Etiopía y Eritrea comienzan a negociar una paz muy esperada por el protestantismo autóctono

“Hemos estado orando durante mucho tiempo”, dice el representante de una comunidad protestante eritrea, después de 20 años de conflicto fronterizo entre los dos países.

Jonatán Soriano

ADDIS ABEBA · 03 DE JULIO DE 2018 · 07:00

El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, recibe al ministro de Relaciones Exteriores de Eritrea, Osman Saleh, con un collar de flores. Es el primer encuentro entre autoridades de los dos países desde hace 20 años. / Facebook Abiy Ahmed,
El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, recibe al ministro de Relaciones Exteriores de Eritrea, Osman Saleh, con un collar de flores. Es el primer encuentro entre autoridades de los dos países desde hace 20 años. / Facebook Abiy Ahmed

El este del continente africano es protagonista estos días por un encuentro bilateral especial. El nuevo primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, ha recibido por primera vez en los últimos 20 años a una delegación de la vecina Eritrea, encabezada por el ministro de Relaciones Exteriores, Osman Saleh, que ha llegado a Addis Abeba para iniciar unas negociaciones de paz tras dos décadas de conflicto fronterizo.

Eritrea se independizó de Etiopía en 1993, a través de un referéndum. Cinco años más tarde los dos países se declararon la guerra por diferencias en la interpretación de los límites fronterizos. Aunque el conflicto finalizó con los acuerdos de Argel en el año 2000, dejando más de 70.000 muertos, Etiopía se negó a reconocer la ciudad de Badme como eritrea y ambos gobiernos iniciaron un conflicto diplomático que ha estado caracterizado por constantes acusaciones mutuas y movimientos militares fronterizos, en las regiones de Debub y Gash Barka.

 

UNA RESPUESTA A LAS ORACIONES

“Cuando escuchamos por primera vez que comenzaban las negociaciones de paz, cada eritreo se llenó de gozo porque hemos estado orando por esto durante mucho tiempo”, dice el responsable de una iglesia protestante en Eritrea que ha preferido mantener su identidad y la de su comunidad en el anonimato por razones de seguridad. “Recibimos con agrado las negociaciones de paz y oramos para que los dos gobiernos trabajen para el bien de las personas”, añade.

Un sentimiento que se repite también en Etiopía, donde Hans Walhout, uno de los líderes de la Comunidad Internacional Cristiana en la región de Debre Zeit, defiende que “la paz asegura estabilidad y futuro para las personas”.

 

DECLIVE ECONÓMICO Y MAYOR PERSECUCIÓN: CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

Las miradas respecto al conflicto, tanto desde Eritrea como desde Etiopía, coinciden en la afectación de la economía y las libertades como principales consecuencias del enfrentamiento. “La paz debería promoverse tanto como sea posible, ya que las tensiones bloquearán el desarrollo económica de los dos países”, dice Walhout. Desde la Eritrea consideran que “esta guerra no ha traído nada excepto ruina para el país”. “Desde que el conflicto estalló nuestra economía ha caído dramáticamente, la construcción se ha detenido durante más de quince años y muchos jóvenes han muerto”, añade la fuente consultada por Protestante Digital.

 

Mural dibujado y pintado por un alumno etíope.

La restricción de libertades religiosas es otra de las realidades que consideran relacionadas con el conflicto. Según la Lista Mundial de Persecución del cristianismo de 2018, elaborada por Puertas Abiertas, Eritrea ocupa el sexto puesto. El informe de la organización califica de “paranoia dictatorial” la motivación de la persecución religiosa en el país, de mayoría islámica y cristiana ortodoxa, en relación al presidente Isaias Afewerki. “La persecución de los cristianos comenzó después de la guerra”, dice el responsable de la comunidad protestante. “Una vez se alcance el acuerdo de paz, creemos que las cosas retornarán donde se supone que deben estar”, remarca.

El caso de Etiopía dista poco. Número 29 en el listado de Puertas Abiertas, las mayorías islámica y cristiana ortodoxa “oprimen”, según la organización, las libertades de los colectivos minoritarios con la tolerancia del gobierno que que había hasta abril. “Depende de la zona”, matiza Walhout. “En la nuestra, Derbe Zeit, los protestantes podemos movernos y adorar con libertad. En otras hay oposición de los musulmanes, e incluso peor, de los cristianos ortodoxos”, asegura. “Orad para que Etiopía alargue su mano hacia Dios para que les conceda sabiduría e integridad a los gobiernos”.

 

UN NUEVO ESCENARIO

Una de las figuras protagonistas es la de Abiy Ahmed, primer ministro de Etiopía desde abril. Un perfil que parece haber renovado la esperanza de los etíopes tanto en las políticas nacionales como en las relaciones internacionales. “El recientemente nombrado primer ministro está ansioso por trabajar en todos los asuntos que impiden a Etiopía regresar al desarrollo. Está tratando de unir a las personas dentro y fuera del país”, señala Walhout.

El contraste de la mano dura en cuanto al conflicto con Eritrea que habían mantenido sus predecesores, Meles Zenawi y Hailemariam Desalegne, también ha despertado simpatías en el Estado vecino, donde Afewerki gobierna desde la independencia del país. “No sabemos por qué los gobiernos han comenzado a hablar de nuevo, pero creemos que es por la intervención de Dios. Ambas naciones han sufrido mucho y creemos que Dios está acabando con su dolor. Los diplomáticos pueden explicar sus propios motivos de por qué han reanudado las relaciones pero no nos importa, siempre y cuando lleguen a un acuerdo de paz. Todos los parlamentarios y cargos oficiales de las administraciones deberían unirse para cerrar la brecha entre las dos naciones”, apunta la fuente eritrea.

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