¿Festejar la Navidad o adorar a Cristo?

Deberíamos preguntarnos sincera y seriamente si estamos festejando la Navidad o celebrando a Jesucristo. No son la misma cosa, como veremos

22 DE DICIEMBRE DE 2012 · 23:00

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Desde comienzos del último mes de cada año, la denominada “cristiandad” se moviliza para organizar múltiples actividades para festejar la Navidad. Desde este modesto blog el año pasado nos ocupamos de los íconos paganos que se asocian a los festejos y que poco o nada tienen que ver con el nacimiento de Jesús (2). Este año proponemos a los lectores hacer un alto y reflexionar por un momento sobre lo que este espíritu festivo tiende a hacernos postergar o inclusive olvidar; y preguntarnos por qué y para qué nació el niño Jesús. Para ello, nada mejor que acudir a dos informados cronistas por ayuda. En dos relatos que no llegan a sumar las 400 palabras de nuestro rico idioma, los evangelistas Lucas y Mateo describen con gran precisión los hechos excepcionales que rodearon al nacimiento del niño prometido a Israel 700 años antes. (3) “(…) el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios (…) Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.(4) “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús.” (5) En estas dos narraciones complementarias, Lucas aporta el asombroso anuncio que el ángel Gabriel hace a la joven judía, María -a la que describe como la muy favorecida y bendita entre todas las mujeres– mientras Mateo describe la aparición de otro ángel (o el mismo) que en sueños tranquiliza a un preocupado José, el joven judío ya desposado con María, y la noticia le guía a tomar la decisión correcta frente el inédito hecho sobrenatural. La intervención de estos mensajeros de Dios, la respetuosa aceptación de la voluntad de Dios por parte de los destinatarios del mensaje, y las connotaciones históricas y escatológicas del nacimiento del niño en Belén no nos dejan lugar a dudas de que estamos frente al cumplimiento de las profecías y el comienzo de nuevos tiempos. ANUNCIO DE LA LLEGADA DE JESÚS Si comparamos detenidamente las dos genealogías consignadas por Lucas y Mateo (6), comprobaremos que tanto José como María eran descendientes del rey David. Los patriotas israelitas esperaban que un descendiente de este amado rey restaurase el reino a Israel, tras siglos de esclavitud en Babilonia. Con este importante hecho histórico-político nacional de fondo, la noticia que reciben confronta a María y José con un gran interrogante y una serie de cuestiones de orden práctico, pues están en el largo proceso del riguroso ritual judío del casamiento. Quienes no lo conocen, ignorarán que en su infancia -y como ocurre aún con muchos otros niños y niñas en Oriente– ambos habían sido elegidos por sus padres para formar una pareja cuando fueran mayores. Es costumbre que al llegar a la edad adecuada el varón visite al padre de la joven con dinero y vino. Con el primero (la dote) deberá convencerlo para que le autorice a desposar a su hija y con el segundo brindará con él y los hermanos mayores de la novia, si los hubiere, al formalizar el pacto que unirá a las dos familias. Luego, el padre llamará a su hija y le preguntará si acepta al proponente; generalmente la respuesta femenina es afirmativa, en obediencia a su padre y para mantener el buen nombre y honor de la familia. Por este proceso ya habían pasado José y María, pues el texto menciona que están desposados. Sin embargo, ellos aún vivían en sus respectivas casas paternas. Hasta que se cumpliesen los doce meses del pacto José estaría preparando un lugar exclusivo para ambos, en su casa paterna o aparte según fueran sus medios; y ambos mantendrían una relación social -no conyugal– en la que ella recibía regalos para ir equipando su futuro hogar. Es decir, ya están casados, pero no viven juntos ni pasan tiempo a solas. Recién al cumplirse el año se realiza la fiesta de las bodas con invitados, momento en que la esposa es conducida por los testigos a su nueva casa donde es recibida por su esposo. Allí comienzan las celebraciones por varios días. Tras la primera noche de los esposos en la cámara nupcial se dará testimonio de la fidelidad de la esposa exhibiéndose ante los testigos la prueba de su virginidad; confirmada ésta, la fiesta seguirá por varios días (7). Ahora comprenderemos mejor, la naturaleza del dilema de ambos ante la noticia del embarazo de María y el objetivo de las explicaciones de los mensajeros divinos RESPUESTAS DE MARÍA Y JOSÉ EXPLICAN POR QUÉ NACIÓ JESÚS María responde demostrando la grandeza de su humildad en lo que es una joya poética de adoración a Dios (8). Al hacerlo, ella entiende y cree que el niño que habrá de dar a luz es el Hijo de Dios; que Dios mismo se encarna en el niño que se formará en su vientre. También sabemos que comienza a cumplirse con ella lo determinado por Dios en Génesis 3:15, como mencionamos en nuestra nota anterior. Algo parecido ocurre con José, pues estuvo dispuesto a hacer lo necesario –aún a riesgo de perder a su esposa- con tal de no perjudicarla. Pero prontamente obedeció a la instrucción divina recibiendo a María tal como habían planificado. Los escritores no hacen mención a la fiesta de bodas (9); por lo que no podemos especular sobre la manera en que se cumplió con el requisito de comprobar la virginidad prenupcial de María, ya que los esposos coincidieron en que aún no se habían “conocido”, término con el cual se da a entender que respetaban el tiempo de espera antes de cohabitar y compartir el lecho matrimonial. El relato puntualiza que José no “conoció” a María sino después del nacimiento de Jesús. No quedan dudas, entonces, que Jesús nació de María virgen; que José tuvo relaciones sexuales con María recién después del nacimiento de Jesús; que convivieron como todo matrimonio normal y tuvieron hijos entre ambos (10), ya que a Jesús se lo menciona como su “primogénito”. José y María son un ejemplo digno de tener en cuenta por los cristianos; también por los que condicionan la felicidad conyugal a la existencia de “química sexual” en la pareja antes de contraer matrimonio. Además, la afinidad ética y espiritual verificada en José y María constituye el principal obstáculo a la tradición romanista de la perpetua virginidad de María. Esta es una de las falsas doctrinas de la ICAR que instalaron la mariolatría. Las otras son la inmaculada concepción, la ascensión y la mediación de María. Ninguna de ellas tiene asidero bíblico. María se entregó en las manos de Dios como una sierva, y permitió que Dios formase en ella a Jesús como hombre verdadero. Este hecho pone en ridículo a quienes niegan la humanidad de Cristo. José fue sustituido por el Espíritu Santo en la fecundación de María; por esa causa no se transmitió la herencia Adámica a Jesús, quien luego será considerado el postrer Adán (11). Jesús también tuvo naturaleza divina. Por ello el Evangelio mostrará a Jesús viviendo como hombre, pero sin pecado (12). La verdad evangélica quita credibilidad a las teorías racionalistas y religiones paganas, incluyendo el Islamismo, que no ven en Jesús al Cristo de Dios, sino que lo consideran como a un buen ser humano, gran maestro o profeta. De paso, digamos que la mariolatría da pie para el estudio comparativo de religiones orientales, pues en ella se da el sincretismo de las religiones babilónica, hinduista y budista que el Imperio Romano adoptó al oficializar a la iglesia cristiana. La adoración idolátrica de María elevándola a intercesora de Cristo y co-redentora de los pecadores, desplaza a la adoración de Jesucristo, relegándola a un segundo plano, a pesar de ser Él el autor de nuestra salvación, el único mediador entre Dios y los hombres y nuestra única esperanza de gloria.(13) LOS NOMBRES DEL NIÑO DE BELÉN DESCRIBEN PARA QUÉ NACIÓ JESÚS Hay una íntima relación entre los nombres dados al niño y los de los dos profetas. Al repasarlos en estos días de inusitada movilización religiosa y del comercio que la acompaña, deberíamos preguntarnos sincera y seriamente si estamos festejando la Navidad o celebrando a Jesucristo. No son la misma cosa, como veremos, para concluir. El profeta Isaías anuncia que una virgen será madre de Emmanuel que significa Dios con nosotros. ¿Quiénes son esos “nosotros”? En particular el pueblo de Israel, en general la humanidad. Dios con Israel, Dios con todos los seres humanos en su hábitat. Isaías significa Dios es salvación. El nacimiento de Emanuel, entonces, significa que Dios es salvación para con Israel y para con todos los seres humanos. Dios no tiene favoritos (14). A José se le anuncia que su esposa dará a luz a un niño a quien él deberá llamar Jesús porque él salvará al pueblo de sus pecados. El profeta Miqueas (¿Quién es como el Señor?) anuncia el lugar donde ocurriría el nacimiento de Jesús (la davídica Belén). Jesús viene a ser el único como Jehová; el Ungido de Dios, el Hijo que nos viene a mostrar al Padre, el Mesías prometido a Israel para establecer un reino que no tendrá fin. Hay en el anuncio celestial un cántico también, es el que oyen los pastores en el anfiteatro nocturno iluminado por ángeles de luz entonando con júbilo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (15). Notemos que los ángeles son sólo emisarios, mensajeros de Dios; y que, de ninguna manera, deben ser adorados como seres benefactores. Ellos sólo obedecen las órdenes y no reciben el culto a darle sólo al Señor al que sirven. Satanás, el ángel caído por querer ser semejante a Dios y objeto de adoración, es el inspirador de este negocio que está de moda: la angelolatría, con la que intenta desplazar la adoración a Jesucristo (16). En esta nueva fiesta de la Navidad, enfoquemos nuestra mente y nuestro corazón en aquél que fue anunciado muchos siglos antes de su nacimiento, para convertirse en el Salvador y Redentor de todos los que le reconocen como tal y le siguen de por vida, aguardando el día en que regresará a buscar a los suyos. “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (17) Que en esta Navidad Cristo sea más real que nunca en nuestra vida; que le reconozcamos en una o varias de las cualidades que surgen de la profecía cumplida; y entonces le adoremos en espíritu y en verdad, como Él desea. En nuestra próxima nota comenzaremos con La única santa iglesia católica y apostólica. Hasta entonces, si el Señor lo permite. ------------------------------------------------------------------------------------------ 1. Foto izquierda: Navidad 2009 en la Iglesia Inmaculada Concepción de Moscú (archivo); foto derecha: http://cvclavoz.com/ea/psicologia-humanos-deben-adorar/ 2. P+D, Agentes de Cambio: Verdades y mentiras sobre la fiesta de Navidad; Navidad: lo que hay detrás del árbol y Papá Noel; ¿Existieron los “Reyes Magos”?; ¿Nace Cristo en nosotros? 3. Isaías 7:14 - Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Miqueas 5:2 - Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. 4. Lucas 1:26-38 5. Mateo 1:18-25 6. Mateo 1:1-17; Lucas 3:23-38 7. Información tomada de la obra “Bocetos de la vida social judía” por Alfred Edersheim (1825-1889) 8. Lucas 1:46-55 9. Es interesante que a pesar de no haber detalles de la boda de sus padres, Jesús diera tanta importancia a esa celebración; su primer milagro fue en las bodas de Caná y luego utiliza ese ejemplo en sus enseñanzas: Mateo 25: 1-13; 24:45-51; Lucas 12:35-48; 5:33-35; Juan 3:26-30. Quienes deseen profundizar el tema, pueden entrar en: http://buscandoajesus.wordpress.com/articulos/una-tipica-boda-judia/ 10. Mateo 12:46-49; 13: 55; Marcos 3:31-34; Lucas 8:19-21; Juan 2:12; 7:3,5,10 11. Romanos 5:14; 1ª Corintios 15:22, 45 12. Hebreos 4:15, Isaías 53:6,9 13. Hechos 4:12; Hebreos 5:9; 1ª Tesalonicenses 5:9; 1ª Timoteo 2:5; Hebreos 12:24; Colosenses 1:27 14. 2ª Pedro 3:9 15. Lucas 2:14 16. Colosenses 2:16; Hebreos 1:5 17. Isaías 9:6

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