterra sucumbieron a las mentiras de Lutero, al dejar la fe católica.
Esas naciones, de acuerdo con el primer obispo de Chiapas, “fueron cristianas” y quedaron “salpicadas de herejías pestíferas y perniciosos errores y sola España [y sus posesiones en el Nuevo Mundo] está sin mácula”. Por su parte Sor Juana descalifica a Lutero y su libre examen de la Biblia, y le llama malvado, heresiarca, serpiente y demonio.
Con justeza José Moreno Berrocal subraya los esfuerzos de quienes en las últimas décadas “están contribuyendo a la recuperación de la memoria histórica del protestantismo hispano del siglo XVI”.
Entre ellos están Emilio Monjo Bellido, impulsor de la valiosa colección Obras de los Reformadores Españoles del Siglo XVI; Manuel de León de la Vega, autor de dos volúmenes (Los protestantes y la espiritualidad evangélica en la España del siglo XVI) que suman mil seiscientas páginas; Manuel Gutiérrez Marín, Historia de la Reforma en España; Gabino Fernández Campos, Reforma y Contrarreforma en Andalucía; y José María Martínez, La España evangélica ayer y hoy. A los anteriores, por lo menos habría que agregar los trabajos de José C. Nieto, Juan de Valdés y los orígenes de la Reforma en España e Italia, así como El Renacimiento y la otra España, visión cultural socioespiritual.
La visión historiográfica de Moreno Berrocal es amplia, evita datar el movimiento reformador en España partiendo de la influencia de Lutero en su territorio. Así parte de los antecedentes del siglo XV, con los llamados herejes de Durango, en particular con Pedro de Osma, catedrático de teología en la Universidad de Salamanca.
A Osma lo consideró Marcelino Menéndez y Pelayo “el primer protestante español [y] una voz perdida de los wiclefitas y hussitas”. José Moreno agrega que “También compartía ideas valdenses. Sus tesis protoprotestantes fueron condenadas en 1479”.
Las ideas de Osma tendrían resonancia en el movimiento de los alumbrados de comienzos del siglo XVI. Entre ellos sobresale el grupo de los conocidos como dejados, antecesores de la Reforma española.
El de dejados es un término que “describía a los que se abandonaban o rendían al amor de Dios. La palabra parecería englobar varias ideas evangélicas fundamentales. De entrada, la incapacidad humana para cumplir los mandamientos de Dios, a causa de la servidumbre de la voluntad humana a su propio corazón pecaminoso. Por ello, se producía, en este tipo de alumbrados, un lógico rechazo a pensar que nuestras propias obras, manchadas por nuestro pecado, pudieran ser un medio de salvación. La conclusión es que el hombre dependería completamente de la misericordia de Dios para su salvación […] Es digno de especial mención que desarrollaron sus doctrinas algunos años antes que Lutero empezara a hacer públicas sus propias protestas, en 1517. Por ello, no nos sorprende saber que los dejados fueran el único grupo de alumbrados que acabó preocupando y persiguiendo la Inquisición”.
En la dirigencia de los dejados destacaron dos mujeres, María de Cazalla e Isabel de la Cruz, junto con Pedro Ruiz de Alcaraz, cuyo discípulo más conocido y eslabón en la cadena reformadora española fue Juan de Valdés. De dicha continuidad y cómo germinó intentare dar cuenta la próxima semana.
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