Samuel Serrano Manzano: Hay un declive de la predicación bíblica en los púlpitos

Un 0%, según los datos de las encuestas, dedican a la preparación del mensaje más de 8 horas de su tiempo semanal; sólo un 9% dedica entre 6 y 7 horas a dicha preparación, mientras que la inmensa mayoría dedica menos tiempo a tan primordial tarea.

13 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 21:55

Samuel Serrano Manzano, predicando. ©giozi (www.giozi.com),predicación, Samuel Serrano Manzano
Samuel Serrano Manzano, predicando. ©giozi (www.giozi.com)

Esta serie con distintas visiones acerca de la Predicación expositiva nos está permitiendo tener todo un bagaje de información para reflexionar, transformar, cambiar... ya que este ministerio es fundamental en la vida de la Iglesia. Ésta se está encontrando con bastantes cambios culturales. En un artículo de Samuel Escobar, titulado "Exposición Bíblica en la cultura posmoderna latinoamericana", escrito dentro del marco de CLADE IV, celebrado en Quito-Ecuador el año 2000, pude leer: "La condición posmoderna como nuevo ámbito en el cual se vive la fe nos desafía en cuanto a la forma en que vivimos nuestra fe y en cuanto a la forma en que proclamamos nuestra fe". Cabe preguntarnos si esta inquietud que tenían nuestros hermanos latinoamericanos allá por ese año 2000, debe ser la nuestra también. En el mismo artículo, Escobar dice lo siguiente: "Me parece que en una época de informalidad como la nuestra, aquellos de nosotros que preferimos la formalidad no debiéramos asustarnos sino más bien preguntarnos qué energías hay en la fe cristiana para enfrentar los nuevos tiempos, y cómo está en acción el Espíritu Santo hoy en el mundo, de manera que podría romper los esquemas formales que ya no sirven para la vida de la iglesia y la propagación de la fe".

Nuestro entrevistado de hoy, Samuel Serrano Manzano, nos hará incursionar profundamente por las aguas de la Predicación. Serrano Manzano nació en el seno de una familia cristiana evangélica, en Terrassa, Barcelona, en el año 1972. Tras finalizar sus estudios de Técnico Especialista en análisis químicos y el Curso de Orientación Universitaria, partió para el entonces Seminario Teológico Bautista Español (hoy Facultad Protestante de Teología UEBE) radicado en Alcobendas, Madrid. En esta institución obtuvo en 2007 el título de Licenciatura en Teología.

Sirvió durante cinco años en tres pequeñas iglesias bautistas del interior de Valencia: Canals, Quesa y Sumacárcel. Actualmente se encuentra pastoreando la Iglesia Evangélica Bautista de Pinto, al sur de la Comunidad de Madrid. Es un enamorado de la Escritura y de la predicación expositiva de la misma, a la cual se ha dedicado durante todo su ministerio hasta la fecha. Es director del Ministerio de Educación de la Comunidad Bautista de Madrid, dirigiendo en dicho ministerio el Centro de Estudios Teológicos “Carisma”, en el que imparte las asignaturas de Teología y de Predicación Bíblica. Está casado con Raquel Sánchez y tiene dos hijos, Josué de 7 años y Sara de 5 años.

Pregunta.- Usted ha realizado una exhaustiva investigación sobre la predicación expositiva, incluso el tema de su tesina ha sido "Una propuesta teórico-práctica sobre la importancia de la predicación expositiva en la vida de las iglesias" (2007). Tal hecho nos permite preguntarle qué entiende por predicación expositiva. ¿Es un método nuevo o estamos hablando de la predicación de toda la vida...?

Respuesta.- La predicación expositiva no es un método nuevo, en absoluto, es más bien -como bien dice- la predicación de toda la vida, la exposición fiel de las Escrituras que ha caracterizado desde antaño a todos los siervos de Dios responsables y consagrados. La predicación expositiva explica cabalmente la voluntad de Dios revelada en su Palabra y la aplica con eficacia al oyente. Tiene como única fuente del sermón la Sagrada Escritura, desde el inicio hasta el fin del mismo. Sus orígenes se remontan a la misma Palabra de Dios. Los siervos del Antiguo Testamento como los patriarcas, jueces, reyes, escribas o profetas, explicaron y aplicaron la voluntad del Señor a su pueblo. Esdras es un muy buen ejemplo de ello. Así mismo, en el Nuevo Testamento, observamos tanto a Jesús como a los apóstoles predicando la Escritura y aplicándola al pueblo y a la iglesia en ese tiempo. Desde los tiempos bíblicos hasta nuestros días han existido, gracias al Señor, grandes expositores de la Palabra.

P.- Estamos desarrollando nuestra fe en un mundo postmoderno y secular, donde prima el relativismo ético, y la religión se oferta "a la carta", según las necesidades de la demanda. ¿Cómo debe el expositor bíblico adaptarse a estos cambios culturales?

R.- Efectivamente, los tiempos para la predicación fiel de las Escrituras son hoy complicados, sin duda. Es importante que el expositor tenga un compromiso incondicional con la Palabra de Dios. El mensaje bíblico no cambia según el siglo o la latitud geográfica. Y la explicación de la misma, haciendo una buena y cuidadosa exégesis del texto en su contexto (teológico, social, histórico, literario, gramatical…), así como la aplicación que se deriva del texto mismo debe de tener siempre absoluta prioridad. Ahora, quizás hay algunos aspectos que el predicador deberá tener en cuenta para conectar mejor con el hombre contemporáneo: claridad, sencillez, pasión, uso de las narraciones, uso de las imágenes que ayudan a fijar el contenido del mensaje, tratar de involucrar al oyente mediante preguntas, ser cercano a la congregación y aplicar la Palabra de forma práctica.

P.- ¿Quiere decir esto que debemos dejar de ser formales y dar paso a la informalidad en la forma de propagación de nuestra fe?

R.- La informalidad, muy a menudo, va emparentada con aquella actitud que contemporiza con el mundo, que diluye el mensaje de Dios y lo hace aceptable a los oídos del siglo XXI. Todo ello, lamentablemente, abunda en nuestros días. Podemos seguir siendo formales, pero, a la vez, auténticos, humanos, cercanos, pero llenos del Espíritu, ungidos de lo Alto para predicar con pasión y seriedad la Palabra de Dios. Cuando eso ocurre, sin duda, ocurren cosas maravillosas a nuestro alrededor.

P.- ¿Su estudio de investigación le ha permitido hacer un diagnóstico de la situación de este ministerio en las iglesias españolas?

R.- Así es. En ese trabajo de investigación pude realizar una encuesta con una muestra de más de cien hermanos, tanto predicadores como oyentes semanales miembros de nuestras iglesias. No son pocos los escritores, teólogos, pastores, predicadores y profesores de homilética que hablan desde hace tiempo del declive de la predicación bíblica en los púlpitos. La encuesta reveló ese mismo diagnóstico. De forma regular, en nuestras iglesias, se da un 68% de predicación que no es expositiva, que no toma el texto de principio a fin, como base del mensaje; frente a un 32% -según los datos manifestados- que sí es claramente expositiva. Hay un 27% de creyentes que nunca han escuchado, por ejemplo, una serie de sermones de un libro de la Biblia predicado versículo a versículo en su contexto, un 23% manifiesta que rara vez ha escuchado tal predicación, frente a un 33% que de vez en cuando han escuchado ese tipo de mensaje. Solamente un 4% de pastores tiene como hábito predicar siguiendo un libro de la Biblia, explicando su contenido y aplicándolo al día actual. Un último dato que revela el declive de la predicación fiel y bíblica es el siguiente: Muy pocos predicadores -un 0% según los datos de las encuestas- dedican a la preparación del mensaje más de 8 horas de su tiempo semanal; sólo un 9% dedica entre 6 y 7 horas a dicha preparación, mientras que la inmensa mayoría dedica menos tiempo a tan primordial tarea. Por ejemplo, un 47% de predicadores dedican entre 4 y 5 horas, un 35% dedica unas 3 horas y, por fin, un 9% dedica unas 2 horas de su tiempo semanal a la preparación de la predicación. ¡Los datos hablan por sí solos!

P.- Cuando se prepara una exposición, ¿es importante conocer y entender el contexto donde están insertos los oyentes, conocer sus desafíos, sus problemáticas; conocer la realidad que los circunda? O una exposición surge del criterio personal del predicador.

R.- Al preparar la exposición bíblica es de gran importancia conocer y entender el contexto de los oyentes. Predicamos a personas de carne y hueso que viven en cierto lugar concreto, que están condicionados por la sociedad y la cultura propias, que atraviesan crisis de todo tipo, que tienen una biografía específica, en definitiva, debemos ser conocedores de todo ello. Eso es importante, especialmente, cuando tratamos de tender puentes entre el texto bíblico y nuestros días. En definitiva, es en el momento de la actualización o aplicación del texto bíblico que deberemos tener en mente los rostros e historias de nuestros oyentes. Si perdemos eso de vista no podremos impactar la vida de los oyentes con la debida eficacia, con el mensaje transformador de la Palabra.

P.- ¿Se abordan desde el púlpito temas como la sexualidad, la política, la corrupción, la violencia en todos sus aspectos,  la injusticia social, etc.? O conviene no contaminarnos con la problemática que se cuece en el mundo que nos rodea...

R.- Esta es una muy buena pregunta, sin duda. Pienso que no, que desde el púlpito no se abordan esos temas espinosos con la regularidad que se debiera. Temas como el de la sexualidad, la política, la corrupción, la injusticia social u otros semejantes parecen ser tabú para muchos predicadores e iglesias. Y, sin embargo, esa es una de las ventajas de la predicación expositiva, de la exposición fiel y consecutiva de todo el consejo de Dios. Me explico. Cuando un predicador, a través de sus sermones, paso a paso, expone todo un libro bíblico, sección del mismo o capítulo (las epístolas, los profetas menores, los 10 Mandamientos, las Bienaventuranzas, etc.) se encontrará con todos esos temas en algún momento u otro. Entonces, sin herir la sensibilidad de nadie o ser tachados de importunos, tendrá que abordarlos sí o sí. ¡Somos llamados a ello! ¡Llamados a ser voces proféticas para nuestro mundo!

P.- ¿Cómo predicarles a los jóvenes de esta generación?

R.- Los jóvenes de esta generación necesitan menos anécdotas y más Palabra de Dios. Palabra predicada con pasión, con claridad, con rigor, con humildad, desde abajo, en conversación con las ciencias actuales, y aplicada a sus problemáticas. Eso sí, como predicadores somos llamados a la autenticidad, a la integridad. Un joven observará en seguida si lo que predica el pastor es real y vital para su propia vida o no lo es. Los jóvenes necesitan no sólo buenas predicaciones sino predicadores que sean modelos de santidad en este siglo.

P.- ¿Debe ser el predicador el primero en entusiasmarse, apasionarse, demostrar su fe, por la verdad para luego transmitirla a sus oyentes?

R.- Sí claro, obviamente. El predicador debe ser el primero en entusiasmarse con la Palabra de Dios. Esta debe formar parte integral de su vida. Debe ser un apasionado de la misma, de su lectura, de su estudio, de su meditación y de su práctica diaria. El mensaje de Dios debe impactar y transformar primero al predicador, para luego poder transmitirlo a la congregación.

P.- ¿Escasea el don pastoral cuando se predica o enseña? ¿Se están preocupando los predicadores por inspirar respeto y afecto por parte de quienes los oyen?

R.- Lamentablemente, ese don pastoral escasea bastante a menudo. Hoy se precia que el predicador sea un hombre de éxito, de masas, un administrador de la iglesia, un gestor de eventos, una especie de ejecutivo religioso que tenga el don de gentes y haga que se cumplan los objetivos marcados. Pero el pastor, el hombre y la mujer de Dios, son otra cosa bastante diferente de acuerdo a la Palabra de Dios. Solo el siervo llamado auténticamente por el Señor y enviado por Él en el poder del Espíritu podrá inspirar respeto y afecto por parte de quienes lo oyen.

P.- ¿Debe el predicador evaluarse cada cierto tiempo? Si es así, cómo debe llevar a cabo esta evaluación? ¿Debe la iglesia evaluar a sus predicadores?

R.- La iglesia debe orar e interceder más y más por sus predicadores. Esa debe ser especialmente su tarea. El mismo apóstol Pablo solicitó oración en numerosas ocasiones a las iglesias que ministraba la Palabra. El predicador es quien sí debe evaluarse regularmente delante de Dios. Lo debe hacer con estas preguntas: ¿Estoy predicando fielmente todo el consejo del Señor? ¿Estoy trazando bien la verdad de Dios? ¿Estoy incorporando la Palabra a mi vida? ¿Estoy viviendo la voluntad del Señor en mi cotidianidad? Estas y parecidas preguntas son buenas que nos las hagamos de día en día quienes predicamos.

P.- ¿Se están enfrentando los predicadores del siglo XXI a unos oyentes con una buena preparación bíblico-teológica o de otra índole?

R.- Hoy muchos de los miembros de iglesia están muy bien preparados, aunque no necesariamente en el área bíblico-teológica. Tenemos entre nuestra membresía numerosas personas que han pasado por aulas universitarias consiguiendo sus titulaciones en muy diversas disciplinas: ingenieros, médicos, profesores, biólogos, psicólogos... No obstante, es cierto, que las oportunidades de formación bíblico-teológicas abundan hoy más que hace décadas. Es importante que hagamos un llamamiento a que nuestros miembros puedan sumarse a ese tipo de estudio serio de la Palabra. Sea como sea, el predicador hoy deberá tener la máxima formación posible bíblico-teológica si desea ser pertinente a las complejas situaciones que enfrenta nuestra sociedad.

P.- ¿Se le resta autoridad a la Biblia si se admite que está culturalmente condicionada?

R.- En absoluto. La autoridad de la Biblia es la que es. Permanece para siempre. Ella misma así lo atestigua. Se defiende a sí misma, no necesita que la defendamos frente a cualquier crítica. Eso es así aunque la Escritura fuera escrita en muy diversos contextos sociales y culturales. Tal cosa no resta ni un ápice la autoridad de la Palabra revelada por Dios para el mundo de hoy.

P.- ¿Podría recomendar algún libro sobre el tema que estamos abordando?

R.- Os recomiendo algunos de ellos, a saber:

  • John R. W. Stott, La predicación: puente entre dos mundos (Libros Desafío).

  • John MacArthur, La predicación: Cómo predicar bíblicamente (Grupo Nelson).

  • John Piper, La supremacía de Dios en la predicación (Publicaciones Faro de Gracia)

  • Pablo A. Jiménez, La predicación en el Siglo XXI (Editorial Clie)

P.- Una recomendación clave para los predicadores de este siglo XXI...

R.- La exhortación y ruego del apóstol Pablo a Timoteo es de gran urgencia en nuestros días, a saber: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4, 1-4).

Finaliza la entrevista. Gracias, pastor Serrano, por estas interesantes y tan necesarias reflexiones sobre un tema clave como lo es el de exponer con excelencia el mensaje de Dios para los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Muy Personal - Samuel Serrano Manzano: Hay un declive de la predicación bíblica en los púlpitos