Cataluña: evangélicos opinan sobre el 1-O

Preguntamos a varios evangélicos que residen en Cataluña sobre sus expectativas, la situación social y el papel de los evangélicos ante la convocatoria del referéndum independentista de este domingo.

Daniel Hofkamp

PONTEVEDRA · 29 DE SEPTIEMBRE DE 2017 · 19:00

Manifestación de estudiantes, este jueves, a favor del Referéndum, en Barcelona. / Foto Referendum27S,
Manifestación de estudiantes, este jueves, a favor del Referéndum, en Barcelona. / Foto Referendum27S

A pocas horas de llegar el domingo 1 de octubre, todavía quedan muchas incógnitas con respecto al referéndum convocado por la Generalitat. La expectativa de una gran movilización -sea con o sin urnas de por medio- y dos semanas de dura dialéctica política ha despertado inquietud en gran parte del colectivo evangélico en España. Muestra de ello ha sido la convocatoria de una jornada intensiva de oración y ayuno para este viernes, que ha sido secundada por muchas entidades y denominaciones evangélicas.

Pero, ¿qué se respira estos días en Cataluña? ¿Cómo están reaccionando los evangélicos?

 

EXPECTATIVAS

La convocatoria del referéndum ha sido la principal noticia durante las últimas dos semanas en Cataluña. Jaume Llenas, secretario general de la Alianza Evangélica Española, nos comenta que “la gente tiene expectativas. Muy mayoritariamente la población quiere poder votar y decidir su futuro. No es tanto una campaña por el sí, más bien es una campaña por el derecho a decidir”.

“Un 80% de la población en Cataluña”, dice la escritora Febe Jordá, “quiere expresarse en un sentido o en otro respecto a qué vínculo se quiere mantener con el resto del Estado Español”. Ante la posiblidad de que el referéndum no se llevase a cabo, Jordá opina: “no sé si podremos votar, pero sí sé que de nuevo se verá clarísimamente que queremos hacerlo”.

Otro punto de vista nos da el pastor Roberto Velert. “Siento tristeza”, explica, “por la obcecación de los políticos independentistas, en mantener un acto ilegal. Mi expectativa es que no se haga”.

El pastor Jaume Torrado cree que, pase lo que pase el domingo, los políticos tienen una responsabilidad por cumplir. “Nuestros políticos deben ser impelidos, y espero que sea por Dios mismo, a ser entendidos en los tiempos, reconocer las necesidades y aspiraciones de su pueblo y encontrar vías para el dialogo y la negociación”, argumenta.

El pastor Julio Pérez, afincado en Barcelona, nos expresa un cierto hartazgo de la situación. “Ya se detecta un gran cansancio de este inquietante sainete entre una buena parte de los ciudadanos”, expresa.

 

PREOCUPACIÓN

A nadie se le escapa que hay una situación no resuelta, y es difícil saber lo que va a suceder el domingo.

“El primer sentimiento es de preocupación”, dice Febe Jordá, que considera que el Gobierno español no ha estado a la altura con una “política de fuerza, miedo y coacción casi como único argumento”. “La situación -dice Jaume Llenas- comporta cierta tensión y unos y otros deben evitar a toda costa que la situación se les escape de las manos”.

“Las más que probables tensiones en los colegios podrían desbocarse, aunque algunos no lo quieran creer”, añade Julio Pérez. Por eso en su opinión la policía debe actuar con tranquilidad. “Considero peligroso además de innecesario el querer impedir la apertura de los colegios y otros centros”, afirma.

Roberto Velert pide también huir de una politización de la iglesia. “He rechazado con vehemente dialéctica, la invitación de grupos independentistas, a que como Iglesia, nos abramos el domingo a la instalación de urnas, para facilitar la votación”.

 

¿FRACTURA SOCIAL?

El asunto del referéndum y la independencia enfrenta opiniones diversas. Pero para Jaume Llenas, no se está produciendo una fracura social. “Nos sorprenden mucho las informaciones de medios estatales que hablan de enfrentamiento y quiebra en la sociedad, puedo asegurar que más que posverdad es un intento de intoxicar las relaciones, aún más si cabe”.

La escritora Noa Alarcón, afincada en Vilafranca del Penedés, explica que las sensaciones son, en general, de tranquilidad. “En mi barrio, mi pueblo, mi iglesia, la gente saca el tema, pero a veces, como algo secundario. Todo el mundo que conozco es muy respetuoso al respecto”, cuenta. La actitud de los medios no está ayudando, y en esto coincide con Jaume Llenas: “Es peor lo que se dice que se está viviendo que lo que se vive de verdad”, y Noa Alacrón bromea: “el choque entre lo que se vive y lo que están diciendo que se vive es tan grande (pura postverdad) que yo creo que en algún momento nos terminará por explotar la cabeza”.

Para Jaume Torrado, esta tensión mediática se ha visto alimentada también “por la clase política”. Entre estos y los medios “han conseguido generar una rápida y beligerante crispación social, creando un profundo malestar en la gran mayoría de la sociedad catalana que enturbia el ambiente de forma preocupante”.

Por su parte Roberto Velert considera que se perciben algunas consecuencias de la división en una “ciudadanía catalana que siempre se distinguió por el "seny", sentido común, y que ahora brilla por su ausencia en muchos ciudadanos”.

Algo más pesimista sobre este enfrentamiento se muestra Julio Pérez. “Se ha producido una grave fractura social entre la ciudadanía”, comenta el pastor, aunque “en líneas generales no se han producido enfrentamientos graves, considerando que se está excitando en exceso a la población”.

 

MÁS TENSIÓN EN LAS REDES SOCIALES QUE EN LA CALLE

Todos los entrevistados han destacado que, en su entorno más cercano, la situación es de tranquilidad, en medio de distintos puntos de vista. “Siendo cristianos, podemos dialogar con respeto, sin separatismos por la diversidad, libertad en la discrepancia, pero gobernados por nuestra claro compromiso con el Evangelio de Jesucristo”, afirma Roberto Velert.

“Las reivindicaciones catalanas se han vivido siempre en un entorno festivo, alegre y familiar, desde los niños de pecho hasta las abuelas más octogenarias”, comenta Jaume Torrado. Asimismo Julio Pérez destaca la actitud de los líderes evangélicos, como “madura”, “más allá de las diferentes simpatías políticas que cada cual pueda sustentar”. Roberto Velert piensa, de hecho, que “entre las iglesias evangélicas hay un porcentaje notable de independentistas, pero no violentos ni inquisitoriales”.

Sin embargo, la situación es distinta en las redes sociales. “Existen algunos creyentes que no cesan de agitar a mucha gente por las redes sociales”, dice Julio Pérez. Facebook o Twitter son los espacios donde Noa Alarcón cree que más discusiones tensas se están produciendo. “Me he tenido que tragar muchos insultos a catalanes disfrazados de bromas o chistes, o conmiseración dándonos a entender lo mal lo que estamos pasando (cuando no es verdad). La gente está preocupada y eso es entendible, pero se está tratando este tema, desde las redes sociales, la televisión y la prensa, desde el puro hooliganismo, si se me permite la expresión, llevando al límite las opiniones y las reacciones y sobredimensionándolo todo”.

 

EL PAPEL DE LOS EVANGÉLICOS

Todos coinciden en que los evangélicos tienen que aferrarse a la oración en estos momentos. Febe Jordá considera que hay un compromiso de “no ignorar las cuestiones terrenales, y orar sistemáticamente por las autoridades, siempre. Aun siendo peregrinos, tenemos la responsabilidad delante del Señor de hacer este mundo más justo a nuestro paso”.

Julio Pérez escribió recientemente un artículo en el que llamaba a ser pacificadores. “Es nuestro papel: esta es nuestra mayor bienaventuranza y el verdadero espíritu del Evangelio de la paz”, afirma. Noa Alarcón coincide: los evangélicos debemos “pacificar, pacificar y pacificar lo más posible”, y “dar ejemplo de diálogo, de convivencia y de que las personas no están por debajo de las opiniones”.

“Quiero animar -dice Jaume Torrado- a todos los creyentes a huir de los dramatismos e histerismos que nos están tratando de embriagar, del choque de patriotismos viejos o postmodernos, de luchas supremacistas y de la falsa unidad cristiana en torno a los nacionalismos”.

Jaume Llenas cree que es importante reflexionar sobre nuestras actitudes. “Debemos evitar la aproximación que considera que Dios es uno de los nuestros. En el mejor de los casos, nosotros somos uno de los suyos”.

 

PENSANDO EN EL DÍA DESPUÉS

Nadie sabe qué sucederá en el futuro, pero para los evangélicos, la confianza está puesta en Dios. “Él sabe bien lo que tiene que hacer y nosotros tenemos que gozarnos en su voluntad más que en afirmar la nuestra. Desde esa perspectiva, sí estaremos en una posición que nos permita ser cemento en una sociedad invertebrada”, reflexiona Jaume Llenas. “Necesitamos pensar desde una cosmovisión bíblica, que es una cosmovisión centrada en las relaciones más que en el poder”, concluye el secretario general de la AEE.

Para Julio Pérez, “por encima de todo somos súbditos del Reino de Dios y nuestra ética situacional o nuestra teología política deben de estar en consonancia con la Palabra de Dios”. 

“No somos actores pasivos de esta historia”, afirma Jaume Torrado, ”formamos parte de ella y estamos llamados a hacer nuestras aportaciones, y hacerlas en clave “Reino de Dios”.

Roberto Velert cree que es importante recuperar una acción profética. “Llegamos tarde, pues nuestro silencio ante la invitación a ser insumisos a las leyes ya desde mayo ha sido tema de desinterés y como nos pasa, pérdida de visión profética para denunciar lo que esta mal politicamente”. Así las cosas, Velert considera que “el primer papel que estamos desempeñando como Iglesias, es interceder en la oración y en el vivir cada día con normalidad”.

Febe Jordá expresa también su parecer: “tenemos que trabajar el tema del respeto... por más equivocado que uno crea que está el otro. El respeto auténtico como persona, no la tolerancia desde un plano pretendidamente superior. Y luego podríamos trabajar las cuestiones del argumentario y el diálogo. Y ser ejemplo de todo esto”.

En este punto coincide Jaume Torrado: “Podemos mostrar que hay una manera correcta de ser ciudadanos libres y democráticos, de participar juntos en construir “una aldea global” mejor para todos, donde sea posible discrepar sin necesidad de ofender, de “airarse” sin necesidad pecar, de amar más al prójimo que a nosotros, de priorizar más a los individuos y sus necesidades que a los ideales”.

“Después tendremos que seguir conviviendo aquí, pase lo que pase”, concluye Noa Alarcón. “Y los objetivos del reino de Dios por el que tenemos que trabajar no se han movido de sitio”.

 

Pueden leer las opiniones completas de nuestros entrevistados en este documento (PDF).

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