Pluma de escribiente

Los redactores de la Biblia pudieron tener acceso a una caña cuyos tallos más pequeños, secos y convenientemente tallados, fueron usados como plumas.

19 DE AGOSTO DE 2021 · 19:10

l extremo terminal delgado y seco de los tallos de la caña (Arundo sp.) se usó en la antigüedad en Tierra Santa para elaborar plumas con las que se escribía en los papiros. / Foto: Antonio Cruz. ,
l extremo terminal delgado y seco de los tallos de la caña (Arundo sp.) se usó en la antigüedad en Tierra Santa para elaborar plumas con las que se escribía en los papiros. / Foto: Antonio Cruz.

Rebosa mi corazón palabra buena; Dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero. (Sal. 45:1)

La palabra “pluma” referida al instrumento usado en la antigüedad para la escritura aparece varias veces en la Biblia (Sal. 45:1; Jer. 8:8; 3 Jn. 1:13).

Los egipcios usaban una pluma de caña de cálamo hueca, de una especie vegetal que crecía en las zonas húmedas junto al Nilo, para escribir sobre papiro.

Los redactores de la Biblia pudieron también tener acceso a otra especie de caña (Arundo donax) propia de Asia y extendida por todo el mundo, cuyos tallos más pequeños, secos y convenientemente tallados, fueron usados como plumas.

Posteriormente, cuando el papiro se sustituyó por el pergamino, alrededor del año 200 d. C., las plumas vegetales se cambiaron por las de ave ya que éstas escribían mejor sobre pieles de ovejas, cabras y otros mamíferos.

Se empezaron a usar así plumas de cisne, águila, búho, cuervo, halcón o pavo. Al ser hueco su tallo, servía también como almacén de tinta y la escritura resultaba más fluida.

Pluma de escribiente

  Joven judío ejercitándose en la caligrafía hebrea mediante una pluma de ave. /  Antonio Cruz.
 

Durante los siglos XIII y XIV el pergamino fue sustituido por el papel y se empezaron ya a usar las plumas metálicas.

En Israel coexisten actualmente dos especies de caña pertenecientes al género Arundo, susceptibles de haber podido proporcionar tallos adecuados para hacer plumas. Se trata de la caña común, A. donax, una planta semejante al bambú, del que se diferencia porque de cada nudo sale una única hoja que rodea al tallo.

Es una caña ampliamente distribuida por todo el país, su altura oscila entre los 3 y los 6 metros, el tallo principal es grueso y hueco, las hojas son lanceoladas, mientras que las flores están en una panícula de espiguillas violáceas o amarillentas.

La segunda especie de caña presente en Tierra Santa es la caña borde o Arundo micrantha que es más pequeña que la anterior. Sus tallos pueden alcanzar como mucho los cuatro metros de altura y tener un diámetro de unos dos centímetros, mientras que las hojas carecen de vellosidad. En Israel sólo se la encuentra próxima a la costa mediterránea.

El gran predicador Carlos Spurgeon, en su comentario a las palabras del salmista, yo te engendré hoy (Sal. 2:7), hace la siguiente reflexión en la que se refiere a las plumas de los teólogos: 

“La discusiones y debates teológicos sobre la filiación eterna de nuestro Señor, más que ser una muestra de fe reverente, lo que hacen es poner de manifiesto una curiosidad malsana y presuntuosa; la nociva pretensión del orgullo humano de empeñarse en explicar aquello que, en realidad, lo único que nos corresponde hacer es adorar.

Fácilmente podríamos transcribir aquí docenas de exposiciones e interpretaciones de este versículo con distintos puntos de vista e incluso opuestas entre sí, pero no lo haremos. La controversia es una de las tareas menos provechosas en que se han ocupado las plumas de los teólogos.”[1]

 [1] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 121.

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