“No se ha entendido que la educación es un valor primordial en el desarrollo de la persona”

“España ha ido muy por detrás de muchos otros países en la extensión de la educación a la totalidad de la población infantil y juvenil”, dice el exdirector del colegio El Porvenir, Daniel Casado.

Jonatán Soriano , Redacción PD

BARCELONA · 25 DE ABRIL DE 2019 · 12:00

España está un 20% por debajo del gasto en educación de la OCDE, según lamenta Daniel Casado. / Alissa de Leva, Unsplash CC,
España está un 20% por debajo del gasto en educación de la OCDE, según lamenta Daniel Casado. / Alissa de Leva, Unsplash CC

“Estamos un 20% por debajo de la media del gasto en educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), asegura Daniel Casado. Este físico teórico y ex-director del colegio evangélico El Porvenir, en Madrid, es el autor de la sección sobre educación del  documento Vota sabiamente, publicado por la Alianza Evangélica Española de cara a las elecciones generales del 28 de abril, y en el que se analizan diferentes aspectos sociales desde una cosmovisión bíblica. 

“En algunos casos, la normativa legal ha asumido valores propios del cristianismo”, dice. “Tenemos que reivindicarlos como tales”, añade. Para Casado, además, urge un pacto sobre la educación “de tal manera que se pudiese pensar en un horizonte de 15 o 20 años como mínimo”. “Eso daría estabilidad y tendría una incidencia muy positiva en la educación”. 

Por otro lado, se muestra contrario a la creación de colegios evangélicos por pura oposición a algunas de las influencias sociales que han surgido en los últimos años, como la ideología de género. “Debemos ocuparnos de nuestros hijos en casa y en las iglesias para contrarrestar esa presión social, que no solamente tiene que ver con la educación sexual, sino también con la mentira, el insulto, la difamación y tantas otras cosas que desde un punto de vista cristiano no podemos aceptar”, considera. 

 

Pregunta: En el documento de Vota Sabiamente haces un repaso de los diferentes cambios legislativos en materia de educación a lo largo de los últimos 30 años y aseguras que el constante cambio de leyes no ha resultado en beneficios prácticos. Ante la situación actual, ¿España necesita una nueva ley de educación o hay otras alternativas que impulsarían mejor este ámbito?

Respuesta: Cuando se modifica una ley del sistema educativo se producen cambios importantes en las materias que se imparten, la distribución de los contenidos en los distintos cursos, los criterios de evaluación y promoción de un curso a otro, etc.. De manera que eso tiene incidencia en la educación. Los cambios constantes determinan que el sistema no se asiente y además no sirven tanto a la calidad educativo como al posicionamiento ideológico de los distintos partidos que están en el gobierno. Esa es la razón por la que la sucesión de los partido históricos, PSOE y PP, en su alternancia en el gobierno, ha dado lugar a la modificación de las leyes. A modo de curiosidad, el hecho de que la LOMCE, la última reforma educativa que se ha producido, se aplicara en tres años es porque en la ocasión anterior el PSOE derogó la ley del PP antes de que se hubiera terminado de implantar. Esto sume a los centros en un desconcierto continuo. Por ejemplo, en una de las modificaciones legales, se suspendió la convocatoria de septiembre y se aprobó la promoción de los alumnos incluso con todas las asignaturas pendientes porque se restringió la posibilidad de repetir curso a una sola vez en toda la Educación Secundaria Obligatoria. Esto dio lugar a que hubiera promoción de alumnos en condiciones que no podían promocionar. Pero, poco después, esa ley se derogó y se volvió a implantar la convocatoria de septiembre y se restringió la posibilidad de promocionar de curso si se tenían más de dos asignaturas pendientes. Esto produce cambios, alteraciones, inadaptaciones del propio profesorado, inseguridad y, por supuesto, afecta a la calidad. 

Lo que no se puede aceptar como país, creo, es que en un tema tan importante como la educación, los criterios fundamentales no respondan a la calidad educativa, a la inclusión, a la equidad, en materia educativa, sino a determinados principios ideológicos de los determinados partidos. Por eso es imprescindible un pacto por la educación. Se ha estado a punto de conseguir en dos ocasiones. Recientemente, uno de los partidos se levantó del pacto y, con anterioridad, PSOE y PP estuvieron a punto de alcanzar ese pacto, pero la proximidad de las elecciones determinó que ese acuerdo no se alcanzase. Si una supuesta nueva modificación de la ley obedeciera a la consecución de un pacto educativo, de tal manera que se pudiese pensar en un horizonte de 15 o 20 años como mínimo, eso daría estabilidad y tendría una incidencia muy positiva en la educación. La otra posibilidad que está sobre el papel es que el próximo gobierno sea contrario al PP y decida derogar la LOMCE, tal como han prometido hacer todos los partidos. Hay que recordar que esta ley se aprobó exclusivamente con los votos del PP, que en ese momento tenía mayoría absoluta en el Congreso. Si la derogación es por un pacto, eso sería positivo, pero si otra vez volvemos a cambiar la ley porque cambia el partido en el gobierno, sería un cambio más de los muchos que se han venido haciendo. 

 

P: ¿Qué hace falta para desencallar o arrancar el pacto por la educación?

R: Esa es la desesperación. El tono bronco, ofensivo y faltón con el que está discurriendo la campaña electoral y de lo que hemos tenido ejemplo en algunos de los debates, hace que tengamos muy pocas expectativas de que sea posible un pacto. Es verdad que algunos partidos han citado el tema, pero con la confrontación que hay entre los grupos tengo muy pocas expectativas de que eso se lleve a efecto, salvo que una vez se conozcan los resultados, sean tales que lleven a los partidos a disminuir el tono de confrontación. Pero viendo la personalidad de los candidatos y el tono con el que se produce la campaña electoral, no tengo demasiadas expectativas de que esto sea así. No se está respondiendo a cuestiones educativas, como la inversión, el modelo, qué hacer con la formación profesional para que responda a la oferta de trabajo en el ámbito social, qué hacer con las universidades para promover la investigación (I+D), cómo conseguir incrementar el gasto en educación, ya que estamos en el 4% y la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es del 5%.

En total, estamos un 20% por debajo de la media de gasto en educación de la OCDE. Un ejemplo de lo que podría significar esto es que cuando hablamos de educación inclusiva y equitativa se dice que no se quiere segregar de las aulas a los alumnos que tienen algún tipo de discapacidad o dificultad de aprendizaje, sino que el deseo es que estén en las aulas compartiéndolas con todos. Pero esto significa que hay que dotar de personal complementario para que esos alumnos tengan una atención adecuada. Según la experiencia de alguien cercano, en Reino Unido hay dos profesores por aula, el titular y otro que ayuda a los alumnos con menos competencia curricular, a pesar de que no haya ningún estudiante con discapacidades. En España, salvo que sea una situación bastante excepcional, es difícil encontrar un centro que tenga un profesor de apoyo educativo para todos sus alumnos. Lo que  cabría esperar es que los partidos debatieran sobre estas cuestiones, pero no. Falsean los índices de fracaso escolar y con eso no se arregla nada. 

 

P: ¿Por qué la educación no se encuentra entre las prioridades políticas, campaña tras campaña electoral?

R: A excepción de algún paréntesis, en este país nunca lo ha estado. España ha ido muy por detrás de muchos otros países en la extensión de la educación a la totalidad de la población infantil y juvenil. En España eso se ha propuesto en reiteradas ocasiones. La primera vez, y con carácter serio, a través de la Ley Moyano, de 185, que estableció y fijó un sistema educativo para todo el territorio nacional a mediados del siglo XIX. Esta ley ya establecía que la educación primaria debía ser obligatoria hasta los nueve años para todos los menores, pero no se consiguió. Después de eso, la siguiente ley fue la de Villar Palasí, en 1970, que fue la que realmente impulsó la completa escolarización de los niños en edades de 6 a 14 años con la famosa Educación General Básica (EGB). Fue entonces cuando se generalizó la educación. Por aquel entonces, muchos países europeos, algunos con gran influencia protestante, ya habían hecho extensiva la educación al cien por cien de la población. Hasta la ley de Villar Palasí los maestros estudiaban lo que se conocía como maestrazgo de primera enseñanza, que eran tres cursos a los que se podía acceder a partir del bachillerato elemental. Pero muchos maestros que han estado en ejercicio hasta muy recientemente, no tenían más formación que ese bachillerato elemental que se impartía hasta los 14 años y luego tres cursos más. Es decir, con 17 años eran profesores. Su formación académica era francamente deficiente, y aunque la ley de Villar Palasí promovió un nuevo enfoque de la formación de los maestros, no es comparable a la profundidad de la preparación que tienen los maestros en otros países. El paradigma es Finlandia, donde para formarse como profesor, uno necesita una nota muy alta en las pruebas de acceso a la universidad. Aquí la nota media es un suficiente. Esto en cuanto a educación primaria. 

Sobre la secundaria, la formación específica ha sido también suficiente. Yo hice física nuclear y tenía conocimientos de física y de matemáticas para dar clases sin ningún problema. Pero no vi nada de psicología, de pedagogía educativa, y simplemente por ser licenciado podía dar clase. La preparación de los profesores en este país y la remuneración salarial no han sido suficientes. Políticamente, la formación no ha estado suficientemente valorada en este país. Parecería que quisieran (los gobernantes) una población poco formada y poco desarrollada, que fuera obediente y que no planteara demasiados problemas al poder. Ha habido algún paréntesis que ha intentado mejorar la situación. Pienso que la Ley Orgánica del Derecho a la Educación de 1985 (LODE), y la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo de 1990 (LOGSE), fueron intentos serios de mejorar y cambiar por completo la metodología educativa y extender el derecho a la educación, pero no tuvieron sostenimiento en el tiempo ni la dotación económica suficiente. Una de las críticas de la LOGSE fue que no la acompañaba una ley de financiación. Ni se han destinado los recursos, ni se ha formado a los maestros suficientemente y, salvo excepciones, no se ha entendido que la educación es un valor primordial en el desarrollo integral de la persona.

 

Daniel Casado. / El Porvenir

P: En España se observa una extraña convivencia entre el modelo público y un modelo privado con distintas representaciones. ¿Hasta qué punto funciona este sistema?

R: Pienso que deben haber opciones privadas. El sistema debe permitir que existan ofertas de determinados modelos educativos privados. En España, el modelo privado se distingue en dos grandes grupos; la educación privada de pago y la concertada. La segunda supone un porcentaje importante del total de la educación, hablando en término de alumnos matriculados en los distintos niveles educativos. Esto es así por la propia historia de España, en la que durante siglos la educación se ha delegado en la Iglesia Católica. Cuando en 1970 la ley de Villar Palasí se propone la extensión de la educación a la totalidad de los alumnos entre 6 y 14 años, se encuentra con que hay multitud de centros creados y eso permite al Estado ofertar plazas escolares gratuitas en centros privados, haciéndose el Estado cargo de los costes. En la época de la Transición, el gobierno de la UCD estableció el sistema de las subvenciones y luego, en 1985, el PSOE cambió el sistema por el concierto. Hay varios países europeos en los que los centros privados son financiados por el Estado si cumplen ciertos criterios de calidad, porque cumplen un fin social. A través de este sistema dual, público y concertado, el Estado es el responsable y el garante de que la educación alcance a la totalidad de la población estudiantil.

Aunque la enseñanza concertada se cuestiona desde el ámbito de la enseñanza pública, creo que esto se da porque determinadas políticas estatales o municipales, a veces, favorecen la creación de centros concertados, en lugar de centros públicos, en zonas de nueva urbanización, por ejemplo. Aquí sí es comprensible que haya una cierta oposición.

 

P: También hablas en Vota sabiamente de observar la opción educativa a partir de una serie de principios bíblicos. ¿Cómo se pueden encontrar a la práctica esos principios?

R: Cuando se aprobó la LOGSE, de alguna me sentí bien, porque la ley hacía extensivos algunos de los valores que teníamos en el colegio El Porvenir desde su fundación, en 1897. Muchos valores que entendíamos como propios del evangelio se generalizaron. La enseñanza universal es uno de ellos. Lutero lo dijo hace ya 500 años y exigió a las ciudades y los Estados alemanes que se ocuparan de crear escuelas de calidad y formar bien a los maestros para que los ciudadanos pudieran desarrollarse íntegramente y, a su vez, ellos después pudieran revertir su formación en el crecimiento y el enriquecimiento de las ciudades y los distintos territorios. La no discriminación de ninguna persona por razones de fe o de pensamiento política, es otro principio que me parece fundamental. Ya no hay judío ni griego. Es un principio bíblico. 

En parte, la dificultad que tenemos para trasladar algunos principios bíblicos al ámbito educativo es que la sociedad civil los ha aceptado y los defiende como derechos fundamentales. El derecho a la educación, el derecho a la no discriminación, etc.. De manera que, en cierto sentido, se nos ha despersonalizado, y eso ha hecho que el carácter confesional de los centros, especialmente en el ámbito evangélico, se deposite en cosas concretas que son, hasta cierto punto, importantes pero secundarias. Por ejemplo, iniciativas que tienen que ver con con la sexualidad o con la relación entre ciencia y fe para justificar la necesidad de colegios evangélicos porque no encuentran en el ámbito social, en general, los principios que defendemos. No sé si esas son razones suficientes para promover la creación de un centro educativo. 

Podemos exigir temas como la calidad o la autoridad en las escuelas. Es muy difícil trasladar a la normativa legal algunos de los principios bíblicos, como el concepto de autoridad de un profesor, que tradicionalmente ha descansado en la capacidad punitiva de los profesores, pero es necesario admitir que, si bien esa autoridad no es defendible ni aconsejable, ahora desaparece todo principio de autoridad y esto genera una dificultad tremenda. Pero, cómo resolver esto es difícil en tanto no cambie el contexto social. Se debe conseguir que los profesores sean verdaderas autoridades morales para los alumnos. Referentes éticos por su vinculación, dedicación, profesionalidad y competencia pedagógica. No hay otra forma de establecer la autoridad de los profesores, y esto se consigue con una formación mucho más profunda. Por eso, para ejercer como profesor evangélico y trasladar a la educación ciertos valores cristianos, no es necesario que estén sustentados a la normativa legal, sino que basta con que el docente realmente los viva y aplique. Ahora, también es difícil imponer principios bíblicos a un profesor que no los viva ni los comparta. Un ejemplo típico es la visión que se tiene en gran parte del ámbito evangélico en cuanto a las relaciones sexuales. En algunos casos, la normativa legal ha asumido valores propios del cristianismo, valores que el cristianismo ha trasladado a la sociedad y que ésta, de alguna manera, ha hecho suyos. Y aunque sean valores que se defienden desde el ámbito civil y desde el ámbito de los derechos humanos, son valores cristianos. Tenemos que aceptar tal como están en la ley esos principios que son originalmente cristianos y reivindicarlos como tales. 

 

P: ¿Hasta qué punto crees que la presencia de Enseñanza Religiosa Evangélica, o de asignaturas de religión, debe ser un factor condicionante del voto? ¿Y la educación sexual?

R: Hemos criticado a la Iglesia Católica por utilizar la escuela durante siglos como un medio para catequizar a los niños. Creo que no debemos caer en el mismo error. En un documento del colegio El Porvenir, de cerca de 1920, el director del centro, Jorge Fliedner, en unas instrucciones al profesorado dice que la evangelización de los niños no es responsabilidad del colegio, sino de la iglesia y de la familia. Ese es mi criterio. No creo que debamos pensar en la creación de colegios evangélicos para hacer evangelización. El propio centro debe dar información, sí. Si la ley lo permite, hay que dar clase de religión evangélica, pero su propuesta principal debe ser el conocimiento bíblico y una cierta formación ética desde la perspectiva cristiana, pero no la evangelización, que es responsabilidad de la familia y la iglesia. 

En cuanto a aspectos curriculares, como la teoría de la evolución, yo soy partidario de enseñarla. Es la única teoría científica que en estos momentos se sostiene. En Estados Unidos ya se vio un intento de imponer el creacionismo como teoría científica y distintos tribunales lo han echado hacia atrás porque no es ciencia. En términos de causalidad uno puede defender que Dios ha creado el mundo, pero en términos de ciencia la única explicación es la evolución. 

Y sobre cuestiones éticas, como sexualidad, matrimonio, aborto o eutanasia, son temas complicados porque requieren un posicionamiento ético, y creo que en contrapartida al enfoque curricular que da el Estado está la tarea de la familia y de la iglesia. Creo que tenemos que saber ser sabios y contrarrestar esa influencia que, si no la reciben en el colegio, la van a recibir en el contexto general de la sociedad, porque es imposible que los alumnos se sustraigan de la presión social que hay en todas estas cuestiones. Debemos ocuparnos de nuestros hijos en casa y en las iglesias para contrarrestar esa presión social, que no solamente tiene que ver con la educación sexual, sino también con la mentira, el insulto, la difamación y tantas otras cosas que desde un punto de vista cristiano no podemos aceptar. La lucha contra toda esa influencia tiene que ser en el ámbito de la familia y de la iglesia, formando bien a nuestros hijos y desarrollando en ellos una fe sólida. 

 

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Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ESPAÑA - “No se ha entendido que la educación es un valor primordial en el desarrollo de la persona”