El regalo de los pistachos

Entonces su padre Jacob finalmente les dijo: —Si no queda otro remedio, entonces al menos hagan esto: carguen sus costales con los mejores productos de esta tierra —bálsamo, miel, resinas aromáticas, pistachos y almendras—; llévenselos al hombre como regalo. (Gn. 43:11, NTV)

Algunas versiones de la Biblia traducen acertadamente la palabra hebrea botnim, בֹּטֶן, por “pistachos” (Gn. 43:11). También el término “terebinto” de Oseas 4:13 se referiría al pistacho y no al olmo.

Es muy probable que sea esta la mejor traducción ya que el pistacho o alfóncigo (Pistacia vera) es un árbol muy resinoso, pequeño, originario de las regiones montañosas de Grecia, Siria, Turquía, Israel y Asia occidental, que produce un importante fruto comestible recubierto por una cáscara dura.

El árbol del pistacho crece hasta unos 10 metros de altura y sus hojas son pinnadas y caducifolias. Se trata de una planta capaz de vivir en regiones desérticas y que, además, tiene una gran tolerancia a los suelos salinos.

A pesar de lo cual, soporta temperaturas comprendidas entre los 10 grados centígrados bajo cero, en invierno, y los 40 grados en verano. Sus raíces se pudren si hay un exceso de humedad.

Las flores carecen de pétalos y se reúnen en racimos, mientras que los frutos son drupas que contienen una semilla alargada comestible, con un sabor característico. Esta semilla primero es de color verde pero después cuando madura se torna amarillenta. El árbol del pistacho produce unos 50 kg de semillas cada dos años.

Se ha demostrado que el consumo de pistachos mejora los parámetros de los varones que padecen disfunción eréctil así como la fertilidad masculina.[1] Estos frutos son una fuente de grasas insaturadas que ayudan a mantener unos niveles saludables de colesterol en sangre.

Esto se relaciona directamente con la función eréctil ya que los vasos sanguíneos deben estar libres de colesterol para funcionar adecuadamente.

El versículo de Génesis que encabeza esta entrada se enmarca en la dramática historia de José, el hijo de Jacob que fue cruelmente vendido por sus hermanos, transportado a Egipto y prosperado allí posteriormente por voluntad divina, hasta llegar a ser primer ministro de aquel país.

Los productos alimenticios típicos de Canaán, entre los que se encontraban los pistachos, debieron tener un impacto favorable en José. Posiblemente le recordarían sus tiempos de juventud, cuando era el favorito de su padre.

Finalmente, al darse a conocer a sus hermanos, José muestra cómo debemos perdonar a quienes nos han agraviado. El verdadero perdón debe aportar consuelo y ánimo a aquellos que ofendieron.

No hay que airear lo que se hizo mal, lastimando aún más la vieja herida, sino aliviarla con cariño, sanarla con misericordia y ayudar a restaurar relaciones.

En definitiva, hemos de llegar a entender que, incluso detrás de las experiencias más dramáticas de la vida, está siempre la mano de Dios que lo dirige todo según sus planes eternos.

[1] Aldemir M., Okulu E., Neşelioğlu S., Erel O., Kayıgil O., 2011, “Pistachio diet improves erectile function parameters and serum lipid profiles in patients with erectile dysfunction”, NCBI, Jan-Feb., 23(1):32-38.