¿Y después del Festival qué?

El futuro pasa con toda seguridad por seguir dependiendo del Dios que realiza la misión. Quien está más interesado en que la gente le encuentre es Dios mismo.

09 DE MAYO DE 2015 · 15:00

Michael W. Smith y el Coro Gospel Unido de Cataluña, en el Festival de la Esperanza, el 2 de mayo en el Palau Sant Jordi. / Gabriela Pérez,
Michael W. Smith y el Coro Gospel Unido de Cataluña, en el Festival de la Esperanza, el 2 de mayo en el Palau Sant Jordi. / Gabriela Pérez

Ahora que el Festival de la Esperanza ha terminado es necesario realizar una doble actividad.

Primero, analizar correctamente lo que ha sucedido. El riesgo que nos llevaría a una derrota sería dejarnos llevar por el triunfalismo, sacar conclusiones del ejemplo que realmente no crean una regla, tratar de repetir el experimento pensando que hemos dado con la fórmula del éxito, etc. Sólo un análisis correcto nos ayudará a dar el paso correcto.

Segundo, tomar pasos de futuro que nos permitan cumplir la vocación para la que existe la iglesia: la misión de Dios. Entender, como en los tiempos del profeta Zacarías, cuáles fueron los pecados del pueblo que les habían llevado a la cautividad, para en la nueva situación del retorno del exilio, no volver a caer en los mismos errores. Aprender del pasado para construir el futuro.

 

ANÁLISIS DE LO SUCEDIDO

- El valor de la unidad. Todos sabíamos antes del evento que la unidad es el altavoz de Dios para comunicar el evangelio. Jesús nos dijo que cuando vieran que somos uno sabrían que el Padre envió al Hijo. Entre las Iglesias de Cataluña se vive un momento especial. Hace años que se está construyendo una confianza entre los responsables que ha trazado unos vínculos de amor muy especiales. Hace tiempo que trabajamos juntos sin mirar colores ni familias, somos la Iglesia de Dios. A ese núcleo de carácter acogedor se han podido ir sumando las Iglesias de la diáspora, a las iglesias étnicas, etc. El Festival no es el primer evento, sino que el Festival ha podido realizarse precisamente porque existía este clima saludable, el hábito del trabajo conjunto como en la Conferencia Misionera de Cataluña. Sin embargo, todos debemos saber que la unidad del espíritu es algo que debemos preservar (Ef. 4: 3). A la gloria de Dios y a la salud espiritual de nuestro país le debemos unos líderes responsables con mantener una unidad que precisa de características morales: humildad, mansedumbre, paciencia, tolerancia y amor (Ef. 4: 2). Otro aspecto muy importante en esta unidad es la de encontrar los socios en la misión adecuados. El socio en la misión de las Iglesias locales ha sido, esta vez, la Asociación Billy Graham. Ellos han compartido con tremenda generosidad y esfuerzo con la Iglesia local. Es una manifestación de que la Iglesia es la red mejor estructurada y más comprometida del planeta. La comunión cristiana es más que teoría, realmente funciona.

El poder de la palabra. También sabíamos antes del evento que la Palabra de Dios es poder de Dios para salvación, pero a base de golpes contra el cristal, se ha ido forjando en nosotros una especie de caparazón invisible. Algo así como un “sí, pero” a la predicación abierta de la Palabra. Muchos pastores y líderes hemos sido desafiados en nuestra incredulidad. Ni siquiera podemos decir que el resultado se deba al poder de la elocuencia del predicador, ni al programa, ni a la organización, ni a un ambiente creado por las participaciones musicales, ni a llamamientos extendidos durante largo tiempo, se trata solamente del poder de la Palabra en un entorno de oración. En cierto sentido, aunque la organización tenga complejidad, el fondo es sencillo: la exposición de la Palabra con un llamamiento a responder, la preparación en oración durante tantos meses y el amor de tantos cristianos hacia personas que aún no habían tenido un encuentro con Cristo.

La acción sobrenatural del Espíritu Santo. Después de analizar a conciencia lo sucedido, la conclusión más razonable es que lo sucedido está más allá de lo natural. Muchos de los presentes tuvimos la sensación de ver a Dios obrar de una forma distinta. Personas que no eran del entorno de nuestras iglesias percibieron lo mismo. Ello nos habla de que la vida espiritual se inicia y se continúa de una forma orgánica y sobrenatural. Se trata de Dios, se trata de la acción del mismo Espíritu Santo que se manifestó en Pentecostés, del poder más grande que jamás se vio sobre la tierra. Totalmente inmanejable por el ser humano, de la misma forma en la que no podemos gobernar el viento, si no levantar las velas y dejarnos llevar donde el viento nos guíe, así es la acción del Espíritu de Dios, impredecible, ingobernable.

 

PASOS DE CARA AL FUTURO

- Aprender que hay cosas únicas y cosas reproducibles. Un evento como este no puede reproducirse fácilmente, tiene un coste económico y una dedicación que sólo puede plantearse cada cierto tiempo. La realidad es que el evento no es la clave. En cambio son reproducibles muchas cosas, como el hecho de estar constantemente orando por un grupo de personas concretas a las que expondremos a la Palabra de Dios, el hecho de exponer la Palabra de Dios de una forma clara y relevante para la situación de los oyentes, el hecho de llamarles al arrepentimiento y a la fe en Cristo, etc. No podemos producir avivamientos, pero podemos renovarnos diariamente en Cristo. La realidad es que lo que hizo que el pabellón se llenara no fue la publicidad, sino el trabajo de tantos cristianos día a día en sus trabajos, universidades, iglesias locales sirviendo a pobres y necesitados, etc. Credibilidad del día a día llenó el Sant Jordi. Eso es reproducible y es el llamamiento de la Iglesia y de cada cristiano.

- Darnos cuenta de que hay personas que no son sensibles a este tipo de acercamiento. Nos alegramos por los muchos que respondieron, pero muchos más no respondieron y esos siguen siendo nuestra preocupación personal. El amor de Cristo por ellos nos hace preguntarnos por otras maneras de llevarles esperanza. La Iglesia debe ser Iglesia. Los pecados del pasado son que nos encerramos en nosotros mismos viendo como la principal tarea de la Iglesia el celebrar el culto dominical. Si volvemos a ese patrón, seguiremos siendo tan irrelevantes como en su momento llegamos a ser. La Iglesia existe para la misión. La misión es proclamación y es acción contra cualquier forma que adopte el mal. La Iglesia debe seguir en la calle, en los centros de trabajo, en donde la injusticia se ha cebado con los desfavorecidos, etc. es decir, siendo Iglesia en el lugar que le es propio, la sociedad.

- De cara al futuro necesitamos una combinación de práctica y reflexión. De la misma forma que el Movimiento de Lausana juntó a los que estaban en la evangelización práctica (Billy Graham) con los que tenían una reflexión teológica y misionológica (John Stott), nosotros ahora también necesitamos planificar juntos. No podemos correr como un pollo sin cabeza, ni encerrarnos la vida entera en una habitación a considerar las consecuencias sin incidir en la realidad. Por ello, lo más urgente es planificar los siguientes pasos en un espíritu de oración y dependencia de Dios. Esa reflexión debe tener una parte institucional, deben participar los responsables denominacionales y las estructuras de misiones. Pero también necesitamos otra reflexión, a la que debemos llamar a otros sectores de la Iglesia con otras perspectivas, capaces de integrar lo mejor de nuestros jóvenes, un pensamiento conectado con la cultura de nuestro país, una prospectiva de otras formas de conectar. Somos llamados a hacer discípulos y deberemos pensar en medios menos industriales y mucho más relacionales de hacerlos, deberemos pensar en medir el éxito de nuestras iglesias y de nuestro ministerio en si hemos hecho personas que se parecen más a Cristo que hace un año atrás. Reflexión que guía la acción es un imperativo.

- El compañerismo en la misión debe continuar. Deben seguirse tejiendo alianzas estratégicas entre las Iglesias locales, nuestras instituciones y entidades en cualquier lugar del planeta para actuar como un cuerpo. El socio puede variar, depende del proyecto a emprender, pero nos necesitamos unos a otros. Y es muy importante que el compañerismo funcione en las dos direcciones. No sólo podemos aspirar a recibir ayuda, debemos prestarla. No basta con dar gracias a Dios por la existencia de esos organismos que canalizan la ayuda, debemos sentirnos responsables de ellos. Nosotros hemos sido ayudados por cristianos en diversos lugares del mundo que donaron a la Asociación Billy Graham, nuestras iglesias envían fondos al Nepal para la reconstrucción, las iglesias ayudan a los cristianos perseguidos en Nigeria, Pakistán, Siria, Irak, etc., etc.

El futuro pasa con toda seguridad por seguir dependiendo del Dios que realiza la misión. Quien está más interesado en que la gente le encuentre es Dios mismo. Nosotros no llevamos la iniciativa, la lleva Dios y nosotros nos integramos en ese deseo de Dios. Él nos invita a sumarnos a lo que está haciendo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Actualidad - ¿Y después del Festival qué?